Turquía se niega a participar en unas maniobras militares de la OTAN

La reciente negativa de Turquía a participar en las maniobras militares Ramstein Flag 24 forma parte de una larga historia de desacuerdos internos en el seno de la OTAN. El ejercicio estaba programado desde mañana hasta el 11 de octubre en la base aérea de Andravida en Grecia.

Ankara se niega a proporcionar planes de vuelo para los cazas que operan en la Zona de Información de Vuelo (FIR) de Atenas. El gobierno turco no quiere que sus cazas se sometan a la jurisdicción griega sobre el espacio aéreo estratégico.

Los turcos sostienen que no es necesario informar a Grecia de sus vuelos cuando se realizan en el marco de una operación de la OTAN. Esta posición va en contra de las prácticas establecidas y de las normas de seguridad aérea reconocidas internacionalmente.

Ante la postura turca, Atenas adoptó una posición firme, exigiendo que cualquier avión que opere en su FIR presente un plan de vuelo, independientemente de su misión. Esta exigencia, lejos de ser arbitraria, pretende garantizar la seguridad y el control efectivo del tráfico aéreo en una región sensible, como el mar Egeo.

La posición griega recibió el apoyo unánime de los demás países de la OTAN que participaron en las maniobras, todos los cuales respetaron el procedimiento estándar. Los países de la OTAN se someten a la autoridad de los controladores aéreos griegos y se adhieren a las normas internacionales de aviación.

El aislamiento diplomático de Ankara en este asunto pone de relieve las crecientes dificultades de Turquía para hacer valer sus puntos de vista dentro de la Alianza militar.

La maniobras Ramstein Flag 24 son una de las operaciones aéreas más importantes de la OTAN. Reunirán a más de 120 aviones de combate de última generación procedentes de numerosos países aliados. La diversidad de los aviones involucrados –desde los F-35 estadounidenses e italianos hasta los Rafale franceses, pasando por los Gripen sueco y húngaro– da testimonio de la complejidad del ejercicio.

Su principal objetivo es fortalecer la capacidad de toma de decisiones tácticas de la fuerza aérea de la OTAN en escenarios operativos complejos. Esta demostración de ​​cohesión, incluso en ausencia de un protagonista importante, como Turquía, subraya la determinación de la Alianza de mantenerse preparado para la guerra.

También ilustra la capacidad de la OTAN para adaptarse y perseguir objetivos estratégicos, a pesar de las tensiones internas que surgen entre sus miembros.

La Alianza atlántica se fundó en 1949 para garantizar la presencia militar y la dominación política de Estados Unidos sobre Europa. Ha experimentado numerosas crisis internas a lo largo de su historia, desde desacuerdos estratégicos entre Estados Unidos y sus aliados europeos hasta conflictos bilaterales entre países miembros.

La retirada de Francia del mando militar integrado en 1966, las diferencias sobre la intervención en Irak en 2003, el actual despliegue naval en el Mar Rojo así como las tensiones recurrentes entre Grecia y Turquía, ilustran las contradicciones internas del bloque imperialista.

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