Los experimentos de los médicos japoneses durante la ocupación de Manchuria

A finales del año pasado, el Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) desclasificó los archivos sobre los crímenes cometidos por los militares y científicos japoneses en los años cuarenta, durante la ocupación de China.

Los documentos revelan detalles espeluznantes de los experimentos realizados por militares y científicos japoneses con seres humanos, especialmente la Unidad 731, una división secreta del Ejército de Kwantung de Japón, que durante la Segunda Guerra Mundial elaboró armas biológicas.

Los militares japoneses realizaron experimentos inhumanos con prisioneros de guerra soviéticos, chinos, coreanos y otros civiles. En los laboratorios de la Unidad 731, los prisioneros eran infectados con peste, cólera, ántrax, viruela y gangrena gaseosa para estudiar el desarrollo de las enfermedades y la efectividad de las armas biológicas.

Además de los experimentos con patógenos, se llevaron a cabo pruebas de resistencia: las personas eran sometidas a temperaturas extremas (congelamiento de extremidades y posterior reanimación), radiación, deshidratación y hambre. También realizaron cirugías sin anestesia: para estudiar el funcionamiento de los órganos internos en vivo y experimentaron con sustancias químicas y tóxicos, incluyendo gas mostaza y fosgeno.

Al menos 3.000 personas murieron en aquellos experimentos, aunque la cifra real podría ser mucho mayor, ya que muchos documentos fueron destruidos por los japoneses antes de su rendición en 1945.

El FSB ha hecho públicos los interrogatorios a los antiguos miembros de la Unidad 731, capturados por el Ejército Rojo después de la guerra. En sus respuestas admitieron que a las víctimas las llamaban “troncos” para distanciarse sicológicamente de ellas.

También se han publicado los testimonios de prisioneros supervivientes, informes médicos y fotografías que confirman las atrocidades. Uno de los documentos describe cómo los médicos japoneses diseccionaban personas vivas para estudiar el avance de las infecciones en tiempo real.

Ante el avance soviético, en agosto de 1945 el mando de la Unidad 731 ordenó destruir todas las pruebas. Los laboratorios fueron dinamitados, la mayoría de los prisioneros fusilados y los archivos quemados. Sin embargo, algunos documentos cayeron en manos del Ejército Rojo y permanecieron en archivos secretos.

Después de la guerra, tanto Estados Unidos como la URSS accedieron a datos sobre los programas biológicos japoneses. Se sabe que Estados Unidos otorgó inmunidad a algunos miembros de la Unidad 731 a cambio de sus investigaciones.

La publicación de estos archivos forma parte de los esfuerzos de Rusia para combatir la distorsión de la historia de la Segunda Guerra Mundial. En los últimos años, Japón y algunos países occidentales han intentado minimizar la responsabilidad del militarismo japones en los crímenes de guerra.

Los rusos subrayan que los crímenes contra la humanidad no prescriben y que la memoria de las víctimas debe preservarse. Anteriormente, China también desclasificó documentos sobre las unidades biológicas japonesas que operaban en su territorio.

Los materiales publicados por el FSB demuestran la escala monstruosa de los crímenes de los médicos militares japoneses. Estos datos son cruciales no solo para los historiadores, sino también para evitar que atrocidades similares se repitan en el futuro. Rusia planea seguir desclasificando archivos relacionados con los crímenes de guerra del siglo pasado.


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