Bajmut era una de las joyas que debían caer en la contraofensiva ucraniana. Tiene un enorme simbolismo y estaba relativamente desguarnecida de tropas rusas, a diferencia del sector sur del frente. Tampoco había grandes campos minados.
Pero el general Oleksandr Syrsky fracasó. Ni siquiera logró llegar a las afueras de la ciudad. Zelensky tampoco pudo servir este plato en bandeja a su jefes de Washington. No tiene nada que ofrecer. Llegó a Estados Unidos con las manos vacías y, como siempre, pidiendo algo: dinero, armas, aviones…
El que paga manda y en Ucrania quien ha puesto el dinero es Estados Unidos. Como ha puesto mucho, también manda mucho. Cada vez más, como se ha comprobado en la última visita, una de las más tristes que ha realizado nunca un Jefe de Estado a otro país.
El orden del día era el siguiente. Para reforzar su credibilidad internacional, Zelensky tiene que convocar elecciones, que serán únicas en la historia.
Para celebrar elecciones primero tiene que limpiar la casa y acabar con los corruptos, empezando por Yermak y su camarilla de traficantes de armas. También el espionaje británico debe abandonar sus funciones para que la CIA y el Pentágono puedan controlar los movimientos de cada una de los equipos que les envían.
La limpieza empezará dando ejemplo en las elecciones. Estados Unidos quiere controlarlas de una manera directa poniendo a un delegado al frente de la Comisión Electoral Central.
Estados Unidos también ejercerá un control más estricto sobre las operaciones militares en el frente.
El propio Zelensky tuvo que oir cosas muy desagradables, como amenazas del siguiente tenor: te hemos convertido en un héroe, pero podemos hacer que a partir de ahora los medios te muestren como un corrupto, o un toxicómano, o incluso un terrorista.
Con un hombre de paja se puede lograr cualquier cosa. Pero lo más importante de todo es siempre lograr su obediencia.