Es cierto que las bases de datos de farmacovigilancia, como el Vaers o Eudra, no son fiables. Para los organismos públicos porque cualquiera puede, supuestamente, presentar una reacción adversa, es decir, porque hay un exceso de denuncias. Sin embargo, todos los datos inducen a pensar lo contrario: no son fiable porque no están todas las denuncias que deberían.
En el ejército de Estados Unidos, donde la vacunación es obligatoria y ha llegado casi a la totalidad de las tropas, los efectos adversos están mejor documentados. Los militares son una población definida, limitada y fuertemente controlada y vigilada. También son abrumadoramente jóvenes y sanos. Sus datos son los más fiables porque no son sólo un asunto de salud publica sino de seguridad nacional.
El lunes, durante una audiencia de cinco horas sobre la pandemia en el Senado, el abogado Thomas Renz, que defiende a los militares afectados por las vacunas ante los tribunales, presentó los datos de facturación médica que ha pagado el Pentágono por la atención a las víctimas de las vacunas (*).
Las cifras son inequívocas y muestran un repentino aumento de casi todos los tipo de enfermedades comunes relacionadas con las vacunas. El año pasado se triplicó el número de abortos involuntarios en comparación con el promedio de los cinco años anteriores. La media de cinco años fue de 1.499 abortos espontáneos anuales. En los 10 primeros meses del año pasado fueron 4.182.
Para rebajar las cifras algunos manipuladores aseguran que es el “covid” el que pone a las mujeres en mayor riesgo de aborto. Pero en 2020, en plena pandemia, cuando aún no había vacunas, el número de abortos espontáneos registrados fue ligeramente inferior a la media de cinco años (1.477).
También se han triplicado los diagnósticos de cáncer. De una media de 38.700 al año en los cinco años anteriores, han pasado a 114.645 en los primeros 11 meses de 2021.
Se ha producido un aumento del 1.000 por cien en las afecciones neurológicas, pasando de una media inicial de 82.000 a 863.000.
Los infartos de miocardio han aumentado un 269 por cien, la parálisis de Bell un 291 por cien, los defectos de nacimiento de los hijos de militares han crecido un 156 por cien, la infertilidad femenina ha subido un 471 por cien y las embolias pulmonares un 467 por cien.
Las cifras se refieren a las consultas externas, ya que es en ellas donde se producen la mayoría de los diagnósticos militares. Sin embargo, también se registraron aumentos en los pacientes hospitalizados.
Médicos de todas las armas se vieron intimidados por las órdenes superiores de no realizar toda la gama de pruebas y de no adherirse a la normativa, que ordena la realización de pruebas completas de reacciones adversas a las vacunas. Sin embargo, uno de los médicos ha denunciado que está muy preocupado por los jóvenes soldados que padecen cánceres metastásicos repentinos, enfermedades autoinmunes y trastornos cardíacos y circulatorios que han hecho que muchos soldados abandonen diversos programas de formación.
El abogado va a presentar al tribunal la Base de Datos de Epidemiología Médica de la Defensa (DMED) y asegura que es sólo la punta del iceberg, ya que además de unas 100 enfermedades catalogadas oficialmente, han aumentado exponencialmente muchas otras categorías de diagnóstico.
(*) https://rumble.com/vt62y6-covid-19-a-second-opinion.html