Paralelismos

Bianchi

La sociología norteamericana de los años cincuenta del siglo pasado, en plena guerra fría, se la pasó ingeniándoselas para distinguir entre regímenes fascistas y regímenes comunistas. Hasta esa década se entendía que ambos regímenes eran “totalitarios”, lo mismo aunque paralelos como las rectas de Euclides, o las vidas paralelas de Plutarco, pero las molleras gringas “descubrieron” que no, que había diferencias y así tenemos que el régimen de Stalin fue “totalitario”, mientras que el de Franco era “autoritario”, o sea, fascista, sí, pero no tan bestial como el estalinismo rampante que se desayunaban niños con patatas. Y mira que el Régimen de Franco, por boca falangista, se definió desde el principio -con Hitler en plena pujanza y su “blitzkrieg” o “guerra relámpago” en los campos de batalla europeos- a sí mismo como “sistema totalitario”, algo de lo que presumían y copiaron al mussolinismo, si existe este palabro.

Ahora las geometrías variables permiten que de un Estado fascista, como el franquista, se puede pasar como por ensalmo a una democracia “con todas las de la ley”, oiga, sin rupturas, sólo porque se murió el dictador, de muy malas maneras, eso sí, pero no colgado patas arriba como Mussolini por las turbas desatadas y sedientas de sangre, que ya se sabe cómo son estas fieras, pero de un Estado “totalitario” como el soviético y su conversión milagrosa en una “democracia” homologable a las europeas, resulta más dificultoso y problemático. Y es que, ¿no es más cierto -como dicen los leguleyos- que a la Rusia exsoviética, sobre todo la de Putin, le quedan resabios “totalitarios” que recuerdan su pasado comunista, que hasta se permiten manifestaciones con retratos del ogro Stalin? ¡¡¡ Pero esto qué cojones es, señorías !!!! Si del fascismo, del franquismo, se puede pasar a la democracia tal cual y por arte de birlibirloque, del comunismo soviético a la democracia va a ser que no, con el dipsómano Boris Yeltsin, sí, y hasta con el añorado Gorbachov, hoy croupier de un casino de Las Vegas, pero con el expía del KGB, Putin, la cosa es más complicada. No se deja ser “demócrata” al gusto y guisado nuestro. Sigue siendo un “totalitario”. Y no seremos nosotros, en este maravilloso blog, los que hablemos de un “imperialismo bueno”, que sería el de Putin, pero, desde luego, ni lo confundiremos ni le meteremos en el mismo saco, insacularemos, que se dice en plan fino, con el imperialismo de toda la puta vida: el yanqui. O sea, mire usted, no, va a ser que no.

Teníamos, por tanto, que comunismo y fascismo eran extremos (políticos) que se tocaban, como los extremeños, como las caras de un Jano bifronte, y en medio la equidistancia, ergo: las impolutas democracias occidentales, con sus corruptelas y sus cosillas y defectillos, sí, pero democracias, al fin y al cabo, que para eso vota el personal (como borregos, me apuntan aquí, en el bar donde escribo, pero no diré yo eso) y hay prensa que descubre y denuncia la corrupción, o sea, corrupción y su denuncia demuestran, como un axioma, la existencia de la democracia; si no hubiera corrupción en un país, es que no hay democracia, vienen a concluir estos sofistas especialistas de los silogismos burdos y entimemas baratos.

Y acabo: que comunismo y fascismo no sólo no tienen nada que ver sino que son absolutamente antagónicos, lo demuestra, entre otras muchísimas razones, que si Franco dijo, o dicen que dijo, al expirar que dejaba todo “atado y bien atado”, y ya se ve la chufa de “Transición” de tres centavos que se ha visto, aunque se llame “democracia” y no lo es, un Fidel Castro, por ejemplo, o su hermano Raul, nunca dirá eso y, por tanto, mucho nos tememos que del “totalitarismo comunista” pasemos a la “democracia liberal-burguesa” con todos sus encantos y ventajas. Y escaparates.

Conclusión: ¿se puede pasar del fascismo a la democracia sin, al menos, una ruptura democrática o un proceso constituyente previo? Hummmm, lo dudamos. ¿Y de un régimen socialista, vale decir, tipo cubano, al capitalismo? Hummmm, no lo dudamos tanto. Fidel pasará de “dictador totalitario” a “autoritario”, aunque ni eso pues la reacción de la burguesía imperialista es vengativa e inmisericorde.

¿Dónde quedan los paralelismos, pues?

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