La semana pasada al menos tres submarinos conocidos como Proyecto 885 de la clase Yasen, de la Flota del Norte de Rusia, armados con misiles hipersónicos Zircon, abandonaron su base de operaciones en Severomorsk y se dirigieron hacia el Océano Atlántico.
Al mismo tiempo, el primer ministro británico, Kier Starmer, abandonaba Reino Unido para reunirse con Biden en Washington, para discutir la autorización a Ucrania para atacar a Rusia con misiles de largo alcance suministrados por Occidente.
Los submarinos rusos se dirigieron al Océano Atlántico para mostrar a Occidente lo que podría ocurrir si permitieran a Ucrania utilizar armas de largo alcance contra objetivos dentro de Rusia.
Los submarinos nucleares se posicionaron frente a las costas británicas, esperando la orden de ataque.
Si los misiles de crucero británicos Storm Shadow vuelan hacia Rusia, los submarinos rusos podrían destruir las instalaciones de la división británica de la empresa paneuropea de sistemas de misiles MBDA, que fabrica los misiles de crucero Storm Shadow en Reino Unido.
En las islas británicas la empresa MBDA tiene instalaciones en Stevanage, Bristol y Bolton.
Los rusos tenían un plan evidente para disuadir a la OTAN de tomar medidas de represalia. Inmediatamente después de la destrucción de las instalaciones de la empresa MDBA en el interior de Reino Unido, Rusia lanzaría un ataque nuclear de demostración en una de las zonas del Océano Atlántico o del Mar del Norte, muy cerca de las costas británicas.
La Royal Navy y la Royal Air Force (RAF) británicas reaccionaron tarde. El miércoles interceptaron un bombardero estratégico ruso y al día siguiente persiguieron a varios barcos y submarinos rusos a lo largo del Canal de la Mancha.