A la Universidad de Yale no les ha quedado más remedio que reconocer que, por lo menos en Mongolia, no hay calentamiento, sino más bien al contrario. Los inviernos son cada vez más crudos, con descensos del aire frío procedentes del Ártico más frecuentes y, sobre todo, más duraderos.
Los llaman “dzud”, un término que designa un clima gélido y anormalmente nevado que provoca una mortalidad masiva del ganado y, a veces, también de seres humanos.
Según la Universidad estadounidense, los días de frío extremo fueron un 28 por cien más frecuentes entre 2000 y 2016 que entre 1981 y 1999. La nieve también ha aumentado un 40 por cien desde 1961. La capa de nieve en el suelo amplifica el riesgo de frío extremo, enfriando aún más la atmósfera (*).
Mongolia padece inviernos extremadamente duros desde hace unos veinte años y todas las previsiones estiman que el fenómeno seguirá empeorando. El IPCC predice un aumento del 20 por cien de los “dzuds” de aquí a 2080, con la consecuencia de una mortalidad inevitable del ganado muy alta.
El país asiático acaba de sufrir un invierno extremo en términos de frío. Alrededor del 90 por cien de Mongolia experimentó condiciones excepcionalmente gélidas y nevadas este invierno. Más de dos millones de cabezas de ganado muerieron a causa del frío en los últimos meses.
No es un fenómeno meteorológico nuevo, sino que ocurre como promedio cada 10 años. Pero en los últimos tiempos se ha producido con mucha más frecuencia: el país acaba de sufrir dos “dzuds” desastrosos dos inviernos seguidos. Muy a menudo las temperaturas han bajado hasta los -45ºC.
No sólo han aumentado los días extremadamente fríos, sino también los períodos secos, incluso durante el verano. Las poblaciones locales también han observado que los inviernos más duros se producen después de veranos secos, lo que debilita al ganado.
Los “expertos” se han lanzado a buscar explicaciones rocambolescas del enfriamiento. En estos casos la “corriente de chorro” es uno de los recursos más habituales, que suele explicar casi todos los fenómenos meteorológicos que se escapan del guión establecido.
Ese tipo de explicaciones son incongruentes por muchas razones. Cuando llega una racha de calor, se trata del CO2 y el cambio climático. Pero si la racha es de frío, entonces recurren a otro tipo de fenómenos, de tipo meteorológico, como la corriente de chorro.
Con ese tipo de argumentaciones los “expertos” quieren transmitir que las olas de frío son excepcionales y locales, mientras que las de calor son generales y perseverantes. Es el error fundamental en el que están empeñados desde hace tiempo, aunque da mucho juego a las televisiones y los divulgadores seudocientíficos. Unas veces les interesa hablar del corto plazo y otras del largo.
(*) https://e360.yale.edu/features/mongolia-dzud-climate-change