Merece la pena ver la serie “Así nos ven” que exhibe Netflix. Dirigida de manera extraordinaria por Ava DuVernay, es la historia real de un sucio montaje policial contra un grupo de adolescentes negros e hispanos.
En una entrevista, la directora dice que el sistema judicial estadounidense no funciona mal: se ha organizado para funcionar de esa manera, buscando chivos expiatorios entre los sectores más oprimidos de la sociedad.
En 1989 una mujer fue asaltada y violada en Central Park al mismo tiempo que un grupo de chavales entre 14 y 16 años se divertían por las cercanías. Nada más sencillo que obligarles a confesar que habían sido ellos y cuando alguien confiesa su culpa no hay manera de solucionar el entuerto. No se necesitan más pruebas.
El futuro de los chavales es la pesadilla carcelaria, las palizas y un futuro marcado por el estigma de “violador” porque los medios de comunicación jalean su caza y captura, en el ambiente gringo típico de racismo y falta de escrúpulos. Trump paga anunción en los periódicos para pedir la pena de muerte a los adolescentes.
Los linchamientos modernos son así. Tienen su publicidad pagada, sus policías pagados, sus fiscales mercenarios, sus periodistas vendidos… No falta de nada para condenar a un grupo de jóvenes por un delito que no han cometido.
Los “salvajes” no eran los niños que fueron al parque a divertirse sino el implacable aparato de represión puesto en funcionamiento para montar un fraude judicial y mediático. Los “salvajes” no estaban en una población de Harlem, miserable y empobrecida, sino en Wall Street.
Ahora algunas facultades de derecho estudian la manera en que la policía lleva a cabo los interrogatorios, cómo se falsifican las pruebas y cómo los demás, fiscales y periodistas, se comen esos montajes sin hacer preguntas incómodas.