Roger Waters en 1970 |
El 1 de noviembre tocaba en un teatro de Nueva York, que el Centro Simon Wiesenthal trató de boicotear. Hicieron un llamamiento para que quienes hubieran cobrado entradas exigieran la devolución de su importe. Querían un concierto sin público.
Su fracaso ha sido total. No sólo nadie pidió la devolución del precio de las entradas sino que se agotó el aforo en su totalidad. El problema fue el de encontrar alguna en la reventa.
Junto con otras leyendas, como Neil Young, Waters es un músico comprometido de los que ya quedan pocos. En varias ocasiones ha viajado a Palestina para solidarizarse con la población masacrada por el sionismo.
Es un activo promotor de la campaña para que los artistas se nieguen a actuar en Israel mientras siga ocupando los territorios palestinos. No oculta su desprecio a los sionistas que tratan de intimidarle.
Los sionistas le han acusado de ser un “simpatizante nazi”. Es lo que más le molesta a
Waters. “No sólo mi padre, el teniente segundo Eric Fletcher Waters,
murió en Italia el 18 de febrero de 1944 luchando contra los nazis; yo
fui criado en la Inglaterra de posguerra, donde recibí la educación más a
fondo sobre el tema del nazismo y donde no me ahorraron ninguno de los
horribles detalles acerca de los crímenes atroces cometidos en nombre de
esa sucia ideología”.
El cantante dice que no “odia a los judíos”, enfatizando que “tengo muchos y muy buenos amigos judíos, uno de los cuales, curiosamente, es el sobrino del fallecido Simon Wiesenthal”. Agrega que su nuera, y por tanto sus dos nietos “a quienes amo más que a la vida“, también son judíos.
En sus entrevistas afirma que “colaborar con Israel es sostener a los colonos que queman a los bebés y a los soldados que aplastan con excavadoras a los jóvenes paacifistas como Rachel Corrie”.
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El problema no es el sionismo, es el judaísmo (que no los judíos, no se entienda como racismo) y si el sionismo está o no en crisis, eso es indiferente, ya que solo es la opción política del momento, no el verdadero problema, de ahí entender que acabando con el fascismo judío, no terminarían los problemas en oriente medio ni en el mundo, que aunque muchos se resistan a creerlo, están provocados en gran medida por ese judaísmo que menciono.
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