‘El hábito no hace al monje’ |
También admitió que las informaciones según las cuales la “coalición internacional” dispone de una base militar con 800 soldados en Hasaka, el norte de Siria, no son falsas sino sólo “inexactas”.
“El Pentágono ha anunciado en envío de 200 militares a Siria que van a reforzar las filas de los 300 que ya están activos”, afirmó el portavoz.
Rankine-Galloway también reconoció que Estados Unidos continuaría instruyendo y adiestrando a las tropas de los aliados fiables que tiene en Siria, lo que justificó como consecuencia de la lucha contra el Califato Islámico.
El PKK, pues, cada vez se parece más al gobierno de Vietnam del sur en los setenta. El apoyo que reciben de los imperialistas es un secreto a voces. Lo mismo que en Vietnam, el lenguaje relativo a la intervención del imperialismo en favor de sus peones ha ido retrocediendo, desde las primeras fórmulas de Obama “No boots on the ground”, o lo que es lo mismo: “No hemos puesto los pies en el suelo”.
Todo se vino abajo cuando un fotógrafo de la agencia France Presse sorprendió a 20 soldados patrullando en la localidad de Fatsa, cerca de de Raqqa, con los distintivos militares de las fuerzas kurdas del PYD-FDS. “A menudo los soldados de las fuerzas especiales americanas llevan las insignias de las fuerzas a las que aconsejan”, escribió en un tuit el coronel Steve Warren, portavoz de la coalición internacional en Bagdad.
Por si acaso, para que no hubiera confusiones, el Pentágono tuvo que enviar nuevas instrucciones para que sus tropas se quitaran cualquier clase de distintivos. Lo mismo que en Vietnam, Estados Unidos sólo envía “consejeros” a Kurdistán.
“El hábito no hace al monje” y, por si acaso, aquellos consejeros iban armados hasta los dientes. El 31 de mayo el Pentágono confirmó que un soldado estadounidense que combatía en las filas kurdas fue herido por un “disparo indirecto”, otra expresión tortuosa utilizada para designar el fuego de artillería, normalmente lanzagranadas. El eufemismo encubría el hecho de que, hasta ese momento, los imperialistas habían venido negando que sus tropas estuvieran involucradas en los combates, algo que los portavoces kurdos nunca han negado.
Luego otro cayó muerto al estallar un explosivo. Mientras los féretros llegan de uno en uno no es necesario organizar suntuosas ceremonias fúnebres. Todo se puede seguir manteniendo en secreto.
Pero para entoces ya no se trataba sólo de soldados sino de bases militares. En julio el Wall Street Journal informaba de que una de las bases “secretas” que tiene el Pentágono en Siria había sido bombardeada por la aviación rusa (1).
En aquel caso la base, compartida con la CIA y tropas británicas, estaba en At-Tanf, al sudeste de Siria, junto a la frontera jordana, cuya existencia se justificó “para impedir que yihadistas penetraran en Jordania”, una típica excusa que el lector deberá volver del revés.
Cuando hay una base militar los jefes suelen aparecer de visita. No se trata de cualquier mercenario chusquero, sino generales de la categoría de Joseph Votel (2), jefe del mando operativo en Oriente Medio. Al Pentágono ya le quedaba poco que ocultar a los medios.
En la bases junto a los estadounidenses también aparecen sus cómplices, una panoplia de imperialistas de todos los colores, que empieza por Gran Bretaña, Canadá, Francia, Dinamarca y nunca se sabe dónde acaba el elenco de países a los que el PKK ha abierto las puertas de Kurdistán, un país cada vez más parecido a una casa “okupa”, pero “okupada” por los imperialistas.
(2) http://www.theguardian.com/world/2016/may/21/syria-us-commander-secret-visit-joseph-votel