La superproducción es una de las lacras más importantes del capitalismo y conduce al despilfarro y la destrucción de las fuerzas productivas. En el campo, supone el despoblamiento y la destrucción de cultivos y grandes áreas rurales.
Durante décadas la Unión Europea trató de paliar el problema con la Política Agraria Común, es decir, imponiendo aranceles y subvencionando la producción agrícola y ganadera. Esa política se ha agotado y los agricultores se movilizan por toda Europa, desde Polonia hasta España.
La superproducción destruye los agricultores y los cultivos. No es un fenómeno espontáneo sino dirigido y financiado desde Bruselas para frenar la caída de la cuota de ganancia. El miércoles el gobierno francés presentó para su aprobación una campaña de arranque de vides con un presupuesto previsto de 120 millones de euros. El bloqueo a China ha reducido el consumo y el sector vitivinícola ha entrado en una profunda crisis.
“Francia ha notificado hoy a la Comisión un plan para reducir definitivamente el potencial vitícola”, escribió el Ministerio en un comunicado de prensa. El plan es la “primera parte de la respuesta a las dificultades estructurales que enfrenta el sector”, afectado por la superproducción de vino.
“El sistema notificado propone financiar el arranque de vides para perpetuar la actividad de las explotaciones vitivinícolas, con un importe de hasta 4.000 euros por hectárea, para un presupuesto previsto de 120 millones de euros”, confiesa el Ministerio.
La subvención permitiría compensar el arranque de al menos 30.000 hectáreas, de las casi 800.000 hectáreas de viñedo exstentes en Francia.
A finales de enero, el ministro de Agricultura, Marc Fesneau, reservó 150 millones de euros para dos años, que podría abarcar “hasta 100.000 hectáreas”. Al mismo tiempo, el gobierno aumentó el “fondo de emergencia” a 80 millones de euros para los viticultores de las regiones en crisis.
El nuevo plan de destrucción debe ahora ser validado por la Comisión Europea antes de que Francia entregue el dinero. “La ayuda se concedería a los agricultores que abandonen, en las superficies así arrancadas, la producción de autorizaciones de replantación, y que renuncien también a movilizarse o solicitar, durante las seis campañas vitícolas de 2024 a 2029 inclusive, nuevas autorizaciones de plantación”, según el comunicado de prensa.
Francia, actualmente primer productor mundial de vino (48 millones de hectolitros en 2023), no puede exportar ni vender toda su producción. Para Burdeos, el primer viñedo con denominación de origen controlada de Francia con 103.000 hectáreas, la Comisión Europea ya validó en noviembre del año pasado un plan de destrucción de 8.000 hectáreas, que podría incluir 1.500 hectáreas adicionales hasta el próximo invierno.
Es un decrecimiento involuntario. Pero, como decimos, no sólo se destruyen los cultivos, sino también a los cultivadores y con su desaparición llega el despoblamiento de amplias zonas rurales que antes eran muy prósperas.
Estuve trabajando en dos bodegas de Rivera del Duero y en ambas me pagaban el sueldo mínimo, jornadas extenuantes, y pesimonyrato del Imbécil encargado de turno.
Las bodegas vendían vinos de hasta 700 euros la botella. Todo mantenido con fondos eurpeDos y mierdas parecidas.
La última nómina que cobre en temporada alta en plena campaña en noviembre me entró 993 euros.
Osea , que por mi: que le den por el culo a los viñedos, las bodegas y la sociedad de alcohólicos que padecemos hoy día.