Ucrania quiere prohibir la Iglesia Ortodoxa del Patriarcado de Moscú

El gobierno ucraniano ha presentado a la Rada un proyecto de ley para prohibir la Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Moscú. El metropolitano Onufrii, jefe de dicha Iglesia, se ha dirigido al Secretario General de la ONU para alertarle de la discriminación que sufren los creyentes ortodoxos en Ucrania y pedirle ayuda.

La ONU es muy consciente de ello. El 17 de enero el asistente del Secretario General ha declarado que la ONU está preocupada por el proyecto de ley y pide que los registros de la policía en las iglesias se lleven a cabo de acuerdo con el derecho internacional. La hipocresía está vivita y coleando.

El proyecto de ley es consecuencia de una orden presidencial de 2 de diciembre del año pasado, por la que el Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de 1 de diciembre establece:

“Presentar en el plazo de dos meses para su examen por la Rada Suprema de Ucrania un proyecto de ley sobre la imposibilidad de realizar actividades en Ucrania por parte de organizaciones religiosas afiliadas a centros de influencia de la Federación de Rusia […] garantizar en el plazo de dos meses la verificación de la existencia de fundamentos jurídicos y el cumplimiento de las condiciones para el uso de propiedades por parte de organizaciones religiosas situadas en el territorio de la zona histórica y cultural nacional protegida de Kyiv-Pechersk”.

La orden activa la represión contra la Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Moscú: “Se ordena al Servicio Estatal de Ucrania para la Etnopolítica y la Libertad de Conciencia que garantice, en el plazo de dos meses, de conformidad con la ley sobre la libertad de conciencia y las organizaciones religiosas, una revisión religiosa de la Carta sobre la Administración de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, en lo que respecta a la existencia de un vínculo eclesiástico-canónico de la Iglesia con el Patriarcado de Moscú, y que, en caso necesario, aplique las disposiciones legislativas”.

Al mismo tiempo, el gobierno de Kiev está tomando medidas legales que amenazan la existencia de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, como la revocación de la ciudadanía a sus religiosos. Ucrania no sólo ha proscrito a la población del Donbas, como rusos o prorrusos, sino que hace lo mismo con los sacerdotes de la Iglesia canónica. Zelensky ha despojado de la nacionalidad ucraniana a 13 sacerdotes del Patriarcado de Moscú, entre ellos al metropolitano Ionafan de Tulchinsky y Bratslav, sospechoso de alta traición para la policía secreta ucraniana.

También está sancionando a los religiosos. El 7 de enero, día de la Navidad ortodoxa, Zelensky impuso sanciones a 22 miembros de la Iglesia rusa del Patriarcado de Moscú. El 24 de enero reforzó las sanciones contra sus miembros y adoptó otras nuevas contra una docena de personalidades, entre ellas el metropolitano Pavel, jefe de la Lavra Petchersk de Kiev.

Después de que a la Iglesia cismática ucraniana le permitieran celebrar oficios, el metropolitano Pavel llamó “demonio viviente” al metropolitano de la Iglesia cismática. Esto le valió la apertura de una causa penal por incitación al odio religioso.

La guerra de religión en Ucrania

Al final de la época soviética, a finales de la década de los ochenta, los nazis ucranianos comenzaron a atacar a la Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Moscú. Tras la fragmentación de las URSS en varios Estados, la Iglesia Ortodoxa Rusa tuvo que reorganizarse y en 1990 fundó la Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Moscú (UOC).

Al mismo tiempo se desarrollaron dos importantes agrupaciones religiosas rivales: la autoproclamada “Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Kiev” y la “Iglesia Ortodoxa Autocéfala de Ucrania”. En 2018 el Patriarcado de Constantinopla entró en la batalla contra el Patriarcado de Moscú y declaró su disposición a reconocer la autocefalia de una Iglesia Ortodoxa Ucraniana (IOU), que finalmente entró en el Patriarcado de Constantinopla. El papel de Turquía en esta batalla religiosa está por descubrir.

El desmembramiento de la Iglesia Ortodoxa del Patriarcado de Moscú estuvo acompañado de una oleada de exacciones y agresiones. En junio-agosto de 1992 los partidarios del “Patriarcado de Kiev” perpetraron más de una docena de ataques contra iglesias de la UOC. Asaltaron las iglesias de Lutsk, Rovno, Dnepropetrovsk, Zhitomir y los monasterios de Kiev-Pechersk y Pochaev. El 23 de julio de 2000, día de la conmemoración de San Antonio de las Cuevas, un grupo de 200 nazis ucranianos, dirigidos por el diputado de la Rada Oleg Soskin, irrumpieron en el monasterio de Kiev-Pechersk. Exigieron que los feligreses de la UOC no profanaran la tierra ucraniana con su presencia y regresaran a “su Moscú”.

Las expropiaciones y las agresiones por motivos religiosos son moneda corriente en la nueva Ucrania. Ya eran habituales antes del Golpe de Estado fascista de 2014, pero después se intensificaron y desde el inicio de la guerra la situación ha empeorado aún más, si cabe.

Según la Iglesia Ortodoxa canónica, en 2014-2016, el Patriarcado de Kiev se apoderó de 40 iglesias de la UOC. En 2017 otras 19 iglesias más de la COU fueron atacadas por los nazis y al año siguiente fueron más de 10.

El 24 de diciembre de 2019 el metropolitano Antonio (Pakanich) de Boryspol y Brovarsky, encargado de los asuntos de la Iglesia Ortodoxa canónica, dijo que se habían presentado más de 250 causas penales en Ucrania por ataques a parroquias y feligreses de la UOC. Según él, 78 parroquias de la Iglesia Ortodoxa canónica han sido transferidas voluntariamente a la jurisdicción de la IOU. Otras 220 parroquias fueron reinscritas ilegalmente y asignadas a la UOC y unas 100 iglesias fueron incautadas tras una redada policial.

El 6 de octubre de 2021 el mismo metropolitano informó de que se habían registrado unos 500 delitos relacionados con la reinscripción ilegal de los estatutos de las comunidades religiosas de la UOC en favor de la IOU, así como 144 casos de apropiación ilegal de iglesias de la UOC por parte de los cismáticos.

Se han producido innumerables registros y confiscaciones de documentos y equipos informáticos por “propaganda prorrusa” en las iglesias canónicas, así como intentos de tomar el control de las parroquias por la fuerza. Los feligreses que se atreven a seguir visitando en gran número las iglesias del Patriarcado de Moscú  están controlados. Algunas iglesias incluso empiezan a arder.

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