Al arma financiera del New Deal Verde la han llamado SEIT (Plan de Inversiones Sostenibles para Europa) y fue presentada por Ursula von der Leyen poco antes de fin de año en Madrid. Al margen de la Nueva Ruta de la Seda, es la mayor inversión económica de la historia del capitalismo.
Hahn es un oportunista y, para meter presión, sacó a relucir los incendios en Australia, cuya relación con Europa y el New Deal Verde no aparece por ningún lado.
Lo de “cash” también suena bien, pero es otro de sus fraudes. El billón de euros ni será “en efectivo”, ni será inversión pública tampoco. La idea de Bruselas es atraer dinero privado y contribuciones de los diferentes gobiernos, de manera que Europa sólo concederá avales para pedir préstamos o como cofinanciación de proyectos verdes.
La Comisión pretende que aproximadamente la mitad del billón de euros se movilice directamente a cargo de los presupuestos comunitarios, otros 279.000 millones gracias a avales públicos de InvestEU, 114.000 más a través de contribuciones nacionales y otros 143.000 procedentes del mecanismo de “transición justa”. También esperan generar 25.000 millones en inversiones a partir del sistema del tráfico de emisiones de CO2.
¿A quién irá a parar todo ese dinero? A los grandes monopolios, naturalmente. Los avales públicos garantizan los beneficios privados (si todo va bien). ¿Donde queda el famoso neoliberalismo? En ninguna parte. Es la típica política de capitalismo monopolista de Estado. Vean: la Comisión ha prometido “toda la flexibilidad posible” a la hora de (in)aplicar las normas contra las ayudas públicas a las grandes empresas para favorecer que puedan realizar inversiones verdes.
La medida estrella del plan es la “transición justa” que es como los “fondos de cohesión” que negoció Felipe González en los años noventa, o sea, una limosna cuya genorosidad hacia los pobres y desvalidos queda por demostrar.
Este cuento de la lechera debe generar al menos 100.000 millones de euros de inversiones para “ayudar a municipios y regiones más afectados para que “nadie se quede rezagado”, en palabras de Hahn, es decir, para buscar empleos alternativos (si los hay) a los que van a desaparecer.
La “transición justa” tiene tres partes. La primera es un fondo de transición justa de nueva creación, que contaría con 7.500 millones de euros del presupuesto comunitario. Aunque este mecanismo representa una décima parte del plan SEIP, es el más novedoso.
La segunda parte es el InvestEU, un fondo con el que Bruselas pretende generar 45.000 millones de euros que tampoco es dinero público. El plan de InvestEU es generar inversiones privadas utilizando avales públicos para pedir préstamos privados.
La tercera parte son préstamos del Banco Europeo de Inversiones con condiciones muy favorables para las administraciones centrales y regionales de los Estados miembros. Así pretenden movilizar hasta 35.000 millones de euros.
La mayor parte del dinero del plan procederá de recanalizaciones de fondos que ya existían hasta ahora, como los fondos de cohesión o el InvestEU. Son nuevos nombres para las políticas de siempre. La única partida de dinero nuevo será el fondo de “transición justa” para regiones con industrias especialmente afectadas por la transición, como ya comentamos de Polonia, que suman otros 7.500 millones de euros.