¿Logrará Israel arrastrar a Siria también a la guerra?

Israel ha llevado la guerra a Gaza y luego a Líbano, además de bombardear Yemen y atacar Irán. Por medio queda Siria, un país que ya está parcialmente ocupado por Israel desde 1967.

Históricamente, Líbano y Siria siempre han tenido destinos entrelazados, política, económica y socialmente, debido a sus vínculos fronterizos y culturales comunes. Por lo tanto, la guerra actual se puede extender fácilmente, como ya ha ocurrido en el pasado.

En la última década, Líbano ha acogido a casi 1,5 millones de refugiados sirios, lo que ha puesto a prueba su infraestructura y sus servicios públicos. Ahora, a medida que Líbano estalla en pedazos, podría suceder lo contrario: los refugiados pueden regresar a Siria, desestabilizando aún más al país. Las ramificaciones sociales, económicas y políticas de esta situación son enormes y si la guerra se extiende es poco probable que Siria escape a sus consecuencias.

Se estima que más de 250.000 civiles libaneses han huido a Siria. Para un país que aún se recupera de una brutal guerra civil, esta afluencia exacerba una crisis demoledora que se prolonga desde hace más de una década.

Además, Israel ha lanzado numerosos ataques aéreos en territorio sirio, contra emplazamientos vinculados a Hezbollah y a la Guardia Revolucionaria de Irán. Hasta ahora el gobierno de Damasco se ha limitado a condenar verbalmente los ataques, evitando así represalias militares. Sin embargo, las continuas operaciones militares israelíes en el espacio aéreo sirio podrían terminar provocando una reacción más fuerte, empujando a Siria a involucrarse en la guerra abiertamente.

Entrar directamente en la guerra de Líbano no serviría a los intereses estratégicos del gobierno sirio. Todavía enfrenta sus propios desafíos internos, incluido el hecho de que algunas áreas están fuera de su control. El gobierno parece centrado en consolidar su poder dentro del país y participar en una guerra con Israel podría deshacer los frágiles avances que ha logrado hasta ahora.

Siria no es aún estable y gran parte del país aún se está reconstruyendo en medio de sanciones internacionales, lo que hace que cualquier participación en una guerra regional sea un error de cálculo potencialmente catastrófico.

Económicamente el gobierno lucha por reconstruir el país después de años de guerra y otro conflicto militar podría acabar con la recuperación en marcha. Militarmente Siria no es rival para el ejército israelí. Aunque mantiene una presencia militar y tiene alianzas con Hezbollah, Irán y Rusia, su potencia de fuego está muy por debajo de la israelí.

El gobierno sirio es consciente de que una guerra fortalecería a las milicias yihadistas dentro de sus propias fronteras. Algunos grupos podrían aprovechar el caos de la guerra para reagruparse y desafiar nuevamente al gobierno.

La historia ha demostrado que Siria tiende a evitar la participación directa en los choques entre Israel y Hezbollah. Durante la guerra de 2006 en Líbano, Siria se abstuvo de entrar en la contienda, aunque apoyó a Hezbollah diplomática y logísticamente. La neutralidad le permitió evitar las devastadoras consecuencias de una guerra directa con Israel. Es probable que hoy siga la misma estrategia.

Sin embargo, la afluencia de refugiados de Líbano ya está pesando sobre la frágil estabilidad del país. Con más de 250.000 refugiados libaneses entrando en territorio sirio, los escasos recursos se están agotando. En un país que aún no se ha recuperado completamente de su propia crisis, esta nueva ola de personas desplazadas podría desestabilizar aún más la economía y debilitar los servicios públicos. La infraestructura sigue siendo frágil y la llegada de una gran población de refugiados podría exacerbar la fragilidad existente, lo que facilitaría los disturbios y la desestabilización social.

En una guerra indirecta entre Israel e Irán, Siria podría convertirse en un campo de batalla. Ambos países optarían por utilizar el territorio sirio como escenario de ataques contra objetivos adversarios, lo que hundiría aún más a Siria en otra guerra aún mayor que la actual, incluso aunque intente evitarlo.

La región sigue siendo volátil y la situación podría cambiar rápidamente dependiendo del desarrollo de la guerra y de la manera en que los primeros espadas, Irán e Israel, decidan maniobrar en este complejo escenario.

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