El apoyo del franquismo a los submarinos nazis durante la Segunda Guerra Mundial

Manuel Moncada Lorén

El franquismo ayudó a los submarinos nazis, que utilizaron los puertos de Vigo y Ferrol como centro logístico en el transcurso de la Batalla del Atlántico durante la Segunda Guerra Mundial.

Existen al menos 23 casos documentados de abastecimiento de sumergibles alemanes en Galicia entre 1940 y 1942, período en el que las manadas de lobos comandadas por el almirante Dönitz convirtieron el Atlántico en un abismo insalvable para los mercantes aliados.

Junio de 1940. Toda Europa se encuentra bajo el dominio del Eje. Tras desatar la Blitzkrieg (guerra relámpago) desde Polonia hasta Francia, Adolf Hitler contempla el canal de la Mancha, obstáculo tras el que se encuentra su siguiente objetivo: Londres.

Mientras ordena el inicio de los preparativos para la Operación León Marino (nombre que recibe el plan para la suspendida invasión de Inglaterra), Hitler libera sus manadas de lobos U-Boote desde los ocupados puertos franceses de Brest, Lorient, Saint-Nazaire y La Rochelle con el objetivo de asfixiar al Reino Unido destruyendo sus rutas de suministro marítimo.

Los puertos de la costa occidental francesa ofrecían a los submarinos alemanes una salida estratégica al corazón del Océano Atlántico. Allí, los sumergibles germanos actuaron impunemente contra los convoyes aliados en lo que se conoció como “tiempo feliz” para los U-Boote hasta 1942, año en el que los aliados perfeccionaron el uso del sonar, el radar y las cargas de profundidad.

La Península Ibérica había ido ganando importancia en los planes de Hitler y veía a España como un posible aliado para acabar con el dominio británico en los océanos. Una alianza con Franco ofrecía la posibilidad de atacar Gibraltar por tierra y poner un candado en el Mediterráneo para la Royal Navy. Esta idea llevó al führer a tratar de convencer al dictador español para que entrara en la guerra del lado del Eje.

La entrevista de Hendaya entre el general Franco y Adolf Hitler celebrada en octubre de 1940 no cambió mucho las cosas: Franco permanecía en su ambigua neutralidad, pero autorizaba el uso de los puertos españoles en el Atlántico por parte de los submarinos de la Kriegsmarine (Marina de guerra alemana) y el reclutamiento de una fuerza expedicionaria de voluntarios que combatiría en Rusia al lado del III Reich. La conocida en España como División Azul.

El almirante Karl Dönitz, máximo responsable de la guerra submarina del III Reich, formuló la estrategia puesta en práctica con éxito en el Atlántico, el ataque en manada o rudeltaktik.

La palabra alemana rudeltaktik describe la naturaleza de la táctica, en la que un gran grupo de submarinos o rudel (manada en alemán) ataca un convoy. Los mercantes ingleses, víctimas habituales de esta táctica, popularizaron el término en inglés wolf pack, o manada de lobos.

De igual forma, las formaciones de submarinos alemanes atacaban coordinadamente las rutas de convoyes en medio del Atlántico, causando estragos en las líneas de suministro aliadas durante la primera mitad de la Segunda Guerra Mundial, época en la que los mercantes aliados navegaban sin escolta.

El submarino alemán Tipo VII C fue el sumergible más utilizado por la Kriegsmarine en las operaciones de acoso de las rutas de suministro aliadas.

Lejos de los puertos aliados y fuera del alcance de los aeródromos, el Atlántico central se convirtió en un campo de tiro de buques mercantes para los silenciosos submarinos, que entre junio y noviembre de 1940 hundieron 1.600.000 toneladas de barcos y suministros vitales para el esfuerzo de guerra británico.

En previsión del apoyo logístico necesario para desarrollar la guerra submarina en el Atlántico, el alto mando de la Kriegsmarine había ordenado el despliegue de buques cisterna y barcos mercantes en puertos estratégicos de la costa atlántica española antes del estallido de la guerra.

Entre 1940 y 1942, hasta 23 submarinos alemanes utilizaron los puertos españoles para abastecerse gracias a los barcos mercantes amarrados allí previamente. El inicio de las hostilidades ofreció la excusa perfecta a los mercantes alemanes para permanecer anclados en los puertos gallegos y servir como buques de suministro para los submarinos.

Los mercantes alemanes Max Albrecht (fondeado en la ría de Ferrol) y Bessel (anclado en Vigo), ofrecieron apoyo logístico a las tripulaciones de los sumergibles germanos que volvían del combate en alta mar.

Estos barcos suministraron combustible, torpedos, raciones de comida y agua a los sumergibles, pero los españoles también asistieron a los alemanes heridos además de colaborar en reparaciones de emergencia, como la que tuvo lugar en el puerto de Ferrol el 12 de junio de 1942.

Tras haber resultado averiado en una incursión de bombarderos navales aliados, el submarino alemán U-105 fue remolcado por el personal de la Armada y puesto en dique seco para su reparación. Después de su puesta a punto volvió al puerto francés de Lorient, del que había partido originalmente.

La historia de los países que ante un conflicto bélico internacional han declarado su neutralidad o han asumido un papel de no beligerancia, destaca por la cantidad de veces que estos países supuestamente ajenos a la contienda han contribuido de forma más o menos evidente al esfuerzo de guerra de los bandos contendientes.

La situación privilegiada del noroeste peninsular como punto desde el que asaltar las rutas comerciales aliadas, ofreció a las manadas de lobos alemanes un enclave estratégico donde reabastecerse y constituye un ejemplo menos conocido de la contribución española al esfuerzo bélico del Eje durante la Segunda Guerra Mundial.

http://www.nationalgeographic.es/historia/2018/03/galicia-la-guarida-espanola-de-los-lobos-de-hitler

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