El 24 de noviembre un reportaje del Washington Post circuló por las redes sociales y se hizo viral durante ese día y sobre todo el viernes 25, el cual fue la nota más leída en su página web durante esas 48 horas.
Fue legitimado por una ingente cantidad de periodistas del “establishment” y supuestos expertos en lo que llaman semiótica comunicativa, bajo el argumento de que la propaganda rusa fue exitosa en sus esfuerzos por diseminar por todas las redes “noticias falsas” durante las elecciones presidenciales en Estados Unidos.
Para esto, el periodista Craig Timberg, quien firmó la nota y asegura Paul Craig Roberts que es agente de la CIA, consultó a “expertos” que forman parte de equipos de análisis relacionados con el establishment, una universidad y una organización que ha causado controversia.
Basándose en el artículo «Cómo Rusia trata de destruir nuestra democracia”, escrita por tres autores, de los cuales uno es un operador del tanque de pensamiento neoconservador (y por lo tanto antirruso) Foreign Policy Institute, intenta argumentar con insistencia pero de manera floja que la Federación Rusa básicamente ha invadido Estados Unidos en el plano narrativo, en lo que sería una campaña de desinformación a gran escala y que ha servido para poner, el próximo enero, en la Casa Blanca a Donald Trump, a todas estas un supuesto “agente de Putin”.
Esta operación de propaganda rusa, según Timberg, ha sido previamente estudiada en sus mecanismos por la Escuela Elliott de Asuntos Internacionales de la Universidad George Washington y por la Rand Corporation, éste último calificado como el tanque de pensamiento del Pentágono.
La Escuela Elliott, por su parte, es cercana tanto en ubicación como en objetivos políticos y académicos al Departamento de Estado gringo, el FMI, el Banco Mundial, la OEA y, por supuesto, la Casa Blanca. De esta institución han egresado muchos funcionarios gubernamentales estadounidenses.
Pero quizás el más interesante, por controversial, de los organismos consultados por el periodista del Washington Post sea PropOrNot.
Presentado como “un grupo no partidista de investigadores con experiencia en política exterior, militar y tecnológica”, PropOrNot alega que las historias promovidas por esta supuesta campaña de desinformación dirigida desde el Kremlin fueron vistas en la red más de 213 millones de veces. Es uno de los datos más destacados por Timberg, quien consultó directamente al cabecilla de esta organización pero bajo la cubierta del anonimato “para evitar ser un blanco de la legión rusa de hackers habilidosos”.
Cualquier parecido del anónimo de PropOrNot con alias Garganta Profunda, el soplón del Watergate para el Washington Post que supuso el escándalo definitivo que destituyó a Richard Nixon de la presidencia estadounidense, no es mera casualidad. Asimismo, se recuerda el reciente caso de “Curveball”, alias de Rafid Ahmed Alwan al-Janabi, quien inventó los datos que usaran las agencias de inteligencia gringa e inglesa para armar el expediente de “armas de destrucción masiva” contra la Iraq de Saddam Hussein en 2003.
Durante la década de 1950, el senador Joseph McCarthy enarboló una lista negra donde aparecían ciudadanos norteamericanos con el objeto de ser acusados de comunistas y agentes de la Unión Soviética. Esto llevó a judicializar a numerosos estadounidenses en un contexto de Guerra Fría, proceso de persecución irregular llamado posteriormente “macartismo”, donde la frase de “¡Vienen los rusos!” del ex secretario de Defensa James Forrestal era más una consigna que un condimento de paranoia.
Asimismo, el Washington Post con el reportaje de Timberg publicitó una lista (llamada así: ‘La lista’) de PropOrNot, análoga a las pregonadas durante el macartismo, en la que algunos medios son expuestos y etiquetados como “prorrusos” y en su defecto como “tontos útiles” a las voluntades de Vladimir Putin.
Algunos analistas y periodistas estadounidenses críticos a las políticas del Departamento de Estado y la Casa Blanca les ha parecido curioso pero sobre todo alarmante que se publicite desde un medio como el Washington Post a una organización recién creada, sin ningún tipo de legitimidad, cuya metodología para la recolección de datos se basa en el análisis “conductual” y que culpa a diestra y siniestra incluso a colegas norteamericanos de crear “falsas noticias” en el marco de una supuesta campaña rusa, junto con la llamada “derecha alternativa”, de desinformación.
En ‘La lista’ aparecen medios financiados por el Estado ruso como la agencia Sputnik y RT, de la izquierda gringa tipo Counterpounch y Truthdig, de las tendencias conservadoras norteamericanas como Infowars y Ron Paul Institute for Peace and Prosperity, y de otras tendencias pero comprobadamente estadounidenses, como Veterans Today y Zero Hedge.
El Washington Post ha puesto a PropOrNot en el podio como un adalid de la denuncia contra Rusia, aunque acepte la alta probabilidad fraudulenta de sus “investigaciones”.
Aunque se han manifestado antecedentes de ‘La lista’, sobre todo los casos ucranianos expuestos por el periodista estadounidense radicado en la Ucrania, George Eliason, con su reportaje el Washington Post ha enarbolado en el espectro mediático lo que es de facto una realidad: la “Nueva Guerra Fría” de Estados Unidos contra Rusia.
Las consecuencias concretas aún están por verse.
Detrás de PropOrNot
El mote de “anónimo” circunda todo lo relacionado a PropOrNot. No existe información sobre quiénes son, a quiénes responde directamente y por ende quiénes son sus financistas. Lo único comprobable son sus objetivos.
Por supuesto, esta organización rechaza el calificativo de macartista, pues sólo pide con urgencia que todos esos medios sean investigados y propiamente judicializados por el FBI y el Departamento de Justicia gringo. La ironía no necesita explicación.
Aunque es difícil rastrear la identidad de los operadores y financistas de PropOrNot, algunos portales que han denunciado a la organización por haber sido involucrados en ‘La lista’ han hecho notar sus simpatías con la Ucrania gobernada actualmente por nazis.
Por otro lado, el sitio de investigación Wall Street On Parade aporta algunos datos interesantes. PropOrNot desarrolló un plugin para Google Chrome que identifica páginas con dominio hecho en Rusia. La dirección que corresponde a la aplicación tiene como origen en Santa Fe, Nuevo México, donde no hay registro alguno de la organización. Dicen los autores de la investigación que estas direcciones virtuales suelen crearse para limitar las responsabilidades de las corporaciones que quieren mantener en secreto sus principales capitales.
PropOrNot se vale de equipos de análisis como el británico Instituto Legatum y el Centro de Análisis para la Política Europea (CEPA, sus siglas en inglés), ubicado en la capital estadounidense, este último ligado financieramente a los hermanos Koch y Exxon Mobil, para sostener sus reclamos antirrusos.
El CEPA, en mayo de 2016, promovió junto con los senadores Chris Murphy y Rob Portman una discusión sobre la “sofisticada campaña de desinformación de Rusia” en Estados Unidos.
El último senador mencionado fue citado en otro reportaje de Craig Timberg, seis días luego de la nota anteriormente reseñada, confirmando la supuesta campaña de desinformación y con ello iniciando en el Congreso una respuesta “a la amenaza a la seguridad nacional estadounidense”.
En la carrera al Senado de este año, dos de los tres grandes donantes de la campaña de Portman son los bancos hegemónicos de Wall Street: Citigroup y Goldman Sachs.
Otros investigadores como Wayne Madsen, Robert Parry y alias Tyler Durden de Zero Hedge no dudan que, siendo el Washington Post el principal promotor de esta organización fantasma, tenga por origen una actualizada de la Operación Ruiseñor (Mockingbird), una acción encubierta de la CIA durante los años de la Guerra Fría.
PropOrNot también señala como proyectos relacionados a las organizaciones Bellingcat, conectada a la Usaid y a la Fundación Open Society de George Soros, y Snopes, que ha sido señalada por el mismo Wayne Madsen de ser un aparato de desinformación web de la CIA.
Ni hablar del mismo Washington Post, cuyo enlace directo con la CIA es notorio a través del dueño del periódico Jeff Bezos, quien también tiene como propiedad la página de comercio digital Amazon. Esta corporación tiene un negocio con la famosa agencia de inteligencia por 600 millones de dólares por el desarrollo de una nube informática actualmente en servicio.
El ex agente de inteligencia Steve Kangas ha puesto el foco sobre el Washington Post: “Quizás no haya periódico más importante para la CIA como The Washington Post, uno de los diarios más derechosos de los Estados Unidos. Su locación en el capitolio de la nación habilita el papel de mantener valioso personal de contacto con figuras líderes de la inteligencia, políticos y hombres de negocios. A diferencia de otros periódicos, el Post opera con sucursales mediáticas alrededor del mundo, en lugar de depender de los servicios de cable de AP”.
El escándalo del Watergate con información privilegiada que sólo podía tener un agente de inteligencia de la CIA o el FBI y la verdadera falsa noticia de que la Iraq de Saddam Hussein tenía “armas de destrucción masiva”, tuvieron como principal tribuna al Washington Post.
Una amplia nómina mediática de la CIA integra a este periódico de prestigio internacional, lo que demuestra que detrás de los titulares del Post hay una agenda política.
Una ley hecha a la medida
Analistas e investigadores como el estadounidense Eric Zuesse dan cuenta de que el reportaje del Post es tan carente de calidad periodística que el resto de medios corporativos como The New York Times y CNN no reseñaron la nota de Craig Timberg.
Sin embargo, el Congreso estadounidense no se hizo de rogar y pasó directamente, el 30 de noviembre pasado -una semana luego de la publicación en el Post-, una ley de Autorización de Inteligencia correspondiente al año fiscal 2017, donde se detallan algunos asuntos relacionados a la cobertura de lo que ellos entienden por propaganda rusa. Entre aquellos se habla, como si se tratara de premonizar:
— Establecimiento o financiamiento de un grupo fachada
— Transmisiones encubiertas
— Manipulación mediática
— Desinformación y falsificaciones
— Financiamiento de agentes con influencia
— Incitación y ofensiva de contrainteligencia
— Asesinatos
— Actos terroristas
Dicha ley fue patrocinada por Devin Nunes, republicano por el estado de California, cuya carrera política está principalmente financiada por Alphabet Inc, empresa subsidiaria de Google.
Como apuntamos en la primera entrega de esta investigación, la compañía Google es la principal promotora de la coalición First Draft, que une a diferentes medios corporativos y empresas de redes sociales e informática con el objetivo primario, entre otros, de crear una plataforma operativa de censura a nivel global.
Algunos sitios como Activist Post han denunciado esta ley, puesto que si pasa aprobatoriamente por el Senado y es firmado por el presidente de Estados Unidos, podría usarse como arma judicial para amenazar o incluso eliminar los portales que consideren de “noticias falsas”, es decir, todos aquellos que no emitan las informaciones y opiniones filtradas por los medios corporativos afines al establishment actual.
Se une a todo esto, siempre desde el Post, las concluyentes declaraciones de agentes de la CIA ante el Senado: Rusia definitivamente ha intervenido en las recientes elecciones presidenciales para ayudar a Donald Trump a ganarlas. Afirman que aunque las “noticias falsas” hicieron de las suyas, la agencia ha identificado a ciertos individuos con conexiones con el gobierno ruso que supuestamente proveyeron a WikiLeaks información sobre el personal de la campaña de Hillary Clinton.
Al parecer, una ley hecha a la medida de lo que reclaman tanto medios convencionales, como el Washington Post y el New York Times como la CIA y operadores políticos reaccionarios. Una para supuestamente lograr un mundo más seguro. Para ellos.
Más información:
— La telaraña desinformativa de la CIA
— Los altavoces del imperialismo se quedan con el culo al aire
— El diario Washington Post dirigió la red de propaganda de la CIA
— El Washington Post traiciona al traidor Snowden
— Todos los hombres del candidato Trump
— Watergate: todos los hombres del presidente (y alguno que se quedó olvidado)
Como se comenta en el artículo, todo empezó POR la union sovietica.
Existe Un compendio periodistico, de 1917 a 1943 muy documentado y mejor escrito.
Si duda, recomendable, con trazas de imprescindible:
La gran conspiración contra Rusia (1946).Reeditado por Ed.Templando el acero.