Los rusos resultan muy molestos. Primero fue el avión de Ursula von der Leyen. Luego los drones rusos que caen como la lluvia por todos los rincones de Europea oriental. Después los aviones que invaden el espacio aéreo de los vecinos. Ahora le toca el turno a los satélites espaciales.
El ministro alemán de Defensa, Boris Pistorius, ha denunciado la supuesta presencia de los satélites rusos “cerca” de los alemanes, alegando interferencias, espionaje y sabotaje espacial.
En una conferencia espacial en Berlín, Pistorius aseguró que las aeronaves alemanas estaban siendo “vigiladas de cerca” por dos satélites rusos (*). Uno se lanzó en 2014 y el otro en 2023. Según su relato, esos aparatos en órbita rusos son espías que acechan en medio de las sombras del cosmos.
Los satélites rusos no solo volaban en paralelo: eran capaces de interferir las comunicaciones, cegar sensores o incluso destruir directamente otro satélite. Todo un catálogo de amenazas, enunciadas con la gravedad de un general en medio de una batalla galáctica.
Para dramatizar aún más, el ministro incluso mencionó “39 satélites rusos y chinos” que sobrevuelan Europa a diario, llegando incluso a aconsejar a los que acudieron al acto que “cuidaran sus palabras”, como si la sala de conferencias se hubiera transformado repentinamente en una cabina de escucha de la Guerra Fría.
Pero tras el melodrama espacial se esconde un mensaje ufano: el anuncio de una colosal inversión de 35.000 millones de euros en programas espaciales durante los próximos cinco años. Un presupuesto astronómico, en toda la extensión de la palabra, presentado como respuesta a una amenaza externa.
Mientras en Europa los trabajadores padecen constantes recortes presupuestarios, el gobierno de Berlín opta por evocar el espectro de la Guerra de las Galaxias para justificar su despilfarro y a Alemania como un actor protagonista de esta nueva saga de la serie.
El discurso refleja la necesidad de proyectarse como un padrino a la altura de Moscú. Los países de la Unión Europea pueden ser comparsas; Alemania no. Al no alcanzar protagonismo en la Tierra, Pistorius quiere forjar una identidad en el espacio exterior.
La comparación con Star Wars no es casual: los satélites rusos se convierten en “naves imperiales” que acechan en la oscuridad, Alemania se disfraza de valiente caballero amenazado y el presupuesto espacial sirve como sable de luz. Pero al esforzarse demasiado en recrear la saga, Berlín corre el riesgo de transformar su política de guerra en un hazmerreir. La diferencia entre una amenaza real y una paranoia cósmica se difumina.
(*) https://news.sky.com/story/german-satellites-being-shadowed-by-russian-satellites-warns-defence-minister-13437664
Descubre más desde mpr21
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.