Cuando el 8 de mayo de 1945 los sucesores de Hitler firmaron la capitulación de Alemania, en Grecia se habían liberado de los nazis seis meses antes. Durante más de tres años, el pueblo griego había mantenido una guerra de guerrillas contra los ocupantes fascistas italianos, búlgaros y, sobre todo, alemanes.
La liberación no fue competa. Un nuevo terror comenzó a golpear el país, ya que mientras los colaboracionistas de los nazis conservaban sus puestos al frente del ejército, la policía y los organismos de poder del Estado, los guerrilleros fueran perseguidos de nuevo, deportados y asesinados. Durante muchos años, hasta 1974, la resistencia griega fue calificada de “criminal” por los sucesivos gobiernos. No fue reconocida hasta 1982 y hoy día su lucha heroica no se conmemora oficialmente, ni siquiera tras el gobierno de Syriza.
“Eres responsable de mantener el orden en Atenas y de neutralizar o destruir cualquier banda del EAM-ELAS [Frente de Liberación Nacional-Ejército de Liberación del Pueblo Griego] que se acerque a la ciudad. Podéis tomar las medidas que consideréis necesarias para el estricto control de las calles y para inutilizar a todos los grupos de alborotadores… Por supuesto, sería mejor que vuestro mando estuviera reforzado por la autoridad de un gobierno griego… Sin embargo, no dudéis en actuar como si estuvierais en una ciudad conquistada en la que se está produciendo una rebelión local… Debemos mantener y dominar Atenas. Sería bueno que lo hicieras sin derramamiento de sangre si es posible, pero no dudes en derramar sangre si es necesario”.
El hombre que escribió estas líneas no fue otro que el Primer Ministro británico Winston Churchill. Era diciembre de 1944. Las tropas nazis seguían resistiendo a los aliados, que avanzaban lentamente en Italia y eran empujados hacia las Ardenas ante la contraofensiva final de la Wehrmacht. Sin embargo, las “bandas” a las que se refería Churchill no eran los colaboracionistas, sino los antifascistas del Frente de Liberación Nacional (EAM), que llevaban tres años encabezando la resistencia armada contra los ocupantes nazis.
El imperalismo británico en el Mediterráneo oriental
A lo largo del siglo XIX, el Mediterráneo oriental fue el centro de la rivalidad imperialista entre Gran Bretaña y Rusia. En octubre de 1917 la revolución bolchevique puso fin a las ambiciones de estos últimos en la región, por lo que a principios de la década de los cuarenta Grecia estaba bajo la influencia británica. El país tenía una importancia estratégica.
En los años cuarenta, el desarrollo de la resistencia contra el fascismo que agrupaba a militantes comunistas con pequeños partidos socialistas, pronto hizo saltar las alarmas en el Ministerio de Asuntos Exteriores británico. Desprestigiada entre la población y asociada a la dictadura fascista del general Metaxas entre 1936 y 1941, la monarquía griega le parecía a Churchill la única forma de garantizar el mantenimiento del dominio británico.
En marzo de 1941, cuando se hizo evidente la amenaza alemana en los Balcanes, Churchill ordenó a su cuartel general de Oriente Medio que destinara 50.000 soldados a Grecia, una iniciativa que interrumpió la victoriosa ofensiva británica en Libia, pero no impidió la invasión de Grecia por parte de la Wehrmacht al mes siguiente.
El rey griego, Jorge II, se exilió en Londres con su gobierno, que era en gran medida el mismo que bajo la dictadura de Metaxas. Sus tropas se reagruparon en Egipto y lucharon junto a los británicos. Los soldados cuestionaban que la mayoría de los oficiales que dirigían el ejército fueran monárquicos.
En el interior de Grecia se desarrolló rápidamente un movimiento de resistencia antifascista. El Frente de Liberación Nacional, el EAM, nació en septiembre de 1941. Organizó grandes manifestaciones en las principales ciudades y en la primavera de 1942 empezó a crear las primeras unidades guerrilleras bajo la dirección de su ejército popular, el ELAS. Al mismo tiempo, los agentes del Special Operations Executive (SOE) británico -creado por Churchill en 1940 para llevar a cabo sabotajes tras las líneas enemigas en colaboración con los movimientos de resistencia en los países ocupados- desarrollaban sus propios combates con relativa autonomía.
Los británicos intentaron sin mucho éxito crear o fomentar organizaciones rivales del EAM. Pero los dirigentes de los demás partidos no querían resistir activamente. El EAM-ELAS siguió siendo, con mucho, la principal organización de la resistencia, indispensable desde el punto de vista militar. A cambio de su participación en las operaciones de los británicos, sus representantes fueron recibidos en El Cairo en agosto de 1943 para alcanzar un acuerdo con el gobierno griego en el exilio.
Los británicos se dieron cuenta de la importancia que había adquirido el EAM. En la Conferencia de Quebec, en agosto de 1943, Roosvelt no apoyó el plan británico para desembarcar en Grecia. Entonces Churchill bloqueó cualquier posibilidad de negociación con el gobierno griego, envió a los delegados del EAM a casa y redactó el Plan Manna: tras la retirada de las tropas alemanas de Grecia, el Imperio Británico las sustituiría con una fuerza expedicionaria.
A partir de entonces, los agentes británicos trataron de sabotear al ELAS por cualquier medio disponible. Intentaron comprar a sus partidarios, sobornándolos con soberanos de oro. Financiaron pequeñas organizaciones paralelas, incluidas las que se autodenominaban “nacionalistas” que, en realidad, eran cómplices de los nazis. Colocaron a sus propios hombres en el gobierno colaboracionista y en los “batallones de seguridad” creados por el gobierno de Atenas.
Esos batallones participaron en las operaciones de castigo de las tropas nazis, con su estela de masacres y pueblos quemados. En las ciudades, colaboraron en el bloqueo de barrios enteros, rodeándolos por la noche y localizando y asesinando a los guerrilleros con la ayuda de soplones enmascarados.
El doble juego de los británicos sembró la semilla de la guerra civil en el invierno de 1943-44. A pesar de ello, el EAM-ELAS consiguió liberar gran parte de Grecia. Estableció instituciones populares que formaron un poder paralelo. En marzo de 1944 la guerrilla creó un “gobierno de montaña” para organizar las elecciones.
El nuevo gobierno despertó el entusiasmo de las tropas griegas que seguían en Egipto, que exigieron que la guerrilla fuera incluida dentro del gobierno en el exilio. Churchill respondió con una implacable represión. Deportó a los soldados rebeldes a campos en África y creó una Guardia Pretoriana preparada para volver a Grecia con el rey y las tropas británicas tras la liberación.
Al no poder eliminar al EAM por la fuerza en el interior de Grecia, los británicos recurrieron a maniobras políticas a las que los dirigentes de la montaña -que carecían de experiencia- tuvieron dificultades para responder. Atrapados entre su estrategia de unidad nacional y el peligro de un golpe de los británicos y la reacción autóctona, cayeron en la trampa en una conferencia cuidadosamente preparada en Líbano en agosto de 1944.
Tras muchas dudas, aceptaron participar en un gobierno de unidad nacional encabezado por un peón de Churchill, Yorgos Papandreu. Al mes siguiente, los dirigentes del EAM llegaron a reconocer la autoridad del gobernador militar británico, Ronald Scobie, que llegaría a Grecia tras la liberación.
Guerra después de la guerra
La ofensiva del Ejército Rojo en Bulgaria en septiembre de 1944 obligó a la Wehrmacht a retirarse de Grecia, bajo los ataques de los guerrilleros del ELAS. Tras la retirada llegó la fuerza expedicionaria británica, acompañada de Papandreu y demás sicarios griegos. Se instalaron en Atenas el 18 de octubre y exigieron que el ELAS depusiera las armas, al tiempo que rechazaban el desarme de la Guardia Pretoriana que se había formado en Egipto y trasladado a Atenas a principios de noviembre.
No se celebraron juicios contra los colaboracionistas de los nazis y los milicianos de la reacción circularon armados impunemente por Atenas, persiguiendo a los combatientes de la resistencia. Tras intentar obtener garantías durante todo el mes de noviembre, los ministros del EAM dimitieron.
El 3 de diciembre de 1944 tuvo lugar una gran manifestación popular en la plaza Syntagma de Atenas para exigir la dimisión de Papandreu y la formación de un nuevo gobierno. La policía abrió fuego contra los iviles desarmados, matando a más de veinte e hiriendo a más de cien. La masacre desencadenó la insurrección del pueblo de Atenas. Era el pretexto que buscaba Churchill para acabar con la resistencia antifascista.
Churchill ordenó a su sicario Scobie que aplastara a los guerrilleros. En plena Guerra Mundial, hasta 75.000 soldados británicos fueron desviados del frente italiano a Grecia. Las propuestas de negociación de la EAM fueron rechazadas.
Mal armados, mal alimentados y en su mayoría muy jóvenes, los partidarios del EAM en Atenas y el Pireo resistieron durante 33 días un diluvio de fuego, enfrentándose tanto a las tropas británicas como a los batallones de seguridad sacados de sus cuarteles y rearmados. El propio Churchill viajó a Atenas a finales de diciembre y logró forzar que el rey Jorge II -que seguía en Londres- aceptara una regencia. Pero se mantuvo inflexible sobre las demás garantías exigidas por la EAM.
Mientras el ELAS seguía presente en el resto de Grecia, sus dirigentes temían imponer más penurias a una población agotada y hambrienta: 1.770 pueblos habían sido incendiados, más de un millón de personas no tenían vivienda y la producción de cereales había descendido un 40 por ciento. La ayuda de los aliados no les llegó a ellos. En el Acuerdo de Varkiza, firmado el 12 de febrero de 1945, el ELAS aceptó la renuncia a la lucha armada unilateralmente.
Pero el EAM no fue destruido y consiguió ganar las elecciones por amplia mayoría. Los imperialistas británicos tuvieron que reaccionar rápidamente. El gobierno laborista que sucedió a Churchill en julio de 1945, mantuvo a las fuerzas de ocupación y contó con la ayuda de los que habían colaborado con los nazis. Los británicos reorganizaron la policía y un ejército griegos. Los partidarios de EAM fueron detenidos, condenados y sometidos a un terror sin precedentes.
El ministro de Asuntos Exteriores británico, Ernest Bevin, ordenó la celebración de elecciones en marzo de 1946. La EAM y las organizaciones antifascistas se negaron a participar y tuvieron que pasar a la clandestinidad para escapar de la persecución.
El 12 de marzo de 1947 Truman pidió al Congreso los fondos necesarios para una nueva guerra en Grecia. Estados Unidos tomaba el relevo del imperialismo británico. La Guerra Mundial se convertía en guerra civil, que duraría -de forma abierta o latente- unos 30 años, con una breve pausa entre 1963 y 1965. Sólo terminó en 1974 con la caída de la dictadura de los coroneles.
Bueno que lo expliquen, hasta ahora yo tenía entendido que la entregó Stalin, poniendo por encima una política de buen entendimiento con el imperialismo yanki, de respetar para ser respetado. Es verdad que estaba Churchill conspirando, pero que sin la traición del PCUS era imposible lo que pasó. Y por esa misma política el PC en Argentina apoyó al embajador estadounidense Braden en 1945. Es posible que todo esto sea errado, pero reconozco que me cerraba bien, tendré que estudiar más.