El imperialismo no desató la Guerra de Libia sólo por el petróleo, pero a medida que el desastre se prolonga, el petróleo pasa a un primer plano. En vísperas de la conferencia de Berlín, el crudo aumenta la tensión.
El viernes un grupo cercano a Haftar pidió bloquear las exportaciones de petróleo del país en protesta contra la intervención turca, mientras que los manifestantes, también simpatizantes del general, invadieron el terminal petrolero de Zweitina, en el este del país, y lo declararon cerrado.
La NOC condena los llamamientos al bloqueo de los puertos petroleros. Se supone que la empresa debe redistribuir la recaudación del petróleo entre ambos contendientes. Hasta el pasado mes de abril ese era uno de los únicos puntos de acuerdo que existían entre ambas partes.
Las personas pueden morir en la guerra, pero el surtidor de petróleo no se puede detener de ninguna manera. La recaudación va a parar a las milicias para que se sigan matando lo más posible. De momento “sólo” llevan 30.000 cadáveres, aunque las cifras cambian de un día para otro.
Antes de la caída de Gadafi, Libia producía alrededor de dos millones de barriles al día, una producción que volvió a ponerse en marcha en los últimos años. Hoy en día el país extrae 1,3 millones de barriles diarios.
La NOC debe repartir la recaudación entre las dos facciones en lucha a través del Banco Central, que está en manos de Sarraj. Sin embargo, desde la ofensiva lanzada el pasado mes de abril por Haftar, la otra parte está obligando al Banco Central a frenar los pagos a los adversarios.
La mayoría de los campos petroleros y los puertos de exportación están bajo el control de Haftar. El viernes el jefe de la NOC reaccionó en un comunicado a las amenazas de bloquear las exportaciones de petróleo, instando a las partes beligerantes a no tomar como rehén el único recurso del país.