En la mayor parte de esos países los trabajadores son inmigrantes. En Qatar una empresa de electricidad no paga los salarios a cientos de obreros extranjeros desde hace cuatro meses. En Arabia saudí las 1.200 enfermeras de Saad, un hospital privado de Jobar, se han declarado en huelga por el impago de los salarios.
A pesar de que en el país de los jeques no existe el derecho de huelga, el 21 de setiembre los trabajadores de sanidad levantaron un campamento delante del hospital, bloqueando el acceso al mismo.
La mitad del déficit, 84.000 millones de dólares corresponde a Arabia saudí, cuyos jeques se han embarcado en Yemen en una costosa y criminal guerra que van perdiendo económica y militarmente. El año pasado la deuda saudí fue de 98.000 millones de dólares, que se van acumulando cada año.
La crisis es especialmente grave en la construcción, donde las obras han quedado paralizadas por falta de financiación y los despidos se cuentan por miles. La crisis hace peligrar los mundiales de fútbol que se tienen que celebrar en Qatar en 2022.
Los más afectados son los trabajadores hindúes que, en Qatar suman más de medio millón de una población total de 2,5 millones. Han tenido que pedir ayuda a la embajada de su país para poder regresar, ya que carecen de ingresos para pagarse el viaje de vuelta. La embajada dice que puede dejar dinero a unos pocos, pero que los obreros despedidos son tantos que no tienen fondos para todos. El gobierno hindú se ha puesto en contacto con los jeques para repatriar a 10.000 trabajadores que han perdido su empleo y no pueden retornar a la India.
En 2014 la policía qatarí detuvo a 100 obreros nepalíes de la construcción que se declararon en huelga y los deportó a su país de origen.