En todos los países, los médicos no suelen informar sobre los efectos adversos de los medicamentos y vacunas. En Francia los cálculos estiman que sólo un 7 por ciento de las advertencias que llegan a los sistema de salud pública proceden de los médicos generalistas (1).
Se trata de cifras insignificantes que contribuyen a propagar el mito de las excelencias y los avances de la medicina moderna.
Por eso un titular del periódico Ouest France llama mucho la atención: “Covid-19. El centro de farmacovigilancia de Tours está asediado por informes sobre vacunas” (2). En tres meses habían registrado más de 1.400 informes de efectos adversos, más que a lo largo de todo el año anterior.
Ante la avalancha, la medida del centro de farmacovigilancia fue pintoresca, a tono con la pandemia: pidieron a los médicos y a los pacientes que dejaran de denunciarlo todo para poder dar prioridad a las denuncias más graves.
Los burócratas del centro no quieren trabajar. El director declaró que “los pacientes y los médicos lo declaran todo y eso nos ha hecho estar muy ocupados”. O quizá sea algo mucho más simple: es posible que no estén acostumbrados a tramitar tantas quejas como está ocurriendo con el coronavirus. También es posible que no tengan personal suficiente para atenderlas.
También cabe pensar que es mejor cerrar los ojos para que luego los “expertos” puedan decir por televisión que hay pocos riesgos y que, en cualquier caso, los beneficios son mayores.
Las cifras y las estadísticas oficiales siempre funcionan así: se inflan y se desinflan según convenga en cada caso.
(1) https://www.cairn.info/revue-sante-publique-2019-4-page-561.htm
(2) https://www.ouest-france.fr/centre-val-de-loire/tours-37000/covid-19-le-centre-de-pharmacovigilance-de-tours-assailli-par-des-signalements-sur-les-vaccins-7218408
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