Más de 2,7 millones de trabajadores murieron el año pasado en el mundo a causa de accidentes y enfermedades laborales, de forma que el número anual de muertes superó a todas las que se atribuyen al coronavirus, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Sin embargo, nadie ha declarado una pandemia, ni ha impuesto el estado de alarma. Los obreros muertos, enfermos o lesionados ni siquiera causan alarma.
En España, las muertes por accidente en el lugar de trabajo ascendieron en 2020 a 595, lo que supone 53 fallecidos más que el año anterior, con un aumento en valores relativos del 9,8 por ciento, y todo ello pese a la menor actividad y presencia en los centros de trabajo por los cierres de empresas, la pérdida de empleos, los ERTE y el teletrabajo.
En todo el mundo los trabajadores se enfrentan a situaciones extremas de explotación, aumento de la carga de trabajo, prolongación de la jornada laboral y la reducción de los periodos de descanso.
Según la OIT, el teletrabajo “ha dificultado la delimitación entre horario laboral y vida personal, no respetándose el derecho a la desconexión”.
La pérdida temporal o definitiva del empleo ha tenido un enorme impacto psicológico, provocando serios daños mentales, y lo mismo ha ocurrido por el miedo a perderlo, o por temor a contagiarse en el puesto de trabajo o en los trayectos para ir y venir del trabajo.
“Toda la sociedad ha quedado psicológicamente lesionada”, resume la OIT, que pide fortalecer los sistemas de seguridad y salud en el trabajo con el fin de prevenir los accidentes y enfermedades laborales.
—https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—ed_dialogue/—lab_admin/documents/publication/wcms_780968.pdf
comentario
Los comentarios están desactivados.