La medicina basada en la evidencia se ha visto corrompida por los intereses de las grandes empresas farmacéuticas y la comercialización de las universidades, que actúan para suprimir los resultados negativos de los ensayos, ocultar los efectos adversos y ocultar los datos brutos a la comunidad investigadora académica.
Según un artículo publicado recientemente por el British Medical Journal (*), la medicina está dominada en gran medida por un pequeño número de empresas farmacéuticas muy grandes que compiten por la cuota de mercado, pero que están efectivamente unidas en sus esfuerzos por ampliar ese mercado. El impulso a corto plazo de la investigación biomédica gracias a la privatización ha sido celebrado por los defensores del libre mercado, pero las consecuencias no deseadas a largo plazo para la medicina han sido graves.
El progreso científico se ve obstaculizado por la propiedad de los datos y los conocimientos, ya que la industria suprime los resultados negativos de los ensayos, no informa de los acontecimientos adversos y no comparte los datos brutos con la comunidad de investigadores académicos. Los pacientes mueren por el impacto negativo de los intereses comerciales en la agenda de investigación, las universidades y los organismos reguladores.
La responsabilidad de la industria farmacéutica ante sus accionistas hace que den prioridad a sus estructuras jerárquicas de poder, a la fidelidad a los productos y a la propaganda de relaciones públicas sobre la integridad científica. Aunque las universidades siempre han sido instituciones de élite susceptibles de la influencia de las dotaciones, durante mucho tiempo han pretendido ser los guardianes de la verdad y la conciencia moral de la sociedad.
Pero ante la insuficiencia de fondos públicos, han adoptado un enfoque neoliberal de mercado, buscando activamente la financiación farmacéutica en condiciones comerciales. Como resultado, los departamentos universitarios se convierten en instrumentos de la industria: al controlar los programas de investigación, escribir artículos en revistas médicas e impartir formación médica continua, los académicos se convierten en agentes para la promoción de productos comerciales. Cuando los escándalos relacionados con las asociaciones entre la industria y el mundo académico salen a la luz en los medios de comunicación, se debilita la confianza en las instituciones académicas.
La universidad capitalista también socava el concepto de investigación académica. Los decanos que ascendieron a puestos de dirección gracias a sus distinguidas contribuciones a sus disciplinas han sido sustituidos en ocasiones por recaudadores de fondos y gestores académicos, que se ven obligados a demostrar su rentabilidad o a mostrar cómo pueden atraer patrocinadores. En medicina, los que triunfan en el mundo académico son “influencers” y “líderes de opinión” (KOL en la jerga comercial), cuyas carreras pueden avanzar gracias a las oportunidades que ofrece la industria.
Los KOL se seleccionan sobre la base de un complejo conjunto de actividades de perfilado realizadas por las empresas. Por ejemplo, los médicos se seleccionan sobre la base de su influencia en los hábitos de prescripción de otros médicos. La industria busca a los KOL por esa influencia y por el prestigio que su afiliación académica aporta a la marca del producto de la empresa. Como miembros bien pagados de los consejos asesores farmacéuticos, los KOL presentan los resultados de los ensayos de la industria en conferencias médicas y en la formación médica continua. En lugar de actuar como científicos independientes y desinteresados y evaluar críticamente el rendimiento de un fármaco, se convierten en lo que los profesionales de la publicidad llaman “campeones del producto”.
No obstante, la confianza de los autores del artículo en la financiación pública para liberar a la medicina de las multinacionales farmacéuticas es errónea, como han demostrado las restricciones sanitarias aprobadas por los gobiernos durante la pandemia (y en muchas otras cuestiones). Pero los argumentos sobre la corrupción que el dominio de los monopolios aportan al desarrollo y los ensayos de los medicamentos merecen ser tomados en serio.
(*) https://www.bmj.com/content/376/bmj.o702