Recientemente un periódico típicamente socialdemócrata como le Nouvel Observateur, el de mayor tirada de Francia, publicaba un noticia típicamente conspiranoica: el presidente del Club Siglo, Olivier Duhamel, había tenido que dimitir tras ser acusado de incesto por su yerno.
Duhamel, que aparece en la foto de portada, es miembro del Partido Socialista y eurodiputado entre 1997 y 2004. También es un “experto” que preside la Fundación Nacional de Ciencias Políticas.
Cuando en 1944 Georges Bérard-Quélin fundó el Club Siglo sólo puso un veto: los comunistas no podían formar parte de algo tan exclusivo.
El tinglado reúne a la oligarquía francesa de manera confidencial para conspirar o, si se quiere, para presionar a las marionetas visibles del Estado para que aprueben formalmente lo que les recomiendan quienes nunca aparecen ante los focos.
Once miembros del gobierno francés pertenecen al Club Siglo, es decir, que juegan un doble papel: uno en público y otro clandestino. El periódico hace un listado pormenorizado de ellos, entre los que figura el antiguo primer ministro Edouard Philippe (*).
Es una característica del moderno Estado monopolista y uno de los secretos de polichinela. Quienes lo sacan a relucir son insultados como conspiranoicos precisamente por quienes se dedican a conspirar.
Lo mismo que el capitalismo tiene un mercado “negro” y otro “blanco”, también hay quien toma entre bastidores unas decisiones que luego pasan por las cámaras de la televisión. A los sitios discretos, como el Club Siglo, compuesto por unos 300 miembros, los manuales universitarios de sociología política los llaman desde 1956 “lugares de sociabilidad para las élites”.
También se les podría cosiderar como un grupo de presión que reúne a lo que antes se llamaba “alta sociedad” y ahora “influencers”: patronos de la industria, banqueros, periodistas, funcionarios de primer rango, sindicalistas, políticos, editores…
Con el escándalo de pedofilia el Club Siglo apesta más que el coronavirus, porque cuando a los conspiradores se les suman los pedófilos, el morbo está garantizado y nadie querrá reconocerse en lo que antes tenía un toque de distinción y se divulgaba en voz baja.
Este tipo de tinglados oligárquicos merecen ser deshuesados, empezando por personajes execrables de la escena política francesa, como Bernard Kouchner, que en 1977 firmó una petición para despenalizar las relaciones sexuales con niños menores de 15 años.
Ahora la víctima de la pedofilia es su hijo y eso ya no le gusta nada. Ha amenazado con “partirle la cara” a Olivier Duhamel. Antes eran como hermanos y pasaban largas temporadas juntos, por lo que el caso de pedofilia es casi un incesto.
Kouchner fue ministro francés de Sanidad y de Asuntos Exteriores, eurodiputado, fundador de Médicos Sin Fronteras y Médicos del Mundo. Pero se le recuerda, sobre todo, por su criminal intervención durante la Guerra de Yugoeslavia. La política actual está en manos de sujetos tan repugnantes como Duhamel, Kouchner, Cohn-Bendit y similares.
(*) https://www.nouvelobs.com/politique/20210203.OBS39705/info-obs-un-secret-bien-garde-qui-sont-les-onze-ministres-membres-du-siecle.html
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