Matanza de reses mexicanas en 1947 |
A pesar de las leyendas sobre los búfalos y las praderas del “salvaje oeste” de Estados Unidos, hasta 1947 el país importaba ganado vacuno de México, uno de los más pujantes sectores económicos al sur de Rio Grande.
La balanza de pagos iba bien para México y mal para Estados Unidos, por lo que tuvieron que inventarse una “epizootía”, o sea, una especie de epidemia en la cabaña ganadera, gracias a la cual exterminaron más de un millón de cabezas de ganado.
Fue entonces cuando se acuñó la expresión “rifle sanitario”, que ha pasado a la historia. La balanza de pagos cambió de signo y fue México quien tuvo que importar carne procedente de los ganaderos gringos.
Si pasamos de la medicina a la veterinaria, el debate científico sobre las enfermedades contagiosas no cambia demasiado y el económico y político tampoco. Junto al conocimiento (y a su tergiversación) hay intereses económicos imperialistas, clases sociales y luchas de clases. Un aspecto de la cuestión que no se puede analizar separadamente del otro, por más que los “puros” se empeñen en decir otra cosa.
Lo mismo les ocurre a ciertos “marxistas auténticos”: deberían prestar un poco de atención a este tipo de asuntos porque el “rifle sanitario” propició uno de los mayores levantamientos campesinos desde los tiempos de Revolución Mexicana de 1910.
La historia del “rifle sanitario” empezó como empiezan siempre estas historias: hay una epidemia de ganado que viene de fuera. El mal siempre llega de lejos. Estados Unidos responsabiliza a México que, a su vez, responsabiliza a la importación de cebúes brasileños que los ganaderos querían cruzar con la especie autóctona para mejorarla.
Cuando en Texas aparecieron los primeros síntomas de glosopeda (o fiebre aftosa, que también se imputa a un virus) en los rebaños, Estados Unidos exigió que una partida de sementales brasileños permanecieran en cuarentena en la isla de Los Sacrificios, frente al puerto de Veracruz, donde los habían desembarcado. Además, prohibió la importación de ganado mexicano.
A su vez, México declaró el estado de emergencia e impuso la cuarentena. Fue un descalabro para la economía mexicana, que anualmente exportaba cerca de 800.000 reses a Estados Unidos.
Si bien se detectaron algunos casos de fiebre aftosa en determinados ranchos, tanto en México como en Estados Unidos, los cebúes brasileños no tenían nada que ver. No sólo pasaron la cuarentena normalmente sino que en Brasil no detectaron ni un sólo caso positivo en las regiones de donde salieron las partidas de cebúes.
La epizootía mexicana de 1947 era benigna y tenía tratamiento veterinario. A pesar de ello, Estados Unidos impuso a México el exterminio implacable de su cabaña, es decir, no sólo del ganado enfermo sino también del sano, con el conocido pretexto del “contagio”.
La diferencia entre las enfermedades humanas y las del ganado es que en este segundo caso al enfermo se le puede matar ¿Para qué curar si es más barato matar? El plan de Estados Unidos era exterminar la tercera parte de la cabaña mexicana: 4,5 millones de cabezas de ganado.
La resistencia campesina no tardó en manifestarse y al principio los matarifes tuvieron que recorrer los pueblos acompañados de tropas del ejército. Pero la represión no sofocó los levantamientos, que subieron de tono. Los veterinarios y técnicos tuvieron que marcharse de algunos estados, como Guerrero y Michoacán. Comenzaron las redadas y encarcelamientos, mientras los panfletos que circulaban de mano en mano denunciaban a los “capitalistas, únicos beneficiarios del rifle sanitario, ya que, sin animales no se podrá trabajar la tierra y tendrá que ser vendida por un mendrugo de pan”.
El levantamiento campesino conduce a la lucha armada y los enfrentamientos con el ejército se multiplican. En junio de 1947 un veterinario, un oficial del ejército y seis soldados fueron ejecutados por los campesinos en Senguio, en el estado de Michoacán. El propio gobernador del estado, un general del ejército a la vez que político corrupto, fue víctima de un atentado.
Ante la resistencia de los campesinos, el gobierno federal tuvo que acabar con el exterminio del ganado, primero en Michoacán y luego en toda la República.
Por más que hubiera casos de fiebre aftosa en el ganado, tanto mexicano como estadounidense, la campaña del “rifle sanitario” no fue promovida por un criterio científico sino económico y político, acabando de la misma manera que empezó: no por un criterio científico sino por la resistencia popular al exterminio de los medios de vida del campesinado mexicano.
Bibliografía:
– J.M.Cervantes Sánchez, La fiebre aftosa y el desarrollo moderno de la medicina veterinaria mexicana (1946-1955), Montalbán, 2003
– José Carmen Soto Correa: El rifle sanitario, la fiebre aftosa y la rebelión campesina, Instituto Politécnico Nacional, México, 2009.