No es una teoría de la conspiración: esta semana la diputada Lorena Matzen presentó un proyecto de ley para obligar a los argentinos a documentarse con un “pasaporte sanitario” para circular dentro de su propio país.
Sin papeles no somos nada ni nadie. Primero fueron las cédulas de identificación, luego los pasaportes, luego los visados, los certificados profesionales, los permisos para conducir, para llevar armas… para cada aspecto de la vida hay un certificado, un documento oficial o una acreditación que debemos portar con nosotros mismos.
El nuevo mecanismo de control sanitario de la población no será de carácter transitorio sino permanente y podrá actualizarse con la información que el Ministerio de Salud defina, tales como vacunas recibidas y nuevas enfermedades: “Se propone como una medida permanente de control de la salud de las personas en el territorio; mientras que la subdivisión de tipologías de enfermedades, debe entenderse como una calificación temporal que podrá cambiar según las características de la enfermedad y la existencia o no de mecanismos de control, tales como una vacuna. En ese sentido se establece para el Covid19, una solución transitoria entre el aislamiento y la elaboración, distribución y colocación de la vacuna, que será la salida definitiva y permanente de la actual situación”, sostiene la diputada.
El pasaporte incluirá el compromiso explícito de cumplir con el protocolo del lugar al que se dirige.
Según el proyecto de ley, para poder circular, el pasaporte deberá dar cuenta de una certificación impresa o digital de un hisopado con resultado negativo de las últimas 48 horas. Debiendo acreditar además con un certificado de salud emitido por un médico clínico que la persona que se traslada no tuvo síntomas vinculados con el Covid19 en las últimas 24 horas.
El pasaporte incluirá una declaración jurada del pasajero en la que deberá informar su recorrido y su ubicación en el lugar de destino y aceptar expresamente someterse a la realización de un test rápido al ingresar a las jurisdicciones que lo demanden, el que, en caso de dar positivo, dispondrá el aislamiento en el destino.
“Estamos proponiendo un testeo en origen y otro en el destino. El primero debe realizarse con 48 hs. de anticipación, y que en ese lapso la persona esté aislada, para que no se contagie hasta emprender el viaje. Si da negativo viaja, desde ya. Cuando llega a destino, se realiza otro testeo rápido, y si da negativo, se podrán hacer las actividades previstas siguiendo las medidas de prevención. Siempre presentando ambos hisopados se podrá circular sin problemas. Si da positivo en el lugar de destino, se aislará ahí mismo”, explicó la diputada.
El hisopado en origen, al viajar entre ciudades, tendría según Matzen un costo entre 5.000 y 7000 pesos, que debería ser asumido por cada pasajero o por el Estado si es por motivos turísticos, bajo la ley de sostenimiento a la actividad turística, dejando en este caso a las provincias el costo de los tests rápidos de destino, cuyo precio ronda entre los 900 y 1.200 pesos.
Finalmente se establece también la creación de un Registro de Laboratorios Químicos públicos y privados, que deberá elaborar el Ministerio de Salud de la Nación y estarán habilitados para llevar adelante los testeos y que serán, junto a los fabricantes de los tests, los grandes beneficiados económicos de esta nueva medida de control.
La lista de fabricantes habilitados en Argentina es amplia y va desde el gigante farmacéutico estadounidense Roche al británico PrimerDesign.