En 1968 Francia concedió a las Comoras una autonomía interna, despertando rivalidades entre las islas. Luego, París coloca a un millonario de Anjuan, Ahmed Abdallah, en la dirección del país. Pero en Mayotte una parte de la población femenina de origen malgache, menos islamizada y con tradiciones matriarcales, temían ver reducidos sus derechos. Las “mamies chatouilleuses”, denominadas “mujeres soldado”, se levantaron contra una independencia a la que temían por islamista y por su procedencia de Anjuan.
En el referéndum de 1974 sobre la independencia, los comorenses se pronunciaron en un 95 por ciento a favor, pero los mahoríes votaron en un 63 por ciento en contra. En 1975 la ONU y la Organización para la Unidad Africana reafirmaron “la necesidad de respetar la unidad y la integridad territorial del archipiélago de las Comoras”. Pero Francia exigió que la nueva Constitución fuera aprobada isla por isla. Fue rechazada en Mayotte, aunque Ahmed Abdallah proclamase la independencia.
Pero un mes más tarde fue derrocado por un mercenario francés, Bob Denard. El nuevo gobierno fue a su vez derrocado en 1978 por el propio Denard (tal vez apoyado por Francia y tal vez no, y que reincidirá de nuevo en 1995). Las Comoras, bautizadas “República Islámica”, estaban en la práctica bajo el control de mercenarios franceses. En 1976, al no querer contribuir al caos comorense, los mahoríes expresaron de nuevo en referéndum su voluntad de seguir siendo franceses en un 99 por ciento.
En 1996 Moheli y Anjuan se separaron de Gran Comor, pidiendo su reunificación con Francia (que lo rechazó), proclamando entonces su propia independencia en 1997. La Unión Africana, rechazando toda modificación de las fronteras coloniales, organizó un bloqueo de Anjuan, de donde huyeron numerosos habitantes hacia Mayotte. Tras muchas peripecias, en 2001 el Gran Comor, Moheli y Anjuan se unificaron en una república federal, no sin frecuentes golpes de fuerza e incluso la invasión de Anjuan en 2008 por tropas africanas, llegadas para derribar a un gobernador que había declarado la independencia. Ascienden a 23 los golpes de Estado desde 1975, el último en 2014, con los últimos disturbios en Anjuan el pasado abril.
El 31 de marzo de 2011, Mayotte se convierte en un departamento francés de ultramar, después de que los mahoríes votaran esta solución por aplastante mayoría en el referéndum de 2009.
En 1946, Reunión, Guayana, Guadalupe y Martinica se convirtieron jurídicamente en departamentos franceses. Sin embargo, la protección social seguía siendo inexistente. Las enfermedades, la malnutrición y la miseria reinaban. Tras la gran huelga de 1953, cada paso hacia “la auténtica igualdad” fue ganada por luchas a menudo sangrientas, antes de alcanzar casi la igualdad, pese a muchas secuelas pertinaces del colonialismo. Un proceso del mismo tipo se produjo en Mayotte a partir de 1993.
Tras la huelga de estudiantes de 1984 a favor de mejores condiciones educativas, tuvo lugar la huelga general de 1993 por un aumento del salario mínimo; después hubo un mes de huelga en 2003 contra la reforma de las pensiones, pero también por el futuro de la escuela. En 2007 una huelga de cuatro meses de los profesores de instituto para no quedar bloqueados en un funcionariado en declive. En 2008, una huelga ilimitada en la sanidad a favor de la integración en la función pública. En 2009, manifestaciones contra el aumento del coste de vida en Petit-Terre (la isla más pequeña de Mayotte). En 2011, cuatro semanas de huelga general contra la carestía de la vida. Siempre con violentos enfrentamientos. Entre octubre y noviembre de 2015 ha empezado una nueva lucha por “la igualdad real y la justicia”, por la aplicación completa e inmediata en Mayotte del Código Laboral y los convenios colectivos de la metrópolis, y la igualación inmediata de pensiones y prestaciones sociales al nivel de la metrópolis.
Tras una interrupción, el movimiento ha vuelto de nuevo los días 30 y 31 de marzo de 2016, al mismo tiempo que en Francia o Reunión, contra la ley El Khomri (*); también por “la igualdad real” pero a la vez contra la reforma laboral. El 16 de abril, en un clima de enfrentamientos entre jóvenes y gendarmería y de gran presión mediática contra la “violencia”, el movimiento ha sido suspendido por la Intersindical, pese a la oposición de la base; los ventajas de los funcionarios expatriados se mantienen, pero no para el resto, no habiendo más que promesas y una agenda de negociaciones: “nada”, según decía la mayoría de los huelguistas.
Como todo sigue pendiente, y a la vista de las pasadas luchas, es seguro que el 16 de abril de 2016 no es el fin de la lucha, sino solamente una etapa en un movimiento que busca su dirección (en los dos sentidos del término) entre una movilización común por “la igualdad real” que sigue dirigida por los notables y un combate de clase en donde “la igualdad real” estaría representada por los más pobres y sus luchas.
Una tierra de cultura y de historia tumultuosa
Situada en el archipiélago de las Comoras que cuenta con cuatro islas principales (Mayotte, Anjuan, Moheli y Gran Comor), entre África y Madagascar, Mayotte está constituida por dos islas. Su población es oficialmente de poco más de 220.000 habitantes. Es una vieja tierra de cultura y de historia, encuentro de civilizaciones, cruce de culturas malayo-polinesias de Indonesia, africanas, bantúes y swahilis, árabe y francesa.
La mayoría de la población habla una lengua de origen africano, el shimaoré; una tercera parte o más habla alguno de los dialectos malgaches, entre ellos el shibouksi. Junto a una escritura comoriana reservada a los textos religiosos o literarios, el árabe ha sido durante largo tiempo la única lengua escrita empleada en la administración. El shimaoré también cuenta con una sintaxis y muchas palabras árabes. El francés, que sigue siendo una lengua importada, se emplea hoy en la escuela y en la administración, sin que exista una lengua criolla o mezclada.
Hasta los años 90, la población ha tenido siempre la costumbre de desplazarse sin restricciones de una a otra isla en las Comoras, que tienen una fuerte unidad lingüística, cultural e histórica. Hoy, muchas familias se encuentran divididas entre las diferentes islas.
La mayoría de los habitantes es musulmán sunnita, shafeita o “cofrade”, un Islam muy tolerante. Una parte de la población es animista y de tradición matriarcal poliándrica o poligámica. No hay mujeres con velo en Mayotte. El derecho islámico, en retroceso es competencia de 22 “cadis”, pagados por el consejo general. La escuela coránica aún presente va desapareciendo poco a poco. La poligamia está en vías de desaparición entre las nuevas generaciones nacidas después de 1985, o bien está prohibida.
Las Comoras han sido durante mucho tiempo un enclave del tráfico negrero. Los sultanes comorienses iban a buscar esclavos a la costa africana, antes de vendérselos a los europeos o a los árabes, con destino sobre todo a Oriente Próximo. El sultán que reinaba en Mayotte, vasallo de su vecino de Anjuan (estando las Comoras en vías de unificación bajo la autoridad del Estado de Anjuan) pero en conflicto con él, llama a Francia en su ayuda en 1841 y le vende la isla.
El archipiélago se convirtió en protectorado francés en 1887, salvo Mayotte que siguió siendo colonia. La esclavitud fue abolida en 1848, pero no lo fue en los sultanatos de las Comoras bajo protectorado. Mayotte se impregnó más de la presencia francesa que las otras tres islas, con una administración de emigrantes y colonos llegados de La Reunión, sin que por otro lado surgiera una sociedad criolla. Con el final del tráfico negrero, los superpobladas Comoras, sin recursos y alejadas de las grandes rutas marítimas, apenas interesaron a la administración colonial francesa.
La producción agrícola y de acuicultura se destina en un 60 por ciento a la producción de alimentos; las exportaciones, como vainilla, perfume derivado del ylang-ylang, son débiles; la economía, de tipo colonial, viva de los pedidos del sector público y del consumo privado en torno al comercio.
Pero todo podría cambiar con la explotación petrolera en la zona de las “islas dispersas”. Es lo que esperan los notables que presionan para la transformación de la isla en zona franca, sin impuestos para los empresarios y sin derechos para los trabajadores, incluyendo tal vez, partiendo de ahí, la idea de independencia.
Luchas sociales y cuestión migratoria
En 1993 una importante huelga general por el aumento de los salarios mínimos causó miedo a los líderes políticos mahoríes, que agitaron entonces el fantasma de la emigración, que se convirtió en la explicación de todos los males. Reclamaban la instauración de un visado entre Mayotte y las otras islas. En 1995, Balladur la establece para todo comorense que quisiera viajar a Mayotte. Un trayecto que se hizo después muy difícil, aunque la progresión, aún relativa, del nivel de vida en Mayotte y la crisis secesionista de 1997 en Moheli y sobre todo en Anjuan llevara a una multiplicación de las salidas. Según las autoridades comorenses, ascienden a 20.000 muertos entre 1995 y 2015 por la travesía marítima del “canal de la muerte”.
La población de Mayotte ha pasado de 40.000 habitantes en 1975 a 220.000 oficialmente en 2016, pero que son probablemente 350.000, si no 500.000. Los emigrantes clandestinos, que según la legislación internacional están en su país en Mayotte, representan ahora casi la mitad de la población. En 2005, Sarkozy, en pleno periodo de “limpieza”, lanzó una caza de sin papeles en Mayotte, con 13.253 expulsiones en 2006. La cifra no ha hecho después más que aumentar. Además, numerosos emigrantes llegados antes de 1995 nunca solicitaron permiso de estancia al no haber necesidad, y hoy son “sin papeles”. Todo el mundo alberga clandestinos que trabajan, cultivan la tierra, etc.
Así han surgido los mayores barrios chabolistas del Estado francés, sin agua, sin electricidad, bajo las enfermedades y malnutrición, con bandas de niños abandonados, mientras el Estado se dedica a la caza de mahoríes en las zonas costeras en donde mayoritariamente viven, bajo el pretexto de protección del litoral.
Mayotte se ha convertido así en una de las peores sociedades coloniales. La mitad de los mahoríes vive con menos de 348 euros al mes, el 82 por ciento de la población está bajo el umbral oficial de pobreza, con el coste de vida más elevado de todos los territorios franceses. La tasa de parto es del 20 por ciento (46,5 por ciento) para los jóvenes, sin contar los clandestinos. La tasa de analfabetismo bate récords y los servicios públicos son insuficientes y están degradados. Todo ello en un territorio en donde el 50 por ciento de la población tiene menos de 20 años.
Ante esta situación explosiva, las autoridades y los partidos que han suscitado después de 1993 el miedo al emigrante lo cultivan presentando la delincuencia como una consecuencia social, a efectos de separar blancos y negros. A menudo también se ven mahoríes que exigen la expulsión de los sin papeles. Pero muchos de ellos acogen a clandestinos. Se han creado milicias (de madres) de protección de los pueblos, en donde la lucha contra la inseguridad a menudo evoluciona hacia movilizaciones pidiendo escuelas, hospitales, comedores populares para niños pobres, etc.