La “Operation Legacy” (Operación Legado), fue un programa de destrucción sistemática de archivos aplicado desde finales de la Segunda Guerra Mundial (o posiblemente antes) hasta los primeros años de la década de los 60 en 37 territorios ocupados por los ingleses.
Países como Belice, la Guayana Británica, Jamaica, Kenia, Malasia, Singapur, Uganda y muchos otros, vieron cómo fueron incineradas las pruebas sobre asesinatos, abusos y torturas que los británicos habían ejercido sobre sus pueblos durante su dominación.
El historiador Tony Badger, persona que ha recuperado la mayoría de la documentación relacionada con la “Operación Legado”, puso al Ministerio de Relaciones Exteriores actual en una posición “vergonzosa y escandalosa”.
El hallazgo se produjo en enero de 2011, al descubrir la existencia de 307 cajas con documentación “superviviente” de aquella limpieza. Al parecer quedaron olvidadas, por más de 50 años, en un archivo de máxima seguridad del Ministerio de Asuntos Exteriores Británico, en Hanslope Park, Buckinghamshire (Reino Unido); lejos de los ojos de los historiadores, investigadores y del público en general.
Ocultar aquel material durante tanto tiempo representó una violación de la legislación sobre la desclasificación de documentos, por lo que una vez descubiertos tuvieron que hacerse públicos a corto plazo. Estos papeles representan una verdadera mina de oro para los historiadores, pero pasará algún tiempo antes de que todos se hagan públicos.
Entre la documentación recuperada, se conserva un telegrama fechado el 3 de mayo de 1961, firmado por Iain Macleod, Jefe de la Oficina Colonial del Reino Unido, con destino a todas las embajadas británicas. En el telegrama se daban instrucciones sobre cómo “rescatar” documentos oficiales de países recientemente independizados —o en vías de independizarse— con instrucciones sobre cómo deshacerse de ellos.
A los diplomáticos se les insistía en la necesidad de deshacerse de los archivos, haciendo hincapié en que podrían “avergonzar […], comprometer, o ser utilizados de forma incorrecta por las nuevas autoridades nacionales”. También ordenaron la destrucción de cualquier prueba que pudiera sugerir o pudiera interpretarse como actos de racismo.
Iain Macleod, de esta forma, exigió a sus subordinados que los gobiernos de los países que ganarían la independencia no obtuvieran ningún material que pudiera “perturbar el gobierno de Su Majestad”, ese sería su “Legado”: NADA.
Las instrucciones decían claramente que “ningún nativo podía participar de esta operación depuratoria, excepto miembros del gobierno sujetos a descendencia británica en Europa”.
Uno de los principales centros de destrucción de la zona Oriental, estaba ubicado en la base de la Royal Navy en Singapur, donde se construyó una instalación especial para la quema de miles de documentos que llegaban en camiones.
Se conserva un documento, en los legajos encontrados en Haslope Park, que reseña un viaje de 5 de esos camiones, cargados de documentación desde Kuala Lumpur en 1957.
Los archivos destruidos en este viaje contenían información sobre un caso de asesinato masivo, ocurrido en 1948, en Batang Kali, donde los soldados británicos fueron responsables de la masacre de 24 trabajadores de las plantaciones de caucho.
La existencia de un expediente con el asunto “Batang Kali” da fe de la realidad de lo que se llevaba años denunciando.
Un caso bien documentado a día de hoy, a base de testigos y que cuenta con documental propio. Según los autores del documental, en su día trataron de ocultar bajo la muerte de “28 ladrones” en la prensa, ejecutando posiblemente a 4 delincuentes comunes para ocultar el suceso.
Gran Bretaña destruyó toda la documentación relacionada con la presencia británica en la India durante los años 40, justo antes de que India proclamara su independencia. La prensa local publicó entonces docenas de titulares acusando a los funcionarios británicos de quemar cientos de documentos en Delhi
Los agentes involucrados en la “Operación Legado” recibieron instrucciones estrictas sobre cómo y dónde enviar los archivos.
Sin embargo, como algunos documentos no pudieron incinerarse en el crematorio de Singapur, todo el proceso se realizó en los diferentes archivos, donde, según las instrucciones; “se quemarían o arrojarían al mar a la distancia máxima posible de la costa”.
Con la India no habían tenido mucha suerte en tiempos anteriores, muchas de sus matanzas ya habían sido recogidas por la prensa internacional como la de Amritsar (1919).
Los documentos también revelan la destrucción de los archivos de inteligencia sobre Kenia que mencionaron el abuso y la tortura que sufrieron cientos de civiles durante el intento del grupo guerrillero “Mau Mau” de derrocar al gobierno colonial británico entre 1952 y 1960.
Aunque lograron deshacerse de una tonelada de pruebas en la década de 1950, la salida a la luz de aquel archivo en 2011, derivó en un derecho de demanda y juicio contra el gobierno de Gran Bretaña.
Además, derivó en una sentencia (en 2013) por cual tuvieron que indemnizar con 23 millones de dólares a más de 5.200 kenianos, como compensación por abusos y torturas que tuvieron que soportar durante la sublevación guerrillera de Mau Mau.
Durante el juicio se aportaron pruebas de que el servicio de inteligencia británico mantenía en Adén un centro secreto de tortura donde llevaban a los sujetos más incómodos de sus colonias africanas, allí muchos eran ejecutados o castrados.
También demostraron que los miembros del gobierno de Londres estaban al tanto de la tortura y ejecución de insurgentes kenianos —o sospechosos de serlo.
Lo único que se ha podido saber es que la documentación incinerada sobre esta isla fue seleccionada cuidadosamente, ya que se trata de una posesión que aún mantienen los británicos.
Se especula que se podrían haber destruido los planes de “depuración” solicitados por Estados Unidos en torno a los años 60, para alquilar la isla como base militar.
Según se dice, EE.UU. exigió que las islas estuvieran libres de su población nativa y fauna, es decir, los británicos deberían expulsar a los nativos y destruir su fauna. Cosa que se hizo, desalojando a la fuerza a 1800 nativos de sus hogares en dirección a las Mauricio y Seychelles, mientras se construían las instalaciones militares norteamericanas.
Actualmente, pese al aviso de descolonización, sigue siendo territorio británico arrendado a los EE.UU hasta 2036.
Se conserva el parte de un oficial, firmado en las navidades de 1960 en Uganda, que afirmaba que “en Tanganica el trabajo se dejó hasta casi el último minuto, con el resultado de que se hizo demasiado apresuradamente”.
Esto implica que, al menos en la zona de Uganda y Tanganica antes de 1961, ya se venía realizando la destrucción de la documentación.
En otro registro, encontrado por el investigador japonés Shoei Sato, pudo localizar un acta fechada el 21 de abril de 1960, en la que se discutía sobre la selección de documentos a destruir con el propósito de prevenir la “vergüenza” del Imperio en Uganda.
Sobre Uganda han aparecido otros legajos pertenecientes a trabajadores del gobierno colonial que decidieron guardar algún que otro documento, debido al valor histórico que pudieran tener en el futuro.
Aunque todavía no se conoce su contenido se especula que pudiera tratar sobre la utilización de nativos tanganicos en las minas de oro sudafricanas, hasta bien entrados los años 60.
La Guayana Británica (Hoy Guayana, Sudamérica) fue una colonia que, hacia mediados del siglo XIX, entró en la órbita de interés de Estados Unidos.
Se conservaron únicamente los archivos relacionados con el acceso al gobierno de Forbes Burham, según parece orquestado por la CIA en 1964, para, según conclusiones de los investigadores, guardarse ese as en la manga por si sucediese de nuevo una demanda contra Gran Bretaña como la de “Mau Mau”.
— https://elretohistorico.com/operation-legacy-como-se-destruyeron-los-documentos-que-prueban-los-crimenes-del-imperio-britanico/