Ayer llegó a Níger el primer sistema de defensa antiaérea suministrado por Rusia. Es un equipo estratégico diseñado para reforzar la vigilancia y la protección del espacio aéreo contra amenazas aéreas como drones y aviones de combate.
El equipo fue transportado hasta el aeropuerto de Niamey por un avión de carga ruso junto con otros equipos militares y un centenar de instructores que simbolizan la intensificación de la cooperación entre ambos países.
El suministro se produce en el contexto de la reciente expulsión de las tropas francesas, lo que acabó con décadas de neocolonialismo. La expulsión, unida a la amenaza de intervención de la Cedeao, empujó a Níger a reforzar su capacidad de defensa autónoma.
Al equiparse con este sistema de defensa antiaérea, Níger pretende protegerse contra cualquier posibilidad de intervención aérea que pudieran intentar fuerzas extranjeras. El mensaje es claro: el país quiere garantizar total autonomía en la gestión de su espacio aéreo para evitar cualquier interferencia externa.
La discusión entre el jefe de la nueva junta militar de Níger y el presidente ruso en marzo puso de relieve el deseo de Niamey de diversificar sus alianzas estratégicas frente a las potencias occidentales y sus secuaces, así como a los grupos yihadistas que operan en el Sahel.
Los instructores rusos presentes en suelo nigerino transmitirán sus conocimientos a las fuerzas armadas de Níger, preparándoles para utilizar eficazmente los equipos. Esta formación se inscribe en un deseo más amplio de modernizar el ejército nigerino y afirmar su soberanía en materia de defensa, según la nueva junta militar.
La llegada de este sistema antiaéreo no es sólo una medida defensiva sino también un fuerte símbolo político, que refleja el giro de Níger hacia nuevas asociaciones estratégicas, en particular con Rusia, para fortalecer la seguridad y la estabilidad regionales frente a las cada vez más disputadas alianzas occidentales en el Continente negro.