Recientemente el Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra ha publicado un informe en el que analiza el impacto de la primera onda de la pandemia en Navarra. En su estudio los especialistas confirman lo que ya sabemos desde el primer minuto: no es posible imputar el exceso de mortalidad al coronavirus ni siquiera en la primera ola.
Durante los primeros meses de epidemia, “la disponibilidad de pruebas diagnósticas fue muy limitada, por lo que la gran mayoría de las infecciones no fueron confirmadas. En la mayoría de los casos, la clínica era indistinguible de la producida por otros virus respiratorios que estaban circulando en esas fechas. En los primeros momentos pudo haber casos hospitalizados que no se llegaron a confirmar al no conocerse bien la clínica del covid-19 y asemejarse a otras infecciones respiratorias”.
El informe dedica un apartado a la mortalidad relacionada con coronavirus. Durante la primera ola hubo 529 defunciones de casos confirmados que habían sido vigilados, pero finalmente las muertes declaradas por casos confirmados o con sospecha lo sitúa en una cifra de 733 fallecidos.
El exceso de mortalidad en Navarra en ese periodo se sitúa en 619 defunciones. En consecuencia, “no todas las muertes por covid-19 fueron confirmadas y algunas pudieron no ser sospechadas”. Las muertes atribuidas al coronavirus “pueden no corresponderse exactamente con el exceso de mortalidad observado”, porque durante la pandemia pudieron producirse muertes por otras causas que recibieron peor atención.
Por otra parte, en algunas muertes eso que llaman “covid” estuvo presente “pero no modificó sustancialmente el desenlace”. El 58 por ciento de los fallecidos ocurrieron en personas que residían en centro sociosanitarios.