En una entrevista publicada el 19 de setiembre por Ria Novosti (1), el astrofísico ruso Habibullo Abdusamatov aseguraba que en breve comenzará en el hemisferio norte una nueva Pequeña Edad de Hielo y que los primeros efectos de este ciclo frío se comenzarán a notar a partir de este mismo invierno.
Según Abdusamatov, el factor predominante que influye sobre el clima de la Tierra es la actividad solar, que sigue una fluctuación cíclica. En la entrevista sostiene que el ciclo anterior de calentamiento del planeta ha terminado a causa de la reducción de la radiación solar, lo que se transformará en su contrario, un enfriamiento generalizado del clima al que llama “Pequeña Edad de Hielo” que se iniciará en el mes de diciembre.
Los estudios de la alternancia de los períodos de actividad magnética del Sol conducen a pronosticar que el pico de esta nueva Edad de Hielo se producirá alrededor del 2060: “Desde hace más de 17 años la temperatura global no está creciendo, y se está estabilizando. No hay calentamiento desde 1997. La energía de la radiación solar disminuye constantemente desde 1990 y ahora sigue haciéndolo rápidamente. Desde 1990, el sol no calienta la Tierra como antes”.
Abdusamatov reconoce que no puede asegurar con exactitud cuánto disminuirá la temperatura, pero toma como referencia a la Pequeña Edad de Hielo, cuando en la primera mitad del siglo XIX el Támesis, el Sena y otros ríos europeos se congelaban: “Hoy el Támesis fluye durante todo el año, pero en el futuro estará congelado por lo menos durante un par de meses”.
La nueva Edad de Hielo provocará un descenso de un grado y medio de la temperatura, pronostica el científico: “La temperatura media en todo el mundo caerá cerca de un grado y medio cuando empiece la fase de enfriamiento profundo de la Pequeña Edad de Hielo. Se espera aproximadamente entre 2050 y 2070”.
La fase más cruda de frío durará entre 45 y 65 años. Aunque no tendrá las consecuencias que tuvieron las invasiones de hielo en las eras geológicas anteriores que duraron varios miles de años, la humanidad debe prepararse de antemano para compensar la influencia del enfriamiento en la industria, la agricultura y otros aspectos. Supondrá un retorno a los tiempos prehistóricos glaciales, el último de los cuales apareció hace 80.000 años, en la era Cuaternaria o Pleistoceno.
Durante esa glaciación, en Europa el hielo cubrió la mayor parte de la isla de Gran Bretaña, el norte de Alemania y Polonia y en norteamérica sepultó el territorio de Canadá y la zona de los grandes lagos, en la frontera con Estados Unidos.
Los datos de la Agencia Espacial Europea publicados en diciembre del pasado año (2) apuntan en la línea defendida por Abdusamatov: en contra de las previsiones, la capa del hielo en el Ártico no sólo no ha desaparecido sino que se ha expandido, es más gruesa y más consistente que la media.
La Agencia Europea ha efectuado estas mediciones gracias al satélite CryoSat, que se lanzó en 2010 y que, pese a haber sufrido algunos problemas técnicos el año pasado, ha permitido conocer con exactitud el volumen y el grosor del hielo del Ártico.
La capa de hielo actual es unos 30 centímetros más gruesa que en 2012. Alrededor del 90 por ciento del aumento del volumen de hielo el año pasado se debió al incremento de la cantidad de hielo que ha aguantado más de un verano sin derretirse y solo un 10 por ciento es gracias a la formación de nuevas capas heladas. “No esperábamos que el aumento de la superficie de hielo que ha resistido al verano se reflejara en el volumen, pero así ha sido”, dijo la responsable del estudio, Rachel Tilling.
Últimamente abundan las informaciones sobre el crecimiento del hielo en el Ártico. Un invierno gélido ha dejado 1.580.500 kilómetros cuadrados más de hielo que el año pasado: un aumento del 29 por ciento, un área tres veces el tamaño de España.
En 2009 el director ejecutivo de Greenpeace, Gerd Leipold, tuvo que reconocer a la BBC (3) que erró al predecir que el hielo en el Ártico se derretiría en 2030. Quien no rectificó fue la propia BBC, cuyo pronóstico era que el Ártico se quedaría sin hielo en el verano de 2013.
Está ocurriendo todo lo contrario. No obstante, el hielo en el Ártico se recupera a partir del mínimo alcanzado en 2007.
(1) Ria Novosti, 19 de setiembre, http://ria.ru/interview/20140919/1024726102.html
(2) http://www.dailymail.co.uk/sciencetech/article-2738653/Stunning-satellite-images-summer-ice-cap-thicker-covers-1-7million-square-kilometres-MORE-2-years-ago-despite-Al-Gore-s-prediction-ICE-FREE-now.html
(3) http://news.bbc.co.uk/2/hi/programmes/hardtalk/8184392.stm