Los países europeos prefieren los cazas estadounidenses a los que ellos mismos fabrican

Tienen razón los que sospechan que la norma del 5 por cien va a ser un próspero negocio para los traficantes estadounidenses de armas porque los europeos son incapaces de comprarse armas a sí mismos. Simplemente no creen en las armas que fabrican o son mucho más caras que las estadounidenses. Por eso el programa europeo Future Combat Air System (FCAS) está estancado.

Hace unos días lo explicamos con el ejemplo británico, que va a comprar el caza F-35 estadounidense, en detrimento de los aparatos europeos o del Rafale francés. El primero está fabricado por la la empresa estadounidense Lockheed Martin mientras que el Rafale es un aparato de la francesa Dassault.

Muchos países europeos llevan décadas utilizando los cazas estadounidenses. Desde 1975 en Europa se ha formado un auténtico club de compradores del F-16 que ahora se pasan al F-35, el único avión de combate capaz de transportar las bombas nucleares estadounidenses B-61, esenciales para el “paraguas” de la OTAN.

A veces eso se vende con un pretexto conocido: países como Reino Unido e Italia prefirieron el F-35 al Rafale francés porque no solo son clientes de Lockheed Martin, sino también proveedores. El fuselaje trasero, el sistema electrónico, los asientos eyectables y el láser de puntería se fabrican en Reino Unido. La planta de Cameri, en Italia, da empleo a 1.200 trabajadores e involucra a más de 30 empresas locales que intervienen en la cadena de suministros del F-35.

Sin embargo, tanto Reino Unido como Italia también fabrican otro tipo de aparatos “made in Europe” y no los compran. Lo mismo ocurre con Bélgica, que ha confirmado la compra de 11 nuevos cazas F-35 por mil millones de euros. A Francia no le ha gustado, que ya había les había ofrecido a Bélgica la compra de su Rafale.

La flota aérea belga aumentará a 45 F-35. El ministro de Defensa belga, Theo Francken, defiende la operación, cuyo coste se estima en mil millones de euros, de los 34.000 millones de euros que Bélgica invertirá en sistemas de armas para 2034… si es que el dinero le alcanza. El argumento del ministro belga para justificar este despilfarro no tiene desperdicio: “Putin no le teme al Eurofighter, ni al Rafale, ni al Saab Gripen. Le teme al F-35 porque no lo vemos. La superioridad de este avión es indiscutible”.

El ministro belga quiere excusarse diciendo que, a diferencia de los aparatos europeos, el F-35 es indetectable, lo cual es completamente falso.

Alemania va a hacer lo mismo que Reino Unido y Bélgica. Negocia en secreto la compra de 15 nuevos F-35, en detrimento del Rafale francés. El pedido se suma los 35 pedidos realizados en 2022.

Estas compras levantan una enorme polvareda en las capitales europeas, que no logran sacar adelante el FCAS, un proyecto que pretendía ser un ejemplo de la “independencia tecnológica europea”.

Dassault quiere controlar el 80 por cien de los componentes principales del futuro avión de combate europeo, mientras Alemania lo considera inaceptable.


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