Dientes de dragón: una trampa mortal para los tanques de la OTAN

Los dientes de dragón forman parte de la compleja red de fortificaciones erigida el pasado otoño por el ejército ruso a lo largo de la línea del frente ucraniano. Son obstáculos de defensa antitanque de hormigón con forma de pirámide. La altura de cada “diente” es de 90 a 120 centímetros.

Al principio fue ridiculizada por la OTAN y el gobierno Kiev. Ahora han cambiado su letanía: el fracaso de la contraofensiva ucraniana se debe a los dientes de dragón, los campos minados, las trincheras, las fortificaciones…

Las obras defensivas envían una señal clara a la OTAN y a sus delegados ucranianos: Rusia ha llegado hasta allá para quedarse y no va a ceder ni un centímetro del terreno.

Los dientes de dragón no son un obstáculo sino una trampa antitanque. No sólo obstaculizan el avance de los tanques adversarios, sino que crean la ilusión de que son fáciles de sortear. Si los dientes del dragón están instalados correctamente, una vez superada la primera línea de defensa, los tanques adversarios no pueden avanzar ni retroceder. Se quedan estancados y se convertirán en un blanco fácil para la artillería y otras armas antitanques.

Antes de que a finales de mayo fracasara la contraofensiva ucraniana, los medios ucranianos compartieron imágenes del tanque Challenger-2 de fabricación británica atravesando fácilmente unos dientes de dragón dispersados aleatoriamente por el terreno. Era uno de tantos montajes publicitarios. El vídeo decía: “Estoy en la carretera al infierno”.

Después de tres meses de contraofensiva, ya no hay más vídeos ni más publicidad. La línea defensiva rusa es casi infranqueable. El ejército ucraniano ha perdido más de 60.000 hombres y 7.600 armas pesadas inútilmente. La imagen de dos tanques Challenger 2 en llamas cerca de la línea defensiva rusa ha sido la guinda del pastel.

Hay cinco condiciones para que los dientes de dragón tengan éxito. En primer lugar, se deben construir con un hormigón armado especial. En segundo lugar, hay que elegir cuidadosamente el lugar de su instalación. Debe ser una verdadera trampa, es decir, un lugar que los tanques no puedan simplemente pasar por los flancos.

En tercer lugar, deben colocarse en varias filas y en un orden especial para que sean difíciles de superar. Los dientes tienen diferentes formas según el lugar en el que se instalan.

En cuarto lugar, los obstáculos antitanque se deben ocultar y camuflar cuidadosamente para que los tanques adversarios se encuentren de repente con ellos y no les quede más remedio que intentar superarlos.

Quinto, instalar los dientes del dragón es sólo la mitad de la historia. Hay que explotar los espacios entre los obstáculos. Las coordenadas exactas de la instalación deben transmitirse de antemano a las unidades antitanques, para que puedan abrir fuego sobre los blindados enemigos tan pronto como disminuyan la velocidad al intentar superar las defensas.

La larga historia de los dientes de dragón

Las fortificaciones con dientes de dragón se utilizaron ampliamente durante la Segunda Guerra Mundial para impedir la movilidad de los principales tanques de batalla y la infantería mecanizada. La tarea principal de esta estructura defensiva era frenar el avance de los vehículos blindados enemigos, canalizarlos hacia una zona determinada y luego destruirlos con armas antitanques.

Varios ejércitos europeos utilizaron dientes de dragón. Los alemanes los emplearon ampliamente en la “Línea Siegfried”, una barrera defensiva construida en la década de los años treinta. El sistema defensivo alemán se extendía a lo largo de 630 kilómetros con más de 18.000 fortines, túneles y trampas para tanques.

Francia también utilizó una gran cantidad de dientes de dragón en la construcción de la “Línea Maginot”, ubicada frente a la Línea Siegfried alemana.

Los británicos instalaron dientes de dragón en 1940-1941 para fortalecer las defensas costeras del país contra una posible invasión alemana. Algunos todavía se pueden encontrar en Reino Unido, por ejemplo, encima de Studland Beach, en Dorset.

Los medios occidentales exponen imágenes satelitales que muestran varias capas de fortificaciones rusas, a veces de 20 kilómetros de profundidad y alrededor de 2.000 kilómetros de largo, que se extienden desde la frontera entre Rusia y Bielorrusia hasta el delta del Dnieper.

Las fortificaciones rusas son las obras defensivas más extensas en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Son una red de trincheras, campos minados, alambres de púas, barricadas metálicas antitanques llamadas “erizos”, los ya famosos dientes de dragón y posiciones de artillería.

La región más fortificada es la de Zaporiya, seguidas de Jerson, Donetsk y Lugansk. Crimea también ha sido fortificada. El sistema defensivo de Zaporiya consta de aproximadamente tres líneas defensivas.

Las fortificaciones rusas no la única causa del fracaso de la contraofensiva

Los “expertos” de la OTAN han culpado de los fracasos de Kiev a la línea de defensa de Rusia, pero esa no es la única causa. Las maniobras de la OTAN no funcionan sin el dominio aéreo. Los ucranianos critican el deficiente entrenamiento de la OTAN, que fue “demasiado limitado y demasiado tardío”, además de ineficaz en muchos sentidos, desde el período de entrenamiento más corto hasta las propias prácticas bélicas occidentales.

Los últimos modelos de armas de la OTAN también han demostrado ser menos efectivas de lo que aireaba la propaganda. Los tanques Leopard alemanes y los Challengers británicos son difíciles de maniobrar en el suelo ucraniano y muy difíciles de mantener.

Los misiles Patriot y otros sistemas de defensa aérea de fabricación estadounidense no protegen a la infantería y al equipo ucranianos de grandes bajas y son particularmente vulnerables a las armas hipersónicas rusas, como el misil Kinjal.

Rusia ha detectado e interceptado misiles y drones occidentales, que no han conseguido causar grandes daños a sus posiciones.

Además, como se ha repetido tantas veces, los países de la OTAN no pueden fabricar suficientes proyectiles de 155 milímetros para satisfacer las necesidades de Ucrania. Ninguno de los sistemas convencionales de la OTAN (incluidos los cazas F-16 que pronto se entregarán a Ucrania) pueden salvar a Ucrania del desastre militar.

El intento de contraofensiva de Ucrania no cumplió con las expectativas occidentales, lo que ha generado escepticismo entre estadounidenses y europeos sobre futuros suministros militares y ayuda financiera a Kiev.

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