Sigue el hostigamiento contra los diplomáticos rusos en Estados Unidos

Trump ha dado un giro completo a sus promesas electorales de mejorar las relaciones diplomáticas con Rusia; ya no pueden ser peores porque Estados Unidos tensa la cuerda cada día un poco y ya ha llegado a un punto que roza lo grotesco.

Como ya informamos, el Departamento de Estado dio un plazo de tres días para cerrar varios edificios diplomáticos rusos en Estados Unidos. Al vencer el plazo, el FBI los registró aduciendo la posibilidad de que albergaran material explosivo.

Desde entonces el personal diplomático y consular sigue ocupando las mismas, aunque el FBI les ha ordenado desalojar porque quieren recomprar dichos edificios. Desde el cierre se vive así una extraña “convivencia” de los funcionarios rusos con sus familiares e hijos rodeados de policías por todas partes husmeando por los rincones y compartiendo las zonas comunes.

La última provocación es la siguiente: el servicio de control de la calidad del aire de San Francisco acusa a los diplomáticos rusos de haber incinerado residuos ilegalmente dentro del edificio consular.

Los expertos municipales dijeron el martes a la cadena de televisión CBS que la espesa humareda negra que salía de la chimenea del edificio viola las normas de incineración de residuos, por lo que han abierto un expediente sancionador contra los rusos, que pueden ser multados en una cuantía que no han precisado.

Traducido al lenguaje coloquial este esperpento quiere decir lo siguiente: es verdad que no hemos encontrado explosivos en las oficinas rusas, pero algo oscuro debía haber en su interior porque empezaron a quemar “residuos” precipitadamente para que no los encontráramos.

Desde hace siglos y hasta estos últimos tiempos, en el derecho internacional la inmunidad alcanza tanto a los diplomáticos, como a los edificios y a los objetos para evitar atropellos como los que ha cometido en este caso Estados Unidos, que han hecho como con todo lo demás: lo que les viene en gana.

La inmunidad comprende el secreto, por lo que los diplomáticos rusos estaban en su obligación de quemar cualquier material confidencial, y si a causa de ello montaron una hoguera dentro del edificio y si eso vulnera las leyes de Estados Unidos, es irrelevante: su actuación es inmune a la ley.

Naturalmente en la Casa Blanca hasta el más tonto sabe estas cosas, por lo que esta caza de brujas es otro “show” orquestado para consumo de las cadenas de televisión, la prensa, la radio y las tertulias.

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