Los revisionistas españoles tratan de ocultar la vigencia de la Resistencia Antifascista

El mejor homenaje: continuar la lucha

Los revisionistas españoles tratan de ocultar la vigencia de la Resistencia
Antifascista

Juan Carlos Delgado de Codes, Secretario General provisional del PCE(r)

(Sobre el comunicado de hoy de los CJC recordando a las
13 Rosas Rojas. Memoria selectiva)



En 1939, Roberto Conesa fue partícipe del asesinato de las 13 rosas. En 1979,
participó en el asesinado de Delgado de Codes, Secretario General del PCE(r).

¿Diferencias?


Las 13 Rosas Rojas eran heroínas ejemplares de la resistencia contra el
fascismo, mientras Juan Carlos Delgado de Codes era un blanquista y
pequeñoburgués. O eso al menos nos enseñan los CJC a través de sus
comunicados. 


Los CJC son la muestra más exaltada del bipolarismo. Defienden a unos
antifascistas y a otros los mandan a la hoguera, que nada se sepa de ellos.


Tan pronto están “homenajeando” a la resistencia antifascista, como más tarde
están denunciando como terroristas a aquellos que continuaron esa resistencia.
Esa resistencia antifascista no continúa, porque para ellos ya no hay nada a lo
que resistir. 


Nuestros revisionistas dicen querer que nombres como los de la 13 Rosas Rojas
no se borren. Es decir, que no quieren sepultar esos nombres de la resistencia
obrera y popular contra el fascismo en este país de 1936 a 1975. 


¿Y quién quiere borrar los nombres de la resistencia antifascista? El fascismo,
sin duda. ¿Y qué es lo que le permite al fascismo deshacerse de esta? El cuento
de la transición. Del que ellos son cómplices a través de su silencio. 


Realmente sin el caramelo de la transición ni siquiera hay motivo para hablar
de la memoria del movimiento antifascista. Más que nada porque no habría ningún
pretexto por el cual esa resistencia hubiese finalizado. Esa resistencia
antifascista tendría que ser continuada. No sería una memoria a la que “homenajear”
(a través de blogs de internet), sino sería el presente. La resistencia
antifascista continuaría hoy hasta alcanzar su fin: la ofensiva contra el
fascismo y la posterior derrota de este. 


Pero para los CJC la historia deja ciertos vacíos, como el niño que coge un
lápiz para dibujar y en medio del dibujo lo suelta para ver la televisión. Los
hechos se muestran incompletos.


Los revisionistas establecen una línea histórica de la resistencia antifascista
española desde 1936. Pasan por las batallas más importantes de nuestra Guerra,
luego por la lucha republicana en la resistencia francesa y en la defensa de la
URSS. Nos hablan del maquis en España, las agrupaciones de guerrilleros, sus
enlaces, la lucha clandestina de las organizaciones obreras y populares, la
organización en el exilio etc… Y toda una historia de guerrillas urbanas y de
un temple de acero de aquellos que sufrieron las consecuencias de esta lucha:
como Julián Grimau. Incluso nos hablan del gran papel que jugó el PCE de José
Díaz, al que ellos pretenden continuar, eso sí, folclóricamente, no continuando
su papel como dirigente del movimiento antifascista. 


Porque los CJC “homenajean” a todos y a cada uno de estos combatientes y exigen
que se les recuerde. Lo que pasa es que no cuentan que ellos son los propios
culpables del olvido de la resistencia antifascista.


Si seguimos el hilo histórico del que estamos hablando, nos daremos cuenta que
en 1975 se produce un parón. Ya no hay hilo. La historia de resistencia
antifascista no continúa. Se queda ahí, se detiene para siempre: queda para el
recuerdo, para la memoria, para los “homenajes” a través de Internet. La Guerra
Popular Antifascista queda entonces como motivo de homenaje e historietas, una
mera estética… lo mismo han hecho con la revolución bolchevique. 


A partir de entonces nuestros revisionistas no quieren saber nada de la
historia. El niño ha dejado de dibujar y se ha puesto a ver la televisión. Y
toda la lucha obrera y popular duerme hasta 2009 cuando el PCPE descubre que
hay una crisis capitalista y que ya no queda otra alternativa que la Revolución
Socialista (a diferencia de antes que propugnaban la República Antimonopolista
y el Frente de Izquierdas). España empieza de nuevo en el 2007, con la crisis
sistémica. ¿Lo demás? ¿Lo que hay entre 1975 y 2007? Como si no hubiera
sucedido. Quizás porque durante esas fechas sus dirigentes estaban bailándole
el agua a la socialdemocracia reformista y en consecuencia, al régimen. 

1. España es un ente abstracto. 


Como España ha perdido su historia y su sentido, no hay ningún elemento
nacional que incorporar a la línea revolucionaria en España. Solamente la mera
importación de consignas universales. Es decir, que sirven para España, para
Portugal, para Grecia y para Alemania: la lucha de la clase obrera contra el
monopolismo. 


Si bien esta consigna es correcta, no puede quedarse en una mera abstracción.
Habrá que explicar muy bien que forma toma, por ejemplo, el monopolismo en
España y esto no podemos hacerlo sin el materialismo histórico, sin la
historia. Y tendremos que darnos cuenta de que los que hacen posible que el
monopolismo se instaure en nuestro país son los que se levantan contra la
República Popular en 1936. Si no, nos quedaríamos en abstracciones
internacionales, pero sin línea particular. 


El Camarada G. Dimitrov acertadamente identifica este error:

“La teoría revolucionaria es la experiencia condensada, generalizada del
movimiento revolucionario; los comunistas deben utilizar cuidadosamente en sus
países no sólo la experiencia de las luchas pasadas, sino también, la de las
luchas actuales de otros destacamentos del movimiento obrero internacional. Pero,
utilizar acertadamente esta experiencia, no significa, en modo alguno,
trasplantar mecánicamente, en forma acabada, las formas y los métodos de lucha
de unas condiciones a otras, de un país a otro, como se hace con harta
frecuencia en nuestros Partidos. La imitación escueta, el limitarse a copiar
los métodos y las formas de trabajo, aunque sean los del mismo Partido
Comunista de la Unión Soviética, en países donde todavía impera el capitalismo,
puede, con las mejores intenciones del mundo, dañar más que favorecer, como ha
ocurrido en realidad no pocas veces. Precisamente, la experiencia de los
bolcheviques rusos debe enseñarnos a aplicar de un modo vivo y concreto la
línea internacional única de la lucha contra el capital a las particularidades
de cada país, extirpando implacablemente, poniendo en la picota, entregando a
las burlas de todo el pueblo las frases, los patrones, la pedantería y el
doctrinarismo. ”


Hoy en día podemos escuchar decir incluso a los más reaccionarios reformistas
que la transición fue una falacia. Lo dicen incluso periodistas del El País y
de los medios que precisamente no destacan por ser los más revolucionarios. Lo
dicen en La Tuerka, lo dice Julio Anguita e incluso los más variopintos
filósofos apolíticos. ¿Quién se cree la historia oficial de los fascistas?


¿Quién puede negar hoy que la transición no fue más que una maniobra del
fascismo? ¿Quién puede negar que no fue más que una reforma de un régimen
monopolista en crisis? ¿Cuáles eran las tareas del movimiento antifascista ante
esta situación?


G. Dimitrov y la III Internacional, que son los que  desarrollaron el
concepto marxista-leninista de fascismo, es decir, le dieron un significado y
un estudio científico (a través del materialismo histórico), ya avisaron de lo que
podía suceder en un Estado fascista en crisis, que era la situación en la que
se encontraba el fascismo español en los años 70 (donde empieza ese vacío
histórico de nuestros revisionistas). 

“En unos países, principalmente allí, donde el fascismo no cuenta con una
amplia base de masas y donde la lucha entre los distintos grupos en el campo de
la propia burguesía fascista es bastante dura, el fascismo no se decide
inmediatamente a acabar con el parlamento y permite a los demás partidos
burgueses, así como a la socialdemocracia, cierta legalidad. En otros países,
donde la burguesía dominante teme el próximo estallido de la revolución, el
fascismo establece el monopolio político ilimitado, bien de golpe y porrazo,
bien intensificando cada vez más el terror y el ajuste de cuentas con todos los
partidos y agrupaciones rivales, lo cual no excluye que el fascismo, en el
momento en que se agudezca de un modo especial su situación, intente extender
su base para combinar -sin alterar su carácter de clase- la dictadura
terrorista abierta con una burda falsificación del parlamentarismo.”


¿Acaso la incorporación del PSOE y del PCE al régimen fascista en los 70, no es
un pilar fundamental para el cuento de la transición? ¿Es esto una democracia burguesa
con tintes fascistas o es, al contrario un Estado fascista con tintes
democrático-burgueses?


Los CJC no responden a esta pregunta. Porque no quieren hablar de la
transición. Porque no quieren hablar de la historia. No saben explicar cómo
desaparece el fascismo en España y solo pueden hacerlo mediante teorías
abstractas, como siempre. Por ejemplo que el fascismo y la democracia burguesa
son formas de dominación de cualquier Estado burgués y mientras más
autoritarismo y represión hay, se están usando formas de dominación fascistas y
mientras más aperturismo y democracia se están usando métodos democráticos
burgueses. Teoría falsa puesto que la democracia-burguesa y el fascismo son
formas de dominación, por lo tanto son siempre represivas y autoritarias. La
cuestión está en que unas son formas de dominación correspondientes a la etapa
premonopolista del capitalismo y las otras a la etapa imperialista. Esto es lo
que dicen los comunistas de la III Internacional, es decir, los que se
enfrentaron a sangre y fuego con el fascismo. 


Pero como decimos, ni PCPE, ni PCOE ni ninguna banda revisionista quiere hablar
de los 70, porque ellos en los 70 o estaban en el PCE o estaban escondidos
debajo de las piedras cuando el régimen impuso el terror por todo el país. O
estaban con los que besaron la bandera de Franco y la Corona del Rey designado
por Franco o estaban con el rabo entre las piernas. 


Claro, luego ellos rompieron con el PCE en los 80, no por motivos de la
traición de Carrillo a la clase obrera y al pueblo español, no, sino por
motivos de la traición al prosovietismo que estaban haciendo los
eurocomunistas. Como vemos, España y su historia nunca les han interesado. Solo
la URSS, las banderas rojas y el folclore socialista (que en ese momento
representaban sus hermanos del este, sería una vergüenza llamarlos soviéticos).
“Cuando la URSS cayó, cavamos una trinchera y nos resguardamos en ella”, decía
Carmelo Suarez (Secretario General del PCPE) hace unos meses. 


En cuanto a los del PCOE, también manifestaban ese prosovietismo capitulador.
Incluso hoy en día se les puede ver rescatando ese mote de “¡pro-chinos!” (qué
era como los revisionistas llamaban a los que se oponían a la traición jruschevista)
cuando intentan atacar a los comunistas. 


El PCOE se funda antes de la transición, de la reforma del régimen, de la
mentira que perpetuo el monopolismo en este país…¿Y qué hizo para
detenerlo? 


Por cierto, en aquella época el PCOE defendía la “democratización de España”.
Ese “etapismo” del que les gusta hablar últimamente a todos estos grupos, es el
que ellos profesaron por mucho tiempo. De todos modos, “etapistas” o no, hay
una regla general en el revisionismo: quedarse solo en los papeles. 

2. El Movimiento Antifascista del 36 se difumina en los 70 sin motivo
aparente



Como revisionistas, como burguesía disfrazada dentro del movimiento obrero, nos
reproducen en la teoría y en la práctica todas y cada una de las chapuzas
historiográficas del fascismo: España dejó de ser fascista y pasó a ser un
Estado democrático-burgués, el Rey ni pincha ni corta y no importa nada que un
país sea monárquico o republicano y la Guerra “Civil” y la posterior
resistencia antifascista son cosas del pasado y no hay que reabrir viejas
heridas.


No hay que reabrir viejas heridas, estas fueron cerradas en la transición. La
Resistencia contra el fascismo, que era el movimiento revolucionario de la
clase obrera y el pueblo, acaba en 1975 (cuando Carrillo se casa con el Borbón)
y no hay nada más que hablar. Siguen la máxima de la ideología burguesa
del carpe diem. Vivamos el presente y no
hablemos del pasado. 


Historiografía burguesa y revisionismo se unen. No es raro. Unos son los
enemigos externos y otros los enemigos internos, dentro de las propias filas
del proletariado. 


Sin embargo vemos como en todas las manifestaciones y concentraciones que se
dan a lo largo y ancho del país, salen jóvenes con la bandera republicana, la
bandera de la resistencia. Vemos como cada día hay decenas de personas que
condenan el golpe de Estado del 18 de Julio, que no quieren que esto quede como
una derrota. Por eso hablan de la III República. Pero hay un vacío creado
intencionadamente, como decimos, para no ligar el presente con el pasado y para
así no darle forma a la línea revolucionaria en este país. 


Si el enemigo de 1936 era el mismo que en 1940, el mismo que en 1950, el mismo
que en 1965, el mismo que en 1975 y, como se ve cada día, el mismo enemigo que
lo fue en 1980 y lo es en 2013 (el monopolismo y sus formas de dominación
fascistas), la resistencia antifascista también tiene que tener una
continuidad: una historia paralela. Y es que efectivamente la hay. 


Porque el PCPE y el PCOE nos cuenten que hay un vacío histórico desde 1975
hasta hoy, no significa que esto sea así. Por mucho que, al igual que los
burgueses, tengan la total libertad para difundir esto en su propaganda, en sus
webs y ante nuevos jóvenes que intentan captar. 


Por tanto, si los socialdemócratas están aceptando incluso que en la transición
se da una reforma del propio Estado. ¿Cuál debería haber sido la tarea
principal del movimiento antifascista que nació en 1936? Denunciar la farsa.
¿Había otra alternativa?

3. Nuestros revisionistas mienten, la resistencia que ellos traicionaron:
continúa. 



El PCPE y el PCOE no lo cuentan, pero hubo organizaciones antifascistas de todo
tipo que denunciaron la maniobra del régimen. Por ejemplo: el Partido Comunista
de España (reconstituido), los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de
Octubre, el Socorro Rojo, la Organización Democrática de Estudiantes
Antifascistas, la Unión de Juventudes Antifascistas, Pueblo y Cultura, Mujeres
Antifascistas etc… En definitiva, una serie de organizaciones que denunciaron
la farsa hasta las últimas consecuencias (a las cuales se le impusieron la
persecución y la ilegalidad).


Estamos hablando de hombres y mujeres que no salieron de la nada. Muchos venían
de organizaciones traidoras y claudicadoras, incluso del mismo PCE. Y en un
proceso que duró años, intentaron retomar la dirección e impulsar ese
movimiento antifascista traicionado.


La represión fascista recayó entonces sobre su enemigo natural: los
antifascistas que no se vendieron. Los legítimos continuadores de las 13 Rosas
Rojas y José Díaz. No eran legítimos porque lo dijesen los papeles, no, sino
porque lo demostraron con hechos, en la calle. 


Al final hay que darle la razón a Roque Dalton cuando decía: 

“La política se hace jugándose la vida o no se habla de ella. Claro, se
 puede hacerla sin jugarse la vida, pero uno suponía que sólo en el campo
enemigo.”


Y es cierto, por supuesto, que el movimiento antifascista perdió a una gran
parte de su fuerza durante la transición. ¿Pero quién tiene la culpa?


¿De quién es la culpa de que hoy en día no se hable de la actualidad de la
resistencia? ¿De los propios antifascistas? ¿O de los que defienden y propagan
el cuento de la transición? O sea: de los que le hacen el juego al
fascismo. 


No será la culpa de los 31 asesinados o de los 1300 encarcelados de las
anteriores organizaciones citadas (de los cuales algunos continúan en las
cárceles). Ni tampoco del Movimiento de Liberación Nacional Vasco y parte del
Catalán y Gallego que siguieron la lucha (con decenas de muertos y centenas de
presos actualmente, recordemos). Mucho menos culpa de los 600 muertos durante
la transición en las manifestaciones contra el régimen.


Gracias a nuestros revisionistas el movimiento obrero y popular en este país no
se encuentra a sí mismo, porque le han robado su historia. Le han aturdido. Y
el movimiento obrero y popular tiene que reencontrarse con su pasado para
entender su presente. Su significado: la lucha contra el mismo enemigo.


En las manifestaciones por toda Europa, aún resuenan consignas como el “No
pasarán”. La consigna del pueblo madrileño se ha internacionalizado, pero el
movimiento que la engendró ha sido traicionado. 


¿Cómo hablarles a los progresistas venezolanos de su lucha sin Bolívar y la independencia
del Imperio Español? ¿Cómo hablarles a los revolucionarios cubanos sin la lucha
en el Bayamo contra el colonialismo a finales del siglo XIX? ¿Y a la
resistencia francesa contra el nazismo sin 1789? Es imposible.


Porque el Movimiento Antifascista en este país no solamente nace como expresión
del movimiento obrero y popular contra el fascismo y el monopolismo, sino que,
además, tiene unos objetivos muy claros: la recuperación de la República
Popular que los fascistas nos robaron para así poder realizar la tarea histórica
del socialismo. Por el carácter monopolista de este Estado, ya no caben medias
tintas. Sin la Dictadura del Proletariado no se puede hablar de una República
Popular y sin República Popular no podemos hablar de la Dictadura del
Proletariado. No hace falta decir que la lucha por el derecho de
autodeterminación del pueblo vasco, catalán y gallego va estrechamente unido a
los objetivos estratégicos de la resistencia antifascista.


El silencio intencionado del revisionismo deja estos objetivos como inconclusos.
Para ellos la historia de la resistencia antifascista se pierde en los 70 para
siempre, solo porque ellos, los del PCPE y el PCOE, no hicieron nada en los 70
para parar la reforma del régimen. 


La burguesía no considera a la Historia como una ciencia porque a través de
ella su chiringuito se cae a pedazos en todo el mundo. 


Aquel 20 de Abril de 1979, cuando Juan Carlos Delgado de Codes se encontraba en
la puerta del metro de Lavapiés, fue rodeado por tres policías. Uno de ellos
acercó la pistola a la sien de Juan Carlos (que estaba desarmado) y disparó. Su
delito: continuar la resistencia.

Decíamos al principio que el responsable de su asesinato fue el mismo que el de
los fusilamientos de las 13 Rosas Rojas. Casualmente 40 años después. Es decir,
que cuando los revisionistas del PCPE dicen que nuestro país ya había dejado
atrás el fascismo y se había incorporado a las magníficas bendiciones y
derechos de la democracia-burguesa (aunque no expliquen cómo se da este
proceso), la misma bota que aplastaba antes a los revolucionarios, seguía
haciéndolo.

Para el revisionismo hay héroes de la resistencia antifascista que son de
primera y héroes de segunda (o tercera o incluso olvidados y silenciados).
Mientras más alejados en el tiempo están, mejor, así no tendrán que ser
consecuentes y responder con actos a aquellos que denuncian.

En definitiva: la Resistencia Antifascista en España no es ninguna memoria que
llorar, señores de los CJC, está más viva que nunca y cumplirá el papel por el cual
nació. Hablamos de su “homenaje” a las 13 Rosas Rojas entre comillas porque no
hacen ningún homenaje.

El mejor homenaje: continuar la lucha.

Emilio Moyano Aguado


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