El jueves el ministro de Asuntos Exteriores de Malí, Abdoulaye Diop, se reunió en Moscú con su homólogo Lavrov. Ambas partes negaron cualquier contrato con la empresa Wagner. Vincularon el acercamiento militar entre sus países a la retirada de las tropas francesas en el norte de Malí, que ha aumentado el terrorismo en el Sahel.
Los jefes de la diplomacia rusa y maliense anunciaron su voluntad de proseguir la asociación militar entre ambos países. Un acercamiento que legitiman con un riesgo terrorista reforzado por la retirada parcial de las tropas francesas.
“Cada vez que Malí se ha visto en situaciones difíciles desde nuestra independencia, Rusia siempre ha estado con nosotros”, dijo el ministro de Asuntos Exteriores de Mali durante las negociaciones. “Estamos en una situación difícil y seguimos esperando que este amigo nos ayude a salir de ella”, dijo. El 80 por ciento del equipamiento militar de Mali es de origen ruso.
Por su parte Lavrov dijo que Rusia seguirá entregando equipos, municiones, armas y formando a oficiales malienses para que Bamako pudiera defenderse eficazmente del terrorismo.
En los últimos meses, las relaciones entre Francia, antigua potencia colonial y socio histórico, y Malí se han deteriorado tras el Golpe de Estado en Bamako. En junio París se comprometió a reorganizar su presencia militar en el Sahel, abandonando sus tres bases más septentrionales en Malí y reorientándola en torno a Gao y Menaka, en la frontera con Níger y Burkina Faso. El plan también prevé una reducción del número de tropas de más de 5.000 en la actualidad a 2.500-3.000 en 2023.
Con esta retirada, los terroristas se sienten cada vez más a gusto en el norte de Malí, dijo Lavrov.
Lavrov y Diop también negaron cualquier contrato entre Bamako y Wagner, una posibilidad que preocupa a París. “No se ha firmado ningún contrato en este sector”, dijo el ministro maliense en ruso, añadiendo que las acusaciones pretendían desacreditar a Bamako.
Según Lavrov, Moscú no interviene en las actividades de estas “estructuras creadas por ciudadanos rusos que celebran sus propios contratos”.
En los últimos años se ha informado de la presencia de mercenarios rusos, especialmente del grupo Wagner, en Siria y África. Los occidentales les acusan de servir a los intereses de Moscú bajo la apariencia de actividades privadas, lo que el Kremlin niega.