Los lacayos del Golfo cumplen con lo que se les manda hasta el último aliento

El martes Israel bombardeó a los negociadores de Hamas, reunidos en Qatar para discutir un plan de alto el fuego propuesto por Estados Unidos, que atrajo a los negociadores palestinos a Doha solo para que Israel pudiera matarlos.

Ha sido el primer ataque de Israel contra un aliado de Estados Unidos, miembro del Consejo de Cooperación del Golfo, y el primer ataque contra un país que alberga la mayor base militar estadounidense del planeta y uno de los elementos clave del CentCom, el mando militar de Estados Unidos en Oriente Medio.

El ataque aéreo fue llevado a cabo por unos quince aviones de guerra que cruzaron el espacio aéreo de Jordania, Arabia Saudí y Barein. Las aeronaves fueron reabastecidas en vuelo por aviones cisterna estadounidenses y británicas que despegaron de la base militar de Al Udaid, en Qatar, y luego aterrizaron en la misma base.

Aviones de combate McDonnell Douglas F-15 Eagle de la Fuerza Aérea de Emiratos Árabes Unidos surcaron los cielos, pero su misión parecía ser trazar líneas sinuosas y misteriosas para despistar a las aplicaciones informáticas de rastreo de vuelos.

Qatar tiene sistemas de defensa aérea de última generación y una gran cantidad de aviones de combate occidentales de última generación (Eurofighter Typhoon, Dassault Rafale, F-15). Durante la Guerra de los 12 Días fueron capaces de interceptar los misiles iraníes dirigidos a la base estadounidense de Al Udaid.

El martes la parafernalia antiaérea no les sirvió de nada. Los “expertos” dicen que los aviones israelíes utilizaron un sistema de neutralización avanzado. No es cierto. Los sistemas de defensa aérea de Qatar y otros países del Golfo los controlan los estadounidenses, que se taparon los ojos: desactivaron las defensas aéreas antes y durante el ataque.

Es el destino que está reservado a los lacayos: Qatar va a invertir más de 1,4 billones de dólares en la economía estadounidense y le regaló a Trump un avión de lujo de 400 millones de dólares, solo para ser atacado tres meses después por el perro guardián: Israel.

Es el precio a pagar cuando alguien pone su seguridad en manos de cualquier mercenario, aunque se trate de uno gigantesco, como el Pentágono: siembre se vende al mejor postor.

Los países del Golfo están bajo ocupación estadounidense, que ha garantizado su supervivencia… por lo menos hasta este martes. Los sátrapas se ven obligados a firmar contratos de adquisición de armas a gran escala con el complejo militar-industrial estadounidense y otros países occidentales, no para sus necesidades de defensa, sino para pagar un precio: enriquecer a las grandes empresas de armamento.


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