Vaiciunas, ministro lituano de Energía |
Veamos. El 12 de diciembre el “nuevo” ministro lituano de Energía, Zygmantas Vaiciunas, declaró que su gobierno apoya al polaco -otro que tal- en su oposición al doblaje del gasoducto submarino North Stream a través del cual Rusia exporta gas a Alemania.
El doblaje del actual gasoducto comenzará en abril de 2018, con un coste previsto de 10.000 millones de euros.
El tendido del gasoducto a través del Mar Báltico se tuvo que hacer a un coste faraónico porque los países que hacen de tapón entre Alemania y Rusia se opusieron al tendido de una tubería por tierra mucho más barata que, además, les hubiera beneficiado a ellos económicamente, incluida Ucrania.
Lo ha vuelto a recordar Vaiciunas en su alocución: en su momento se opusieron al tendido de la primera tubería y ahora también se oponen a duplicar su capacidad. Calificó su cerrazón de “estructural”. Sin embargo, los verdaderos promotores del boicot son los polacos, a quienes Vaiciunas calificó de “vanguardia”, advirtiendo que están dispuestos a recurrir a “todos los medios” a su alcance para impedir que el gasoducto se construya.
La Primera Ministro polaca, Beata Szydlo, dice que un nuevo gasoducto no es necesario para Europa y se sacó un argumento de la manga: puede llegar a desintegrar la zona euro.
La excusa que ponen todos estos países son las leyes antimonopolio de la Unión Europea, una coartada que no funciona para los medios de comunicación rusos, a los que tratan de silenciar para mantener el monopolio (des)informativo de los medios tradicionales europeos.
Sin embargo, en ambos aspectos tienen razón todos esos países: ahora mismo el gas ruso no tiene competencia en ningún mercado europeo y la información tampoco. Por eso, en sociedades libres como las europeas, lo mejor es prohibirlo todo.
Los países Bálticos, Polonia, Ucrania y otros surgidos de la desaparición de la URSS son el cáncer del Viejo Continente y están al borde la metástasis, y no sólo por el impulso que están dando al nazismo.
No obstante, ni a la Presidenta lituana, Dalia Grybauskaite, ni a nadie se le escapa que el North Stream tiene un claro significado “geopolítico” además de comercial, ya que soslaya a Ucrania. Pero cuando en el norte de Europa hablan así no aluden a Ucrania sino a su gobierno nazi, con el que son plenamente solidarios y al que quieren ver en Bruselas. Si Ucrania no se incorpora a la zona euro, dicen, es porque Europa se desintegra.
Cuando el gas pasaba por Ucrania, en Europa se quejaban de los cortes de suministro, que achacaban a los rusos. Cuando los rusos tratan de llevar el gas a Europa de manera directa, sin pasar por Ucrania, tampoco les parece bien. Son como el perro del hortelano. Ya saben el argumento de la comedia de Lope de Vega: el perro es un animal que no se come las verduras del huerto de su amo porque es carnívoro, pero tampoco deja que otros animales se alimenten de ellas.