Djokovic: un chivo expiatorio

Novak Djokovic, serbio, no es un antivacuna ni ha hecho propaganda antivacuna nunca. También es cristiano ortodoxo; lo decimos para que se vea que es hombre de orden y no un disoluto farrero y calavera.

Djokovic viajó a Melbourne para jugar el Open de Australia de tenis fiado y amparado por una exención médica encontrándose al pisar suelo austral con una detención o retención que le obliga a confinarse en un hotelucho para refugiados. Tras un juicio favorable, el gobierno australiano, le deporta jactándose de cumplir las normas del país que prohíbe la entrada a los no vacunados haciendo creer que es inflexible y no mira el status de la persona afectada cuando, en realidad, se trata de restricciones brutales de fascismo sanitario. Aquí no se privilegia a nadie, quieren decir, buscando la comprensión internacional, cuando la verdad es la persecución y campaña criminal contra el mejor jugador mundial de tenis actual buscando otros intereses (tienen elecciones dentro de poco). No se ha visto cosa igual.

Ocurre que, de cara a los oídos de las masas, se les regala con esta música estridente que esconde una perversión: hacer pasar por el colmo de la igualdad ante la ley lo que no es sino presentar al encausado como chivo expiatorio o cabeza de turco de las frustraciones de la mayoría de la gente que obedece lo que le dicen sin acabar de ver resultados satisfactorios, al contrario, lo único que ve son llamados constantes a la vacunación por tres y hasta cuatro veces. Como para que nos venga ahora un señorito rico tratando de hacer lo que le salga de los cojones saltåndose encima la normativa que tan bien nos cuida y protege, de eso nada, bien por el gobierno, es la demagogia usada que se pretende que se piense.

Es tal la pobreza y bajeza moral de estos instigadores que recurren a los instintos más bajos del personal para que desprecie a quien se resiste en su decisión a sabiendas de los perjuicios, deportivos y económicos, que ello entraña y supone. Y todo por no vacunarse, por cabezonería, por irresponsabilidad y aquí empieza la carrera de insultos hacia Djokovic que impone el discurso y mantra dominante.

Ciertamente, Djokovic adopta su decisión cuando es ya multimillonario (se oculta lo que ha hecho por su pueblo) y puede permitírselo, pero, aunque fuera así, no cambia una coma el fondo de la cuestión dizque la miseria moral con que se le ha tratado cuando, por otro lado e hipócritamente, se habla de la libertad del individuo para vacunarse o no, allá él, ¿o es que los vacunados no están muy seguros de los pinchazos a que se han sometido como reses? Y si lo están, ¿a qué viene la persecución fanática e histérica de un, en principio, «asintomático»?

Como se dice en mi pueblo transponiendo a Djokovic: «joder, si lo sé, no vengo».

comentarios

  1. Totalmente de acuerdo con la línea editorial. Djokovic ha hecho muy bien en mostrar resistencia, porque les ha forzado a los fascistas a mostrarse como lo que son. La estrategia para los fascistas se ha alejado del terreno supuestamente científico, pues es absurdo presentar a una persona que ha superado una enfermedad y está sano como un peligro. Han ido a denostarle. Desde luego, dejemos los aspectos legales a parte, pues Alemania era legal meter a la gente en campos de concentración o exterminarles. El que se deje pinchar cualquier sustancia que le baje las defensas, ya sabe que está jodiendo su sistema inmune, sacrificando años de vida para sanear las cuentas del capitalismo agonizante. Basta de echar la culpa a quien estima su salud lo suficiente como para ofrecer resistencia.

    1. Toda esta chorrada del capitalismo agonizante que necesita un bote salvavidas humano, que es el pueblo, es bastante fácil de parar: si mañana no fuera nadie a trabajar en el estado australiano, todas las medidas absurdas puestas por la élite caerían. Nos sentimos esclavos de nuestros amos capitalistas, sin darnos cuenta de que ellos son tambien dependientes y esclavos nuestros. El poder exclaviza a ambas partes. Pero cuidado, puede que pronto los de arriba no nos necesiten a tantos gracias al progreso tecnológico que se está llevando a cabo con tanta prisa y ansia. Ellos son completamente conscientes de su debilidad, nos queda poco tiempo.

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