Las etiquetas verdes y de cualquier otro color se quitan y ponen según las necesidades de cada momento, por decreto del gobierno o de la Comisión Europea. La energía nuclear ya ha logrado esa etiqueta y el hidróegeno va detrás.
El martes de la semana que viene lo van a discutir la Comisión Europea, el Consejo Europeo y el Parlamento Europeo. Las presiones arrecian para definir lo sostenible, lo limpio y lo renovable de lo que no lo es. Miles de millones de euros están en juego.
La directiva europea sobre energías “renovables” excluye de su etiqueta al hidrógeno “bajo en carbono”, que se produce a partir de la energía nuclear y varios países europeos no están de acuerdo porque en tal caso no se alcanzarán los objetivos de descarbonización de la Agenda 2030, al menos dentro del plazo.
El miércoles Rumanía, Bulgaria, Polonia, Francia, Eslovenia, Croacia, Eslovaquia, Hungría y la República Checa enviaron una carta a la Comisión Europea en favor de la integración del hidrógeno en la etiqueta verde.
El hidrógeno “bajo en carbono” refuerza la legitimación de la energía nuclear, por lo que el movimiento seudoecologista acaba al otro extremo de su punto de partida. Por ejemplo, Bélgica estudia prolongar la vida útil de otros tres reactores nucleares más allá de 2025.
Si se excluye al hidrógeno “bajo en carbono” se frenaría el despliegue del hidrógeno, dicen los países firmantes de la carta, lo que conduciría a mayores costes de producción y, por lo tanto, reduciría la competitividad de la industria europea en los mercados mundiales.
El hidrógeno “bajo en carbono” permitiría descarbonizar “sectores difíciles de descarbonizar”, como el acero o el aluminio, y generaría nuevas dependencias en Europa.
La carta se presentó al día siguiente del anuncio del plan industrial ecológico de la Unión Europea para una industria descarbonizada y pocos días después de un acuerdo sellado entre Francia y Alemania en un Consejo de Ministros conjunto celebrado en París.
El dúo franco-alemán es partidario de incluir el hidrógeno “bajo en carbono” en los objetivos de descarbonización de la Unión Europea. Sería una descarbonización de baja intensidad.
Del mismo modo, la declaración conjunta franco-española del 19 de enero, adoptada en la cumbre de Barcelona, reconoce el hidrógeno como energía “limpia”. Sin embargo, ni Alemania ni España han firmado la carta dirigida a la Comisión, por lo que los partidarios del hidrógeno “bajo en carbono” están preocupados.
“Sería incomprensible que España y Alemania adoptaran posiciones diferentes ante Bruselas e incumplieran sus compromisos”, explica la ministra francesa de Transición Energética, Agnes Pannier-Runacher.
“El tema subirá sin duda con mucha fuerza”, dicen en París. “Los nueve países firmantes forman una minoría de bloqueo potencial en Bruselas”.