El hundimiento del rublo vuelve a poner de relieve los pilares financieros que impuso el imperialismo estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial: una hegemonía basada en el dólar.
Si el euro se devalúa también podemos decir correlativamente que el dólar remonta, o bien que la demanda de dólares está creciendo y si eso lo ponemos en relación con el hecho de que a mediados de año la FED, que ejerce de Banco Central estadounidense, redujo su QE («quantitative easing»), las consecuencias son obvias. Es como cerrar el grifo cuando alguien tiene sed y se dispone a beber de la fuente.
Pero en el mundo unos países tienen más sed que otros; sus monedas son más vulnerables y necesitan más dólares que otros para equilibrar sus cotizaciones, con el agravante de que están obligados a recurrir a quien les está cerrando el grifo, es decir, al imperialismo estadounidense.
El Kremlin ha respondido aumentando de golpe los tipos de interés del 10,5 al 17 por ciento, actuando en los mercados internacionales e imponiendo estrictos controles de cambio, entre otras medidas. Pero si hay alguien que sabe que nada de eso será suficiente son ellos precisamente, además de los chinos, que se han apresurado a decir que van a ayudar a sostener la cotización del rublo por aquello de que «cuando las barbas de tu vecino veas pelar…»
Por eso el yuan no es una moneda convertible y no hay ningún «experto» en ninguna facultad de economía del mundo que no se esfuerce en recomendar a los chinos que se pongan la soga -o sea, el dólar- al cuello.
El sistema monetario internacional, impuesto en 1945 sobre una Europa en ruinas, deja en evidencia las famosas teorías «neoliberales»: Estados Unidos es el banquero del mundo porque la caja fuerte la custodia el ejército más poderoso del mundo. Aunque el comercio mundial no tenga nada que ver con Estados Unidos, el precio casi siempre se paga en dólares, en una cadena de cuentas bancarias cuyo último eslabón acaba en Wall Street.
Para muchos países, como Rusia, China y otros, romper esa cadena financiera es mucho más que una necesidad. Están obligados a huir de las garras del «banco del mundo» pero, aunque han dado pasos en esa dirección, dentro de los parámetros actuales las alternativas no están tan claras. Tendrán que romper esos parámetros, que es tanto como romper la baraja.
Lo que puede dar de sí una guerra mundial y la caída de un muro.
Pero todo imperio cae,
Toda soberbia Occidental se acabará depurando.
Aunque va a ser muy duro para todos que el Occidentalismo pro-Yankee caiga. por que hará mucho ruido y nos arrastrará a todos los Europeos.
Cuando China se apodere del mercado mundial, que Dios nos pille confesados.