El Banco Mundial ha destacado el impacto potencial de la guerra de Israel contra Palestina en la economía mundial, particularmente en el caso de que se produzca una escalada. Los informes pronostican una importante perturbación en los mercados de materias primas, principalmente del petróleo. El aumento de las hostilidades podría provocar que los precios del barril se dispararan hasta los 157 dólares, lo que supone un aumento del 75 por cien.
Hasta ahora el impacto de la guerra en los mercados mundiales ha sido relativamente moderado, con un aumento del precio del petróleo por debajo del 6 por cien. Otras materias primas, como los productos agrícolas y los metales, por el contrario, mostraron poco o ningún movimiento. Sin embargo, la situación podría deteriorarse rápidamente si se intensifican las hostilidades. Dependiendo de los escenarios, una reducción en las entregas mundiales de petróleo podría aumentar los precios entre un 3 y un 75 por cien, una variación que depende del alcance de la perturbación.
Los ecos de la crisis del petróleo de 1973 resuenan en las previsiones, haciendo surgir el espectro de una gran interrupción de los suministros que podría provocar una caída de los volúmenes de entre 6 y 8 millones de barriles por día. Semejante escenario pone de relieve la fragilidad de los mercados mundiales ante el aumento de las tensiones estratégicas. Las repercusiones no se limitarían al sector energético, sino que provocarían una mayor volatilidad en los precios del gas natural y un ligero aumento en los precios del carbón.
El capitalismo internacional sigue siendo vulnerable a grandes choques petroleros. La escalada de la guerra en Oriente Medio, combinada con la agitación causada por la Guerra de Ucrania, hundiría a los mercados de las materias primas, exacerbando la volatilidad y la incertidumbre.
El aumento de los precios del petróleo conduciría inevitablemente a un aumento del coste de la vida y a una lucha de los trabajadores por el mantenimiento de los salarios reales. Los gobiernos impondrían controles de precios y aún más restricciones comerciales.
Los pronósticos de Jean Laurent Bonnafé, director del banco BNP Paribas, no son mejores. En una entrevista asegura que los bancos son, por naturaleza, responsables de dirigir la financiación estratégica según el contexto y deben hacerlo mediante previsiones.
Bonnafé destaca la “fragmentación del mundo” desde el resurgimiento de las tensiones en Palestina. “Por lo tanto, es difícil diseñar escenarios de previsión económica fiables”, explica. “Por Oriente Medio pasan volúmenes muy importantes de materias primas. Si la situación se deteriora aún más, podrían producirse consecuencias bastante considerables para la economía mundial”.
“Más allá de esta inestabilidad geopolítica global, el contexto inflacionario también contribuye a debilitar la economía”. Europa se ha desacelerado mucho más que Estados Unidos, donde la actividad aún se mantiene en un nivel alto. Alemania se ve particularmente afectada. “Por lo tanto, no deberíamos demorarnos en comenzar a bajar los tipos de interés para preservar el tejido económico europeo”.