Un casco militar de última generación fabricado por Microsoft no funciona cuando llueve

En abril el Pentágono firmó con Microsoft un gigantesco contrato de 21.900 millones de dólares para suministrar 120.000 cascos de realidad aumentada (AR) basados en su sistema HoloLens (1).

La prótesis, llamada “Sistema Visual Integrado Aumentado” (IVAS), estaba especialmente adaptada a los soldados del ejército y debía utilizarse para el entrenamiento y el combate (2).

Equipado con opciones de visión nocturna y térmica, el IVAS integra un despliegue de elementos visuales superpuestos a la vista real, cartografía 3D, así como funciones avanzadas de comunicación e intercambio de información.

Algunos prototipos con inteligencia artificial y reconocimiento facial también son capaces de identificar las amenazas. En resumen, un equipo perfecto para el soldado 2.0.

Pero la prótesis de alta tecnología, como suele ocurrir, no está a la altura y falla en lo más elemental: adolece de “problemas de maduración” y no es lo suficientemente robusto para su uso sobre el terreno, según William Glaser, jefe del Equipo Synthetic Training Environment Cross-Functional del Pentágono (3).

Es inutilizable en tiempo de lluvia. Además, las baterías que lo alimentan no duran lo suficiente y no son lo suficientemente resistentes al fuego durante el combate.

Por lo tanto, el Pentágono dijo que había “aplazado las pruebas operativas del IVAS a una fecha posterior”, al tiempo que reafirmó que estaba “plenamente comprometido con su asociación con Microsoft para avanzar en tecnologías específicas para satisfacer las necesidades operativas de los combatientes”.

También ha publicado una lista de actualizaciones del programa IVAS ya realizadas desde octubre del año pasado -como las pruebas de clima frío o la integración con vehículos blindados-, aunque sin especificar si la suspensión del programa está relacionada con los fallos denunciados.

Es un despilfarro de miles de millones de dólares que pone de manifiesto el cretinismo de la posmodernidad, en la que participan los militares y los chalados de las últimas tecnologías a partes iguales.

El caza F-35, también de “quinta generación”, construido por la empresa estadounidense Lockheed Martin a golpe de talonario, es chatarra. Sólo le han encontrado 871 fallos de programas y equipamiento.

El nuevo helicóptero CH-53K de los Marines, otra joya, no puede atravesar una nube de polvo durante más de setenta segundos porque se atasca el rotor.

En junio, un informe interno del Ministerio de Defensa británico explicaba que las pruebas del Ajax, el futuro vehículo blindado del ejército británico, se suspendieron durante varias semanas como medida de seguridad debido a las vibraciones y el ruido excesivo, que suponen un riesgo para la salud de la tripulación.

En Afganistán, los talibanes, armados con kalashnikovs de segunda mano, derrotaron al ejército regular en cuestión de semanas, a pesar de que los estadounidenses les habían dotado de los equipos más modernos.

Cuanto más rápido quiere avanzar la posmodernidad, mayores son sus chapuzas. Por eso los tecnófobos proliferan cada vez más. La mejor mermelada es la que se cuece en una olla vieja.

(1) https://www.cnbc.com/2021/03/31/microsoft-wins-contract-to-make-modified-hololens-for-us-army.html
(2) https://news.microsoft.com/transform/u-s-army-to-use-hololens-technology-in-high-tech-headsets-for-soldiers/
(3) http://www.thedrive.com/the-war-zone/42739/army-halts-widely-hyped-multi-billion-dollar-advanced-augmented-reality-goggle-program

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