África: el último gran supermercado de drogas

África se está convirtiendo en una de las principales regiones consumidoras de drogas del mundo. En 2016 el Continente Negro tenía 1,8 millones de adictos a la cocaína y 10 millones de consumidores de otras drogas (metanfetaminas, cannabis, heroína, opiáceos).

En 2050, unos 24 millones de personas consumirán drogas, la mitad de ellas en el oeste del continente. La ruptura con el pasado se remonta a la década de 1990, cuando África dejó de ser sólo una tierra de cultivo y tránsito, papel que sigue desempeñando, especialmente para la heroína, que pasa por el continente africano en su camino hacia Estados Unidos.

Varios cárteles dividen el territorio en grandes zonas de influencia. Por ejemplo, los italianos (la Ndrangheta) están presentes en Nigeria, Costa de Marfil y Sudáfrica; los sicilianos de la Cosa Nostra en Zimbabue, Namibia y la República Democrática del Congo. Los mexicanos del cártel de Sinaloa se encuentran principalmente en África Occidental. Además, hay locales, como los Black Axe, un grupo criminal nigeriano cuyo símbolo es un hacha negra que parte una cadena atada a dos muñecas sobre un fondo amarillo.

El aumento del consumo de drogas en África se debe, por un lado, al crecimiento demográfico, a las dificultades de integración económica, especialmente de los jóvenes, y a la pobreza. La porosidad de las fronteras y la corrupción explican la prosperidad de los distintos cárteles.

Por otro lado, la debilidad de las respuestas políticas y la complicidad de los miembros del aparato estatal son factores clave. En algunos casos, la lucha contra las redes se lleva a cabo de forma violenta y conduce a un aumento de la corrupción.

En Nigeria, donde en 2018 el 14,4 por ciento de la población consumía drogas, según la ONU, frente a la media mundial del 5,6 por ciento, el Estado utiliza principalmente la represión contra los consumidores, pero hace poco contra los traficantes.

Las redes aprovechan la complicidad de los altos funcionarios para prosperar. En Guinea-Bissau, los militares participan en el tráfico internacional. El Jefe del Estado Mayor, Antonio Indjai, apoyó a una red mundial de tráfico actuando como intermediario, aceptando almacenar cocaína procedente de Sudamérica en el país en 2012. La droga se reexporta a otros países, incluido Estados Unidos. En 2013, Antonio Indjai fue detenido por narcoterrorismo.

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