Con la Audiencia Nacional, en España ya estamos acostumbrados a los tribunales fascistas, los consejos de guerra y los juicios sumarísimos. Desde 1939 los antifascistas se han acostumbrado a ellos y creen que eso, o sea, el fascismo, es lo “normal”. Pero en otros países europeos, como Reino Unido, se tiran de los pelos por este tipo de farsas judiciales. El fascismo es algo novedoso para ellos.
A los acusados de “terrorismo” por apoyar a Acción Palestina les han privado del jurado y la duración de las farsas con toga se limitan a 36 minutos, con penas de cárcel de hasta seis meses.
El delito de los acusados es luchar contra el genocidio de Gaza. En lugar de concederles el Premio Nóbel de la Paz, los sientan en el banquillo. Eso exactamente el fascismo, algo cada vez más real en Europa a medida que los laboristas (“la izquierda” británica), ya no se enfuerzan por engañar a nadie.
Los planes de fascistización fueron elaborados por el juez Michael Snow (1), el pelele que sentó a Julian Assange en el banquillo de los acusados por decir la verdad, otro de los peores “crímenes” que se han puesto en boga. Tras ser sacado a rastras de la embajada ecuatoriana en 2019, lo llevaron delante de Snow, que le insultó llamándole “narcisista”. Para ello no necesitó pruebas de ninguna clase; le bastó con leer los periódicos de la mañana.
Ahora Snow ha decretado que los 2.000 acusados de “terrorismo” por apoyar a Acción Palestina van a ser juzgados en grupos de cinco, con diez acusados cada día, lo que resultará en 36 minutos para que cada acusado, cada abogado y cada fiscal interrogue, argumente y muestre las pruebas o la falta de ellas.
En una audiencia preliminar celebrada la semana pasada, una de las acusadas, Deborah Wilde, de 72 años, objetó que estos juicios serían demasiado cortos para permitir una defensa adecuada. El juez Snow le replicó: “Estoy convencida de que hay tiempo suficiente. No voy a conceder más tiempo. Su único recurso es el Tribunal Superior”.
Es una payasada típicamente inquisitorial. Snow es un cínico. Sabe que los acusados no pueden permitirse un recurso ante el Tribunal Superior.
Acostumbrados a las buenas maneras, en Reino Unido se quedan sorprendidos de que con la legislación “antiterrorista” en la mano se pueda condenar a alguien por meras sospechas. No importa si son fundadas o no. Puede que sean completamente erróneas, pero si alguien levantó las sospechas de un policía, bastan los “motivos razonables”.
“Es un delito de responsabilidad objetiva”, dice Murray sorprendido (2). Pero así es la historia misma de la represión política, de la que España tiene muchos casos que contar. Te detienen, te juzgan y te condenan por ser republicano, antifascista, anarquista, comunista… e incluso por ser rapero. No hace falta hacer muchas preguntas. “Estás fichado”, decían en tiempos del franquismo. La policía te ha visto en reuniones, en manifestaciones, en actos…
Lo demás no les importa a los jueces. Solo quieren oir a un policía decir en estrados que el reo apoya a una “organización terrorista”. Las demás explicaciones sobran, son reiterativas, políticas, pataletas…
El destino de los 2.000 acusados está sellado. Marca “un punto de inflexión en la precipitada caída de Reino Unido hacia el fascismo”, escribe Murray. Bienvenidos al fascismo. En España somos veteranos en esto: estamos a punto de celebrar los 50 años de la muerte del asesino Franco, que marca el punto de inflexión de un fascismo a otro.
(1) https://www.bbc.co.uk/news/articles/c051g2q5651o
(2) https://www.craigmurray.org.uk/archives/2025/10/36-minute-trials-and-no-jury-starmers-fascist-mass-courts/
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