Un breve sobre el ‘caso Piqué’

N.B.

Que en eso lo están convirtiendo, en un «caso» en lo que debería ser una anécdota, pero sucede que los hay nerviosos  y/o interesados en hacer una montaña de un grano de arena. De todos modos, todo lo que acontece por la rua de este país de risa es significativo, denotativo y connotativo. Revelador. Y es que saltan las contradicciones y se rompen las costuras por todas partes sin importar mucho la dimensión y el calibre de la cosa y el contencioso, sea cual fuere el mismo. Por ejemplo una (contradicción) que he leído por ahí. ¿Cree el «amable lector» -como se decía en la prensa franquista- que el brasileño nacionalizado español, Diego Costa, se siente, cómo decir, muy español o tanto como Sergio Ramos (y antes Raúl) cuando este pone los ojos en blanco mirando al infinito cuando suena el himno (sin letra) español en los partidos internacionales? Me da que no, tengo ese presentimiento.

Pues bien este mercenario del balón, fue pitado en el pasado Mundial de Fútbol celebrado en Brasil por la «torcida» brasileña cuando tocaba la bola jugando con la mal llamada -por el difunto Luis Aragonés- «La Roja» (cuyo titular es Chile). Le pitaban como se pita a quien consideran un, vale decir, «traidor» a la patria y esas cosas. Ocurre algo parecido con Pique al que le abuchean porque se piensa que defiende una camiseta que no siente, y, si esto es así, pues que no venga (se viene a decir, ¿no es cierto?), o se vaya, pero ocurre que no se va, que sería lo puramente lógico, y encima pasa por ser un tío «sincero». No lo dudamos, pero también un tipo contradictorio e inconsecuente con sus sentimientos, pues es conocida su inclinación -aunque no la proclame a los cuatro vientos ni tiene por qué hacerlo- «separatista», que diría el facherío. Valiente, lo que se dice valiente y consecuente, fue el jugador del Barça, Oleguer Presas, que le dijo al seleccionador estatal, Luis Aragonés, que no le llamara porque no se sentía español y le parecía que estaba engañando a todo dios y a sí mismo. Aquello no tuvo mucha resonancia porque Oleguer -que se fue al Ayax a jugar, un Ayax muy devaluado- no es Pique ni se casó con una cantante famosa ni era precisamente un crack en esto del «furbo», que diría Villar.

A Pique le ha defendido, aunque con la boca pequeña, hasta el más rancio «españolismo», pero sólo porque defiende los colores «nacionales», que, si no, lo crucifican, lo linchan: «lo último que haría sería negarme a ir a la selección» (española, se entiende). Eso lo salvó. Si hubiera dicho: «no voy más en vista de cómo me tratan», la lógica de esa frase sería tan aplastante que el patrioterismo de tres centavos… no lo entendería de puras cartolas que lleva. Claro que Pique también declaró que él «es así». Pues vale. También mostró su cerval y casi irracional «antimadridismo» (y quien firma esto del equipo merengue, «rien de rien») sin caer en la cuenta ni él, ni nadie, o casi nadie, que es, dialécticamente hablando, precisamente su eterno rival, el Real Madrid, QUIEN HACE GRANDE AL FC BARCELONA. Y viceversa, el Barcelona hace grande al Madrid. Se necesitan mutuamente «ad maiorem dei gloria» del Planeta Fútbol. Ambos son piedra de toque.

Por eso cuando, desde la caverna y el trogloditismo, se dice que se vaya el Barcelona -en caso de una Catalunya independiente- a jugar una Liga catalana contra el Mollerusa -siempre ponen este ejemplo, no sé por qué misteriosos motivos-, el Lérida o el Hospitalet, sería el Real Madrid el primero en negarse a suscribir esa proclama. Y ello porque, ya se ha dicho, se necesitan, se retroalimentan. Y la prensa deportiva y demás medios circenses ídem de ídem. Que tengan un buen día. Buenas tardes.

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