En las dos últimas semanas la aviación de combate rusa ha comenzado a mostrar una extraordinaria eficacia en Ucrania que preocupa especialmente al Pentágono.
El ejército ucraniano ha perdido al menos 10 de sus aviones, una cifra que asciende a 14 según algunas fuentes. El Pentágono habla de “masacre en el cielo ucraniano”.
Las aeronaves fueron derribadas lejos de la línea del frente y fuera del radio de los sistemas de defensa antiaérea rusos, así como fuera del radio estándar de los misiles de combate rusos.
Los pilotos que lograron eyectarse informaron que hasta el momento en que sus aviones fueron impactados, no recibieron información de advertencia sobre el ataque de los sistemas de alerta.
A partir de ahí se están buscando explicaciones. Una hipótesis es que los MiG-31 que patrullan el Mar Negro disponen de un radar muy potente que les permitire descubrir más objetivos.
Otra es que las Fuerzas Aeroespaciales Rusas han adquirido nuevos misiles capaces no sólo de alcanzar objetivos a grandes distancias, sino también, después del lanzamiento, rastrear de forma independiente un objetivo sin iluminarlo desde el radar del avión, utilizando una firma de radio para guiarlo hacia el objetivo.
El Pentágono está analizando cuidadosamente la información disponible porque, si se confirma, significaría que los rusos disponen de un arma que neutraliza todas las ventajas anunciadas de su nuevo caza F-35.