Biografía de Marx (Parte 4)



Una
prensa de agitación política



Cerrada la vía de la docencia, Marx se lanzó al periodismo,
que era una forma de agitación política desconocida hasta entonces en Alemania.
Desde abril de 1842 empezó a colaborar con la Gaceta Renana que
convirtió en una tribuna para propagar las ideas avanzadas y luchar contra la
reacción política y el oscurantismo.

En el periódico Marx empezó a caer del cielo a la tierra, de
lo abstracto a lo concreto. Su puesto de observación le permitió conocer de
cerca la situación de los trabajadores. El contacto directo con la lucha de las
amplias masas de Alemania y su conocimiento del movimiento obrero de otros
países influyeron grandemente en el joven Marx y le hicieron comprender la
necesidad de profundizar sobre problemas nuevos para él, los problemas
económico-sociales. La aparición de una nueva clase, el proletariado, en la
palestra de la lucha hizo que Marx sintiese curiosidad por las publicaciones
socialistas que habían aparecido en Inglaterra y Francia. Engels dice
que Marx le habló posteriormente más de una vez de que el estudio de la ley
sobre la tala ilícita y de la situación de los campesinos de Mosela le
indujeron a pasar de la política a la economía y, de este modo, al socialismo.

Como correspondía a un demócrata revolucionario, en una
serie de artículos, Marx asumió la defensa de los intereses materiales de las
masas populares. Aquí se perfila el paso de Marx del idealismo al materialismo
y de la democracia revolucionaria al comunismo. Pero aún faltaba un trecho.
Cuando el periódico fue acusado de comunismo, Marx respondió anunciando la
próxima publicación de una crítica fundamental del comunismo. Se
negó a adoptar las teorías comunistas tal y como existían entonces de una
manera superficial. Pensaba que las formas de comunismo expuestas eran burdas y
poco desarrolladas, presentándose como abstracciones dogmáticas. En una carta a
Arnold Ruge de noviembre de 1842 escribía que consideraba inadmisible y
hasta inmoral el contrabando de dogmas comunistas y socialistas, es decir, de
una nueva manera de ver el mundo, en las críticas teatrales corrientes, etc., y
que exigía, si se trataba el tema, un estudio totalmente distinto y más a fondo
del comunismo
.


Además, Marx tampoco era aún materialista; estaba convencido
de que para cambiar la sociedad primero había que cambiar el pensamiento. Para
ello había que influir en la opinión general, desarrollar nuevas ideas y
desplegar vastas campañas de propaganda. Sus preocupaciones entonces estaban en
la prensa, en la defensa de la libertad de expresión. La política también la
concebía como un debate de ideas. Por eso uno de sus artículos más importantes,
realmente demoledor, es el que analiza las nuevas normas sobre censura.
Compuesto de seis largos artículos, analizaba entonces los debates de la Dieta
renana sobre la libertad de prensa que habían sido divulgados públicamente pero
sin mencionar los nombres de los participantes. Decía que la Dieta no soportaba
la luz del día y que si, al elegir a sus representantes, los lectores confiaron
en ellos, al ocultarse en el anonimato no confiaban en el juicio de quienes les
otorgaron su confianza.

Uno de los oradores había reclamado la libertad de prensa
como parte integrante de la libertad de industria, y Marx respondió: ¿Acaso
es libre la prensa degradada a industria? Es innegable que el escritor tiene
que ganar con el trabajo de su pluma para existir y escribir, pero jamás
existir y escribir para ganar. La primera libertad de la prensa consiste
precisamente en no ser una industria. Al escritor que prostituye esa libertad
de prensa, convirtiéndola en medio material, le está bien empleada como castigo
de esa esclavitud exterior de la censura; o por mejor decir, ya su propia
existencia es su castigo
. Marx también hablaba de sí mismo, exponiendo una
norma a la que se ajustaría durante toda su vida. Sus trabajos fueron siempre
fin y jamás un medio, hasta tal punto que llegó a dedicarles su propia
existencia.

En sus artículos Marx se mantiene aún en un punto de vista
humanista abstracto, antropocéntrico. Para aquel Marx, el problema reside en
saber quién es el sujeto real que, para el hombre, es el hombre mismo. Con
la Gaceta Renana Marx lucha contra la opresión social,
política y espiritual imperante en Prusia y en el resto de Alemania. Al
observar, en numerosas ocasiones, la actitud desalmada del gobierno prusiano y
sus funcionarios hacia las necesidades vitales del pueblo, Marx llegó a la
conclusión de que dicho gobierno, sus funcionarios y sus leyes no reflejaban ni
defendían los intereses del pueblo, sino los de las capas dominantes: la
nobleza y el clero.

En la redacción de la Gaceta Renana, Marx había
asistido, en las oficinas del periódico en Colonia, a las reuniones de un
círculo de discusión animado por Moses Hess (1812-1875), el primer hegeliano
que se pasó a las filas del comunismo. Los historiadores no han valorado
suficientemente esta temprana influencia de Hess, anterior a la de Weitling y
Proudhon. También de origen burgués y con una vasta cultura, Hess había viajado
de joven por Francia e Inglaterra y destacó entre los primeros revolucionarios
renanos. Aunque reclamaba el sufragio universal, Hess denominó anarquía a
su filosofía social expuesta primero en su Triarquía europea y
en 1843 en Die Philosophie der Tat.

Hess era un hombre muy influenciable y su doctrina, muy
primitiva, acusa su eclecticismo, por no decir confusión. Se declaraba atraído
por Spinoza; ponía a Saint-Simon a la altura de Hegel, aunque también se le
puede considerar próximo a Stirner al declarar que todas las acciones libres
deben surgir de los impulsos individuales, no contaminados por ninguna
influencia externa. Este híbrido no podía satisfacer a Marx, que no se
comprometió con Hess a la ligera. Era la época dorada del socialismo utópico
cuyas diversas variantes se basaban, casi todas, en especulaciones abstractas
acerca de la forma de alcanzar una nueva sociedad más igualitaria, y no tenían
ninguna, relación con las luchas que se desarrollaban ante sus ojos. Es por lo
que Marx rechaza la mayor parte de esos tipos de socialismo que le son
contemporáneos y los considera como formas dogmáticas que encaran el mundo con
esquemas prestablecidos y que consideran indignas de su atención las luchas
políticas prácticas. No se trata de aportar la conciencia a cualquier cosa
inconsciente -la esencia del idealismo- sino de hacer consciente un proceso que
evoluciona ya en esa dirección, un proceso conducido por una necesidad material
que contiene también la necesidad de hacerse consciente de sí mismo. Es la
formulación de la Ideología alemana que define al comunismo
como el movimiento real que suprime el estado de cosas existentes,
que sitúa la conciencia revolucionaria en la existencia de una clase
revolucionaria y que define explícitamente la conciencia revolucionaria como
una emanación histórica del proletariado explotado.

No obstante, durante un tiempo los caminos y Hess y Marx
caminos corrieron en paralelo. En setiembre de 1841 Hess escribió a Bertold
Auerbach una carta para presentarle a Marx:

Te alegrarás de conocer a un hombre que es ahora amigo
nuestro, aunque vive en Bonn, donde muy pronto será encargado de curso […] Me
ha producido una impresión extraordinaria y, sin embargo, mi actividad está muy
próxima a la suya; en resumen, disponte a conocer al más grande y quizá al
único verdadero filósofo vivo. Muy pronto, cuando sea conocido del público (por
sus escritos al mismo tiempo que por su curso en la Universidad), atraerá sobre
él las miradas de Alemania entera […] El doctor Marx -así se llama mi ídolo-
es todavía un hombre muy joven (apenas tiene veinticuatro años). Dará el golpe
de gracia a la religión y a la política medievales; une el espíritu más mordaz
a la más profunda gravedad filosófica: imagina a Rousseau, a Voltaire, a
Holbach, a Lessing, a Heine y a Hegel fundidos en una sola persona, y digo
fundidos y no arrojados al mismo saco […] ese es el doctor Marx.



A Marx su suegro ya le había insistido en la importancia de
Saint-Simon, pero fue Hess quien acercó a los últimos utopistas franceses a
Alemania. Hasta ese momento sólo llegaban noticias muy vagas acerca de
sociedades secretas que circulaban por los periódicos alemanes. Cuando al cabo
de poco tiempo Hess y Marx coincidieron en París, conocieron a Proudhon y a
Bakunin y compartieron varios proyectos políticos. La Ideología alemana es
una respuesta contra un ataque de los hegelianos contra Marx, Engels y
Hess, hasta el punto de que parece ser que éste escribió una parte del texto.
Pese a su anarquismo nominal, Hess nunca estuvo próximo a Proudhon y sus
relaciones con Bakunin terminaron más tarde en una disputa encarnizada. A pesar
de que Hess escribió la parte de la Ideología alemana en la
que se ataca el verdadero socialismo, luego se convirtió en un
exponente de ese mismo verdadero socialismo junto con Carlos
Grün, Hermann Kriege y otros, por lo que tuvo que verse sometido a la
demoledora crítica de Marx. No obstante, a pesar de las divergencias, a
diferencia de otros renegados, Hess nunca se apartó totalmente de Marx,
acabando en las filas lassalleanas. Luego Marx y Engels siguieron
manteniendo relación con su mujer Sibylle Pesch (1820-1903), otra activa
militante revolucionaria que participó en la Liga de los Comunistas, en el
partido lassalleano y en dos congresos de la I Internacional, los de
Bruselas y Basilea. En una carta escrita dos años de la muerte de Hess, Marx le
califica de amigo y camarada, apreciando su obra científica Teoría
dinámica de la materia
.

Inicialmente Hess fue el director del periódico porque Marx
no comenzó a colaborar hasta que en abril se desvanecieron sus intentos de
seguir a Bauer en la Universidad de Bonn. En octubre del mismo año fue nombrado
redactor-jefe y tuvo que trasladarse a vivir a Colonia, mientras Bauer, al ser
expulsado de Bonn, se fue a vivir a Berlín y allí fundó la Liga de los
Libres
 con sus hermanos, Max Stirner, Meyen, Köppen y otros, entre los
que se puede incluir a Engels que entonces cumplía en Berlín el servicio
militar. Con la excepción de Köppen y Engels, este grupo inició una deriva
nihilista, mientras en Colonia Marx experimentaba un proceso inverso. En el
periódico se fue abriendo una brecha entre Marx y sus viejos amigos berlineses,
entre el político y los filósofos, que acabará en una lucha abierta: Cuanto
más penetraba Marx en la realidad concreta más se perdían en la abstracción sus
amigos berlineses
, escribió Nikolaievski. En un principio simplemente
pareció que Bauer no evolucionaba, pero nada se estanca; lo que no evoluciona
retrocede y el retroceso de Bauer, el fogoso neohegeliano, le pondrá en los
brazos de la reacción.

El detonante de la ruptura fue George Herwegh, un poeta que
había ganado gran notoriedad en 1841 con una obra romántica de éxito. Aunque
era un atolondrado político, Herwegh formaba parte de los círculos de
intelectuales revolucionarios y tuvo que exiliarse a comienzos de 1843, aunque
pudo regresar pronto, siendo recibido por Federico Guillermo IV, una entrevista
absurda que dio lugar a una polémica. Algunos colaboradores berlineses de la Gaceta
Renana
 querían criticar la reunión de Herwegh en el periódico. Por su
parte, Herwegh respondió atacando a aquellos berlineses neohegelianos
vinculados al círculo de amigos de Bauer. Marx no estaba de acuerdo con la
reunión de Harwegh con Federico Guillermo IV y, por otro lado, estaba de
acuerdo con las críticas de Harwegh a los berlineses, aunque no entraban en el
fondo del asunto, que era su propio comportamiento. Con el apoyo de Ruge, Marx
se negó a publicar las críticas a Harwegh en el periódico y los berlineses
rompieron la relaciones. Bauer se unió a ellos.

La polémica con la Liga de los Libres tiene
relación con las dos visitas de Engels a Hess en la redacción de
la Gaceta Renana. La segunda de ellas se produjo a finales de
noviembre de 1842 cuando marchaba camino de Inglaterra. Entonces conoció a Marx
pero aquella primera toma de contacto no fue buena. Engels estaba en
correspondencia con los berlineses, que le hablaban mal de Marx, y éste
desconfiaba del que consideraba como un embajador de la Liga de los
Libres
.


Gracias a Marx, la Gaceta Renana fue
adquiriendo una orientación democrática y revolucionaria. El gobierno de Prusia
estableció una rigurosa censura sobre el periódico, asustado por el rápido
aumento de su influencia. Bajo la dirección de Marx se triplicó el número de
suscriptores, alcanzando los tres mil, un número alcanzado por muy pocos
periódicos en Alemania. Los artículos que superaban la censura eran
reproducidos por otros medios y se citaban elogiosamente. Estaba a punto de
convertirse en el periódico más importante de Alemania cuando en enero de 1843
el gobierno dispuso su suspensión a partir del 1 de abril del mismo año después
de haberse publicado unos artículos subversivos, entre ellos uno de Marx sobre
los sufrimientos de los viñadores de la región del Mosela. Como no podía
compartir los propósitos de los accionistas de la Gaceta Renana,
que querían imprimir al periódico una orientación más moderada, Marx declaró el
17 de marzo que no pensaba seguir en la redacción. Fue entonces cuando decidió
abandonar su país para editar en el extranjero una revista revolucionaria
destinada a Alemania. Marx entendía que la revista debía someter todo
lo existente a una crítica implacable
.

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