El precio al contado del gas natural en Europa acaba de superar el umbral de un dólar por metro cúbico, con consecuencias conocidas en toda Europa. En Reino Unido, las fábricas de fertilizantes no pueden funcionar a esos precios y han cerrado. Eso provocará una inflación de los precios de los alimentos más adelante, pero el efecto inmediato es privar a los consumidores de carne y cerveza envasada debido a la escasez de hielo seco, que es un subproducto de la producción de fertilizantes.
En los estados bálticos, los precios de la electricidad son ahora diez veces más altos que en Rusia. Podrían comprar electricidad a Rusia, pero cuando se habla de Rusia no se trata sólo del “libre mercado”. El suministros debería pasar por Bielorrusia y Lituania, pero Bielorrusia ha roto relaciones con los Lituania tras conceder asilo a Tijanovskaia, la Juana Guaidó local.
En Ucrania las cosas son aún peores. En 2019 el gobierno de Kiev rechazó una oferta rusa de gas a un precio de 240-260 dólares por mil metros cúbicos, es decir, la cuarta parte del precio actual. Ucrania necesita 13.000 millones de metros cúbicos de gas almacenado para pasar el invierno, pero tiene menos de 5.
Ucrania está en quiebra y no tiene dinero para comprar nada. El gobierno podría comprar gas a Rusia porque aún no ha volado el tendido de la red eléctrica que le une a Rusia, como hicieron en Crimea pero, una vez más, no se trata del “libre mercado”.
China, Corea del Sur y Japón compran el gas al contado a Estados Unidos y podrían pagar con la deuda pública que acumulan desde hace décadas… Pero hay un problema. La Industrial Energy Consumers of America, un grupo de presión de la industria química y alimentaria, acaba de exigir al Departamento de Energía estadounidense que imponga límites a las exportaciones de gas licuado. De lo contrario, afirman, los elevados precios del gas harán que muchas empresas estadounidenses pierdan competitividad y se vean obligadas a abandonar el negocio.
Los precios subieron un 41 por ciento en el último año, pero no es suficiente para estimular la producción, que está disminuyendo junto con el número de equipos de perforación. La cantidad de gas almacenado está actualmente un 7,4 por ciento por debajo de la media de los últimos cinco años. Cualquier intento de restringir las exportaciones de GNL hará aullar a los grupos de presión de la industria energética, que tienen mucha influencia en el Capitolio, y dará lugar a prolongadas batallas políticas en un Congreso.
Afortunadamente, este invierno Rusia salvará del frío a la Unión Europea gracias a que ayer se abrió el grifo del NordStream2. “El gasoducto aumentará la dependencia de Europa respecto de Rusia”, dicen los tertulianos, que no se acuerdan de que España lleva décadas dependiendo del gas argelino.
Para los más escépticos: la empresa rusa Gazprom está de acuerdo en firmar un acuerdo de suministro a largo plazo de gas a Europa a un precio establecido, como ha hecho con Hungría. ¿Quién es el que se niega?
Es posible que el mundo ya no recuerde cuando los precios del petróleo estaban en negativo, pero ahora están en un máximo que no se había acanzado desde noviembre de 2014: 83 dólares el barril.
Ayer cinco países europeos (Francia, España, República Checa, Grecia y Rumanía) pidieron una acción concertada para frenar las subidas de los precios de la energía.