Los medios españoles, tanto los convencionales como los “alternativos”, han guardado un escrupuloso mutismo sobre la falsificación de los ensayos clínicos de la vacuna por parte de Pfizer.
En otros países la ocultación no ha sido posible, pero los medios le han dado la vuelta para cargar las tintas contra la denunciante, Brook Jackson, poniendo en duda su veracidad o su idoneidad. Es el viejo truco de “matar al mensajero” porque las multinacionales son intocables, sobre todo las que han convertido la salud en un negocio.
Algo tan grave como la falsificación de un ensayo clínico hubiera sido más que suficiente para frenar en seco la vacunación e iniciar una investigación, pero no ha ocurrido nada de eso.
Ayer en el Consejo Atlántico, el cabecilla de Pfizer, Albert Bourla, se permitió el lujo de calificar de “criminales” a los que difunden información falsa sobre las vacunas. ¿Cómo calificar entonces a quienes falsifican los ensayos clínicos de una vacuna y la difunden por todo el mundo?
El fraude ha colmado el vaso de la paciencia de algunos incondicionales de las vacunas, como 16 médicos e investigadores suecos, que han firmado un llamamiento en el que califican como “extremadamente grave” la denuncia del British Medical Journal.
“Esto hace añicos la confianza en Pfizer, responsable de las pruebas de la vacuna, y la seguridad de la vacuna que actualmente utilizan los suecos, entre ellos cientos de miles de niños”, escriben los médicos.
En Suecia la magnitud de los efectos adversos notificados de la vacuna contra el coronavirus es “gigantesca”, aseguran. Durante los primeros diez meses de vacunación, se han notificado 83.744 efectos adversos, un cifra que multiplica por 10 los que se han notificado en años anteriores para todos los medicamentos y vacunas, un total de unos 25.000 fármacos.
“La fuerte sospecha de que algunas partes del ensayo de la vacuna de Pfizer no se llevaron a cabo de forma científicamente aceptable y de que los resultados del estudio no pueden considerarse fiables, se combina con la gran magnitud de los presuntos acontecimientos adversos notificados”, afirman en su escrito.
Los médicos, investigadores e inmunólogos están muy preocupados, especialmente, por los niños, que tienen un riesgo extremadamente bajo de padecer la enfermedad llamada “covid”, pero que corren el riesgo de sufrir efectos adversos graves.
“Nuestra conclusión es que la vacunación contra el coronavirus en Suecia debe detenerse hasta que se realicen los cálculos de riesgo/beneficio para todos los grupos de edad. Nuestra posición se adopta a la luz de la revelación del BMJ [British Medical Journal] y de lo que hoy sabemos sobre los riesgos para el paciente”, concluyen.
—https://www.friatider.se/lakare-kraver-svenskt-vaccinstopp-efter-fuskavslojande